Las parturientas van al hospital de Los Magallanes de Catia “armadas” hasta los dientes con gasas, batas, yelcos, antibióticos. Los trabajadores le piden a Maduro que vaya ver “cómo se bate el cobre de verdad”.
Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento
Caracas. Al hospital José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia, un centro asistencial de referencia nacional tipo IV, las parturientas llegan con un maletero y no es porque se vayan a quedar allí más de una semana, sino porque tienen que llevar todo tipo de insumos médicos-quirúrgicos. Incluso se van preparadas hasta con la fórmula infantil.
“Me dijeron que no había leche y me la traje de una vez”, contó una chica barrigona que entraba por la emergencia del nosocomio. Su esposo llevaba las bolsas con el kit quirúrgico, con las medicinas y hasta con los sobrecamas post parto.
“Compramos todo. No sé cuánto gastamos. Pero nos dijeron que trajéramos todo”, dijo la pareja de la embarazada, quien acotó que “ya vamos preparados porque no sabemos qué nos espera dentro del hospital”.
Ese “qué nos espera” lo acompañó además con un susto en la cara, no solo por el nacimiento que se avecina, sino por lo desasistido que está el hospital.
Para nadie, fuera de los puestos gubernamentales, es un secreto la falta de insumos y medicamentos. Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana, dijo que el desabastecimiento alcanza 95% en los hospitales del país.
En Los Magallanes trabajadores y médicos dijeron que la escasez de insumos básicos como yelcos, soluciones fisiológicas, medicamentos para asmáticos y antibióticos es total.
La doctora María Villaroel, jefa del servicio de Emergencia Pediatría y vicepresidenta de la Sociedad de Médicos de este puesto asistencial, contó que cuando las condiciones eran normales atendían cerca de 100 niños y que ahora se nota la ausencia de pacientes en la emergencia. Nunca llegan a ocupar las 13 camas disponibles para esta área.
“Y eso es porque no hay medicamentos. Por ejemplo no tenemos nada para nebulizar a los asmáticos (ellos tienen que traer su medicina), no hay humificadores, no hay yelcos y las soluciones escasean en casi todos los servicios”, manifestó.
Villarroel dijo que si el paciente logra llevar el producto para la nebulización igual no se lo pueden colocar porque no hay soluciones.
Pero más allá de no tener los insumos y de no contar con papelería desde la Semana Santa para hacer los récipes, este hospital inaugurado en 1.973, está por el piso.
Olga Pulido, delegada general del Sindicato Nacional de Empleados Públicos del Ministerio de Salud (Sunepsas), fue más contundente. “Al hospital es mejor venir muerto, porque agonizando es peor”.
Lo dijo por el déficit de médicos (faltan anestesiólogo, intensivitas, enfermeras, obreros y laboratoristas), y por las fallas de fármacos y alimentos.
Además hizo énfasis en el mal estado de la institución. Comenzó denunciando que mejor están los baños de las carreteras. Dijo que como no hay productos de limpieza están hechos un asco. Incluso hay uno lleno de gusanos. Además les han robado algunas piezas.
“La verdad es que son un foco de contaminación, así como el único ascensor (de siete) por donde bajan y suben la comida, la basura, a los enfermos y cadáveres”.
Daniel Hernández, delegado del Sindicato de Clínicas y Hospitales, se quejó del cierre permanente que tienen los servicios de Terapia Pediátrica y Neonatal, en el piso cinco. Más de cinco años -aunque dijo que perdió la cuenta- llevan cerrados, así como la Terapia Intensiva de adultos, el piso siete donde está Pediatría Quirúrgica, Rehabilitación y Medicina.
Como no hay Terapia Neonatal, solo reciben a las embarazadas con trabajo de parto. Si tienen alguna complicación las refieren a otro centro a ver si corren con mejor suerte.
Tampoco funciona Obstetricia que queda en el piso cinco, ni Trauma Shock. En Infectología, donde atienen a pacientes con VIH-Sida, no hay soluciones para los tratamientos.
La única ambulancia se la pasa más tiempo dañada que operativa. “Un día es por aire acondicionado, otro por la batería y ahora es por los muñones”, contó Hernández.
El hospital de Los Magallanes no es ni fachada. La pintura está sin brillo, tiene filtraciones, puertas rotas, accesos cerrados, pasillos sin iluminación y la entrada de la emergencia general se está hundiendo.
“Y nadie detiene el deterioro. Esto era un complejo de salud. Los trabajadores teníamos hasta un preescolar, había también un horno crematorio para desechos patológicos y unos tanques que surtían de agua al centro. Pero todo eso está invado. Las autoridades van y vienen y aquí a nadie le importa. Maduro (el presidente de la República) debería venir aquí a ver como se bate el cobre, señaló Hernández.
En este puesto asistencial hay más de 3.000 trabajadores, entre el personal médico, administrativo y obrero. En el caso de los afiliados a los sindicatos tienen 20 años a los que no se les discute la Convención Colectiva. Olga Pulido denunció que tampoco les han dado los beneficios que por decreto presidencial fueron acordados en los últimos años.
Los delegados sindicales denunciaron además a Eunice Ruiz, a quien acusaron de maltrato y abuso excesivo hacia los pacientes. Ella es la encargada de hacer el registro civil de los recién nacidos. Tiene como un mes en el cargo. “Pero hace llorar a las madres, pedimos a Manuel Gil, Registrador Principal, atender esta queja, pues la comunidad está muy afectada por lo mala atención. También exigimos al director Mario Laya ponerle la lupa a la situación, mejorar la generencia y cumplir con las normativas laborales”.
Y la guinda del pastel: “Aquí la inseguridad no tiene atrapados”, finalizaron los trabajadores.
Fotos: Angeliana Escalona
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