Ni los vivos ni los muertos encuentran la paz en el cementerio de San Cristóbal

Esa frase que reza “descanse en paz” ya solo queda en las plegarias de quienes han perdido a un familiar, pues en la principal necrópolis del Táchira solo hay desolación, abandono y profanación de tumbas y de restos humanos. Quienes lo visitan tampoco respiran la paz que otrora se sentía en este lugar.

San Cristóbal. A sus 162 años, el Cementerio Municipal de San Cristóbal, ubicado en el sector de La Ermita, sufre por mantenerse de pie, no solo debido a los embates del almanaque sino también al olvido gubernamental.

Considerado como patrimonio cultural, registrado en el catalogo del IPC, el camposanto ha servido a sus ciudadanos sin distingo de raza, credo, religión y condición política. Decenas de miles de personas han tenido como última morada los espacios de la necrópolis, cuya arquitectura es impresionante.

Sin embargo, su belleza ha ido muriendo. Fuertes lluvias han destruido parte de sus paredes laterales y pareciera que así van a quedar, pues ya han pasado varios meses y ninguna autoridad, municipal, regional o nacional, ha hecho algo por mejorar la apariencia del cementerio.

En franco deterioro

Pero el deterioro de las edificación no es el único problema. Otro, y muy grave, es el incremento de hechos delictivos dentro del camposanto. Familiares de fallecidos visitan a sus parientes con cierto temor, ya que se han registrado muchos robos a mano armada.

Yo vengo a traerle flores a mi papá y toca dejar todo. Hasta las llaves por pura maldad se las roban a uno. Hace como dos meses robaron a unos muchachos a quienes los hirieron en la cabeza con la cacha de la pistola. Aquí no hay vigilancia. Solo la de las ánimas”, dijo Rosa Alcalá, visitante constante del cementerio.

No solo roban a  los vivos. Los muertos también son despojados de sus placas de identificación y de otros objetos, cualquiera que pueda ser comercializado al otro lado de la frontera, donde el aluminio y el bronce son bien pagados.

Muchas son las lápidas que ya no tienen nada encima, por lo que solo se ve la identificación por la mancha que dejaron las letras sobre el mármol o granito. No importa donde se esté en el cementerio, el hampa no perdona.

También los cuerpos son víctimas de profanación por quienes se dedican a trabajar con la magia negra. Paleros entran y abren las tumbas y roban huesos, dejando, a veces, restos diseminados en las caminerías del camposanto.

Cuidadores del cementerio aseguran que no pueden hacer nada, pues las profanaciones suelen hacerlas luego de que las puertas se cierran y bajo la complicidad de la noche.

“Uno aquí solo se dedica a cuidar que la maleza no crezca, pero de ahí a cuidar tumbas no. En el día no se roban las cosas. Eso lo hacen de noche, cuando trepan por las paredes y se llevan letras, cruces y demás cosas que venden en las chatarreras de Cúcuta”, dijo uno de los empleados del camposanto que pidió permanecer en el anonimato.

Morgue

Una fuente de contaminación existente en cementerio es la morgue. Allí llevan los cuerpos en descomposición para proceder, luego de la necropsia, a inhumarlos. En ese lugar no hay ninguna ventilación. Cuando el sol golpea las paredes, los vapores salen por las ventabas y puertas y la putrefacción lo perfuma todo.

Los funcionarios que trasladan los cuerpos, además de no contar con la indumentaria adecuada, dejan los guantes por la periferia del pequeño cuarto, así como parte de la vestimenta de los cuerpos, siendo esto un elemento muy contaminante que afecta a los familiares que visitan tumbas cercanas.

Pese a haber una conexión de aguas blancas, se ve que en años ese lugar no ha sido limpiado.

Fotos: Ana Barrera


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