Las celebraciones en La Dolorita, Petare, se animan con “guarapas” preparadas a base de, supuestamente, cocuy de penca. No obstante, la bebida causó la muerte de Jacinto Cova (51 años) y de su hijastra, una menor de 17 años en esa parroquia. Al parecer,  la guarapa estaba mezclada con alcohol isopropílico.

Caracas. “La gente por ganarse una plata es capaz de cualquier cosa”, dice una vecina de La Dolorita, Petare. La hiperinflación en Venezuela ha afectado tanto el bolsillo del bebedor como el del vendedor de bebidas alcohólicas. Las compras no son las mismas. Los productos que se venden tampoco poseen la misma calidad. Al bebedor no le alcanza para la cerveza ni el ron. Y el vendedor solo busca mantener su abasto con lo que consiga en el mercado.

A Jacinto Cova, de 51 años, ya no le alcanzaba su salario para comprarse una botella. Su última quincena como maestro de obra apenas le permitió para darse un detalle de “lujo”: una guarapita a base de cocuy de penca. Eso es lo que más se está bebiendo en el barrio, y no por su sabor, sino por el precio. Aunque los familiares no recuerdan con exactitud, saben que fue económico.

“Él nunca había tomado eso, y le dijimos que no lo hiciera porque ya sabíamos de dos personas que se habían muerto bebiendo cocuy de penca. Es que esa guarapa no la hacen con cocuy, sino con alcohol para heridas”, dice una vecina de Cova que decidió resguardar su identidad.

El pasado viernes 28 de septiembre, Cova junto a su hijastra, Catherine Blanco, de 17 años, y otros cinco amigos bebieron en su casa, en La Dolorita, una guarapita a base de cocuy de penca. La familia se tranquilizó porque observó que nada malo ocurrió con Cova luego de ingerir esta bebida. No obstante, fue el lunes en la mañana cuando la bebida empezó a tener efectos negativos. Cova perdió la vista, empezó a vomitar y a tener mareos y dolores de cabeza. Igualmente ocurrió con la menor de edad. No obstante, ella no tuvo tanta resistencia. Falleció mientras era traslada por su familiares al hospital Domingo Luciani.

La esposa de Cova reclama que los médicos no le brindaron la atención correspondiente a su esposo. “Llegamos a las once de la mañana y mi marido murió a la una de la tarde. No hicieron nada. Dijeron que teníamos que esperar el cambio de turno de los doctores de guardia. Jacinto empezó a botar espuma por la boca y también murió”, indicó.

Entre noviembre y diciembre de 2017 se contabilizaron nueve decesos, de los publicados en los medios de comunicación, por el consumo de este tipo de bebidas. Uno de los casos fue el de una pareja que vivía en Lomas de Urdaneta, Catia. Cuando el esposo despertó encontró a su mujer, Nayhli Sánchez muerta. Por otro lado, a principios de este año un hombre falleció en Lara por consumir una bebida a base de cocuy y gramoxone (un herbicida para el control de malezas en cultivos) y el pasado 20 de agosto una niña de dos años murió luego de haber ingerido cocuy. La madre en vez de darle agua, le ofreció esta bebida.

En el caso de Cova y Blanco, el médico patólogo corroboró que la causa de muerte había sido por intoxicación del líquido ingerido, el cual ocasionó un edema cerebral.

“Yo alerté sobre el peligro que estaban corriendo. Yo misma vendía guarapitas y las preparaba con caña clara, solo que hubo un momento en el que el costo era excesivo. No me era rentable la venta. Vi que otros utilizaban el alcohol para heridas. Hasta ahí dejé de dedicarme a eso. Me da mucha lastima con Jacinto Y es que obviamente no era cocuy, uno colocaba líquido sobre el dedo y este inmediatamente se secaba ”, señala la vecina.

Cova tenía otros tres hijos. Uno de ellos también estaba bebiendo ese día pero se encuentra estable en el Hospital de Los Magallanes de Catia. Por otro lado, los otros vecinos que lo acompañaron esa noche no han presentado ningún tipo de síntomas.

Foto: Referencial / Cristián Hernández


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