Debido a la falta de inmunosupresores en 2018 ocurrieron 121 rechazos de órganos. Los medicamentos que más escasean son rapamune y prednisona. Durante el primer trimestre de 2019 se registraron 10 rechazos, según la Sociedad Venezolana de Nefrología.

Caracas. A la lista de espera por un trasplante cada año se sumaban entre 300 y 400 personas, según cifra estimada de la Organización Nacional de Trasplante, ONTV. A la fecha no hay trasplantes y no se sabe con exactitud cuántos pacientes aspiran a ser beneficiados. Esa es otra de las deudas que en materia de salud tiene el gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, el hecho de que no esté la lista visible, no significa que no haya pacientes.

En junio de 2017 Fundavene mandó un comunicado anunciando la paralización de la procura de órganos, pues ya se sentía el suministro irregular (o nulo) de los tratamientos inmunosupresores, tanto para la fase previa a la operación, que llaman tratamiento inductor, como para el mantenimiento postoperatorio; había (y empeoraron con el paso de los meses) fallas en la infraestructura hospitalaria de los centros de trasplantes de la red pública que atiende a 90 % del sector; sumado esto a la migración forzada del personal calificado.

Esa suspensión limitó a la población a los trasplantes solamente de donantes vivos. Ahora, todo el peso de esas operaciones recae en el paciente. Costos nada solidarios, calculados en millones de dólares.

El grueso de los venezolanos que necesita trasplantes de órganos es paciente nefrópata.

Las cifras apuntan a que más de 80 % está en ese grupo. Carlos Márquez, médico y presidente de la Sociedad Venezolana de Nefrología, sostiene que el problema del trasplante es sumamente complejo. “Era manejado por la ONTV, una gente muy organizada y que funcionaba con criterio, formaron médicos en el exterior para hacer la procura, pues sin procura no hay trasplante. El procurador iba a los centros y preparaba a la familia para la donación, era efectivo”.

A raíz del paso a Fundaven, el sistema se quedó sin procuradores. “Se hacían injertos en Zulia, en la capital, en oriente. Tenían un registro serológico de pacientes. Se perdió parte de ese recurso y los pacientes quedaron desprotegidos. Si se hacen las cirugías es de vivo a vivo, ya no hay de cadáveres”.

Márquez destacó que se llegó a tener alrededor de 5.000 pacientes trasplantados para 2008, de los cuales quedan 2.300 activos para 2018; había además 3.000 en lista de espera.

Obviamente la cifra exacta la maneja el Seguro Social, pues es el órgano que distribuye los medicamentos de alto costo, como los inmunosupresores. Sin embargo, esos datos no están visibles al público.

“Hemos enviado comunicación a la nueva directiva del Seguro y a la directora de diálisis, a ver si se reactiva el registro, sin respuesta hasta entonces. Esa base de datos tenía 12 años acumulados de casos y, lastimosamente, Venezuela tiene un retraso en eso. Había una comisión con representantes del Seguro, del ministerio y de la sociedad que dos años asistía a una reunión en la región para los registros sobre diálisis y a los últimos encuentros solo ha ido la sociedad”.

En la actualidad de los once centros públicos (con las tres alianzas privadas) solo quedan dos centros particulares que bajo riesgo hacen los injertos y la unidad de Valencia.

Antes de que llegara toda esta crisis, dijo, el promedio de trasplantes por año era de 200, aproximadamente.

Los datos

Debido a la falta de inmunosupresores en 2018 ocurrieron 121 rechazos de órganos. Los medicamentos que más escasean son rapamune y prednisona.

Durante el primer trimestre de 2019 se registraron 10 rechazos.

En la actualidad, en vista de la paralización del sistema de procura de órganos y, por ende, de los trasplantes, hay 10.218 pacientes en diálisis peritoneal; 360 para primer trimestre de este año.

Reymer Villamizar, de Amigos Trasplantados de Venezuela, al referirse al tema de los trasplantes, ve con preocupación que tampoco hay terapias sustitutivas. De 300 unidades activas en todo el país quedan en funcionamiento 129.

El doctor Márquez maneja otra cifra: 145. De hecho, hace un par de semana trataron de entrar en contacto con ellas para revisar el estado y solo 138 respondieron algunas cosas sobre el funcionamiento. Él piensa que muchos de los voceros sienten miedo de hablar. Hay daños de equipos, falta de insumos, pero como dependen del Ministerio de Salud es una soga al cuello revelar datos internos.

Aun así, sabe que durante el primer trimestre de año unas cuantas cerraron, y ya manejaba la información de la unidad del Luis Razetti que lleva dos años paralizada y que la de Tucupita cerró por problemas técnicos.

Anahís Alvarado conoce al detalle lo que cuenta el médico en cifras. Desde los 17 años de edad presenta condición renal. A los 27 empezó con la terapia de sustitución renal (depende de las máquinas). En eso está desde hace 6 años y aunque ha hecho diligencias para recibir un riñón en los diferentes hospitales de Caracas no ha tenido suerte.

“Mi primera opción fue el Hospital Clínico Universitario, donde la lista de espera era sumamente larga. Sin embargo, avancé en los estudios de programa de trasplante que consiste en exámenes con la especialidad de cardiología, neumonología, urología y los especiales para la compatibilidad de órganos tanto en el caso de un donante vivo o por lista de espera. De igual modo hice este procedimiento en el Hospital Militar Carlos Arvelo. Pero ya para aquel entonces comenzaba la crisis hospitalaria y la lista se hacía cada vez más larga.  Recuerdo que tuve recaídas de salud y en ese tiempo se me vencían los exámenes, que duran tres meses y hay que pagarlos. Era un volver a comenzar. Luego tomé la opción de irme a centros privados, pero ya los costos eran elevados, hasta en dólares en los actuales momentos”.

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Anahís quedó inscrita en la clínica Santa Sofía, donde el requisito es conseguir el dinero y los inmunosupresores, tarea cuesta arriba. Hasta los momentos ha hecho cartas a diferentes entes gubernamentales, ministerios, alcaldías y las respuestas quedan en el aire.

“Ya para 2017 se fue agudizando más la situación y quedé sin respuesta. Ahora lo que queda es ser lo más creativo posible ante el hecho de pedir apoyo económico para poder garantizar la intervención quirúrgica. Pero ahora el tema de los inmunosupresores es de carácter internacional. Hay que tener todo previo para ser trasplantado. También he sondeado en el exterior. Y es todo un proceso riguroso para poder ser trasplantado en otro país. Por ejemplo, tener la nacionalidad, estar inscrita en un seguro, por el tema de recibir el tratamiento de la diálisis mientras se moviliza el protocolo de trasplante”.

Entretanto depende de una máquina. Ruega a Dios para que haya agua y no se vaya la luz.

El que se va a trasplantar en un centro particular debe asegurarse por lo menos seis meses de imnunosupresores. Todos son importados y por poner el caso del rapamune, el de mayor demanda y que solo se vende con récipe, cuesta alrededor de 500 dólares y alcanza para 50 días, cuando es para un tratamiento de 2 miligramos.

Es un coctel de más de una docena de pastillas diarias y de por vida, para la hipertensión, la diabetes, vitaminas.

Anahís, si consigue el donante, debe asegurarse todos estos fármacos. Tal como lo hace en estos momentos Dagoberto Sánchez, residente en Zulia, zona en donde según él hay cerca de 200 trasplantados (hepáticos y renales) que o se han muerto o han tenido que irse del país para poder comprar los tratamientos de mantenimiento.

Hace nueve años se trasplantó en el Hospital Militar, recibió un riñón. Recuerda la buena atención y ahora siente pena por lo que ocurre: hace diez meses que no recibe el medicamento por parte del Seguro Social.

En estos momentos, sostuvo el doctor Márquez, hay intervenciones en tres clínicas privadas y en el Hospital Militar.

No hay trasplantes 

Crónica.Uno fue al Ministerio de Salud para solicitar una entrevista con Fundavene y quedaron en dar pronto fecha para la entrevista.

Extraoficialmente se conoció que la fundación está dando algunos recursos e insumos para intervenciones.

De hecho, el centro de trasplantes de Valencia está recibiendo algunos materiales.

Marcos Hernández, médico adscrito a la unidad, aseguró que tienen el tratamiento de inducción y que pueden garantizar uno o dos meses de inmunosupresores.

En ese centro se hacen trasplantes de tejido óseo autólogo y alogénico. Venían haciendo 40 al año y, actualmente, la demanda no llega a 20. No todos los pacientes y sus familiares tienen como base 20.000 dólares para iniciar el proceso de trasplante. Lo que hace el gobierno, a través de esta unidad cuyos médicos trabajan con las uñas, es dar la infraestructura.

Todo lo demás corre por su cuenta, desde las botas para ingresar cada vez que se requiera a la unidad de cuidados intensivos, el cloro para desinfectar la habitación, los exámenes de compatibilidad, de hematología, Rayos X, la alimentación y la estadía del familiar en otro estado. Así que es un trasplante en un centro público, pero prácticamente privado, dada la crisis interna del programa.

Este 6 de junio se celebró el Día Mundial del Trasplantado, en Venezuela los planes y política en la materia son un saludo a la bandera: Dos años con el sistema de procura de órganos parado, solo en mayo murieron cuatro niños que esperaban por trasplante de médula ósea, cada vez hay menos unidades de diálisis, hay escasez de insumos y de materiales médico-quirúrgicos. Ahora, 3.500 personas según Codevida, esperan por un trasplante. Hoy su futuro es incierto.

Lo más reciente que ha dicho el gobierno es que va a enviar a cuatro niños del J. M. de Los Ríos a Cuba para los trasplantes. Sus mamás están recibiendo llamadas al respecto. También habló de crear un banco de médula ósea, información que no ha sido detallada. Ni siquiera llegó a los escritorios de los hematólogos de Valencia.

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