Su temple ante la violación del Estado de Derecho la llevó a estar bajo sospecha y, en consecuencia, acusada de “loca” ante el TSJ. Tiene el aval de militares retirados, chavistas escondidos y de la izquierda debido a su relación con Ruptura.

Caracas. Terca, llanera, de buen gusto y apoyada por fichas del 4F.

Luisa Ortega Díaz es definida así por quienes han tenido el gusto de conocerla; por aquellos que han tenido la oportunidad de litigar con ella, o quienes la ven lucir “radiante” a pesar de que es vigilada por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), monitoreada por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), y de que su familia se sienta amenazada por quien, otrora, era aliado: el gobierno de Nicolás Maduro.

En Miraflores sabían que de un momento a otro la fiscal se pasaría de bando.

Los primeros síntomas fueron con el cambio del personal del Ministerio Público (MP) en 2015, luego de una investigación sobre la labor de los fiscales. En su lugar, se escogieron abogados que, lejos de expresar simpatías partidistas o ideológicas, se mostraron a favor de ejercer la profesión, aplicar las leyes y cumplir el mandato de Ortega Díaz: acabar con la impunidad y, de manera especial, con la matraca o el soborno como forma de administrar justicia. El Ejecutivo percibía que algo pasaría y, por ello, se privilegió la justicia militar en los casos de índole político.

Desde que el 31 de marzo, cuando denunció que los fallos del TSJ contra el Parlamento eran una “ruptura del orden constitucional”, la fiscal se alejó formalmente de Miraflores. Sin embargo, desde hace tiempo que marca distancia.

No participó en la apresurada elección de los magistrados de diciembre de 2015; acudió a la Asamblea a rendir cuentas; no quiso procesar al jefe de escoltas del diputado Henry Ramos Allup porque no había pruebas contra él; y fue la primera en cuestionar públicamente la Operación Liberación del Pueblo [el último plan contra el crimen que el Gobierno puso en marcha en julio de 2015 y en el cual 476 personas han sido ejecutadas por policías y militares, según la Fiscalía]”, relató una fuente cercana a Ortega Díaz que asegura que el quiebre con Maduro va en serio.

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Mujer sin miedo

Su nombre completo: Luisa Marvelia Ortega Díaz. De profesión: abogada. Es oriunda de Valle de La Pascua, Guárico, donde nació el 11 de enero de 1958.

Es terca. Cuando se empeña en algo no lo suelta hasta conseguirlo. Así que peleará por la Constitución y no se irá del país, manifestaron fuentes consultadas quienes la describen como amante del chocolate, de caminar, y tan precavida que raya en la paranoia. Habla con voz baja. Prácticamente no habla por teléfono ni responde los mensajes de Whatsapp, recordó un comunicador.

Alexander Duarte, su exjefe de Relaciones Institucionales, reveló: Es dura. Con ella no valen los aduladores que le dicen sí a todo a sabiendas de que algo no se puede ejecutar. Esos terminan despedidos. Con ella no hay tarea para mañana, lo que pide siempre será para ayer. Así que quien recibe una instrucción debe comenzar a ejecutarla de inmediato. Si se trata de algo urgente no hay lugar a la espera. Ortega Díaz no tolera la mentira y premia la sinceridad. Si no logras un objetivo y reconoces tu error o le dices por qué no lo has cumplido, más con franqueza que con excusas, lo entenderá.

Aliados tras bastidores 

Su esposo, con quien lleva 18 años de vida marital, es Germán Ferrer; quien militó en la Juventud-PCV; es diputado de las filas del chavismo; tiene su movimiento, Anros, y conduce el programa “En Contexto”, en Globovisión. “Como garante de la legalidad cumple con su deber. No hacerlo sería transgredir la ley”, dijo a AFP.

Ferrer es su apoyo visible y directo en la Asamblea Nacional, mientras que otros diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) alaban a la fiscal, al igual que gobernadores y alcaldes, pero no se atreven a expresarlo por temor a la aplicación de “Ley Antitalanquera”, que aprobó el Parlamento en 2015, en la gestión de Diosdado Cabello, y cuando ya se sentía que perderían ese poder del Estado. Sin embargo, Ortega Díaz no está sola; el “chavismo disidente” presente aún en el Ejecutivo; callado y expectante, la apoya.

Todo indica que hay un sector vinculado al 4F [todos oficiales retirados] que aspira tutelar en la Fuerza Amada Nacional la transición que impulsa la fiscal, afirmó la coordinadora de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel, que estudia el mundo castrense venezolano y da pista de quiénes estarían detrás de sus actos.

De manera pública, los generales retirados Miguel Rodríguez Torres, Cliver Alcalá y Alexis López Ramírez —recién salido del Consejo de Defensa de la Nación—, así como los exministros de Hugo Chávez (Héctor Navarro, Analisa Osorio, Olly Millán y Víctor Álvarez) y constituyentes de 1999, como Freddy Gutiérrez y Giovanny Finol, han expresado respaldo a las demandas de Ortega Díaz ante el Poder Judicial y las advertencias sobre la eliminación de la democracia participativa y protagónica y la ruptura del orden constitucional.

“Detrás de estas personas se mueven otros, cuyos rostros están en reserva, que determinarán hacia dónde se inclinará la balanza”, indicaron fuentes castrenses, que optan por mantener la intriga antes que develar nombres, siglas o cualquier elemento que ayude al Sebin a levantar el “mapa LOD”.

La fiscal no puede recibir apoyos públicos de gente del Gobierno pero sí por interpuestas personas. No hay una relación directa, menos cuando el MP debe estar siendo grabado, vigilado. Maduro juega; tiene el poder y hace uso de los recursos del Estado y de ese poder para contrarrestarla mientras la fiscal hace su papel; juega a su manera, en el sector civil, porque no puede reunirse con nadie de la FANB, manifestó San Miguel.

El profesor universitario Miguel Ángel Hernández ligado al “chavismo crítico” precisó que hay sectores de la izquierda que están con la posición institucional de la fiscal; entre ellos se ubica Marea Socialista. “Ortega Díaz tuvo afinidad con Ruptura, con Douglas Bravo [exguerrillero de los 60], aunque no puede asegurarse que militó en partido alguno. El vicefiscal Rafael González guarda contacto con el sector de izquierda venezolana”, dijo el también secretario general del Partido Socialismo y Libertad.

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¿Loca yo?

En 2002, Ortega Díaz llegó al Ministerio Público de la mano del exfiscal Isaías Rodríguez, luego de que la conociera en Maracay, Aragua, donde ella trabajaba en un bufete. Al presidente Hugo Chávez le llamó la atención cómo consiguió en diciembre de 2002 que el capitán de uno de los buques tanqueros del paro petrolero se entregara, recordó un amigo.

 “A partir de allí, le asignaron casos emblemáticos: contra el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela y los relacionados con el golpe contra Chávez de abril de 2002, dijeron las fuentes consultadas.

Al indagar casos de interés para el Gobierno, ascendía. De fiscal de Caracas a Nacional y luego a Directora de Actuación Procesal, el tercer puesto en importancia del MP. En 2007, solo se le interponía en el camino la aspiración de Cilia Flores para ser la primera mujer en ocupar la silla de Fiscal General. Chávez optó por Luisa Ortega, lo que afectó sus relaciones con la actual primera dama.

Un amigo dijo: “Creo que son múltiples las causas de esta ruptura. Ella se queja de que ha sido atacada por el Gobierno”. Una de las diferencias fue la reforma del Código Orgánico Procesal Penal (COPP), impulsada en 2012 por Flores y la ministra de Prisiones, Iris Varela, pues pretendieron arrebatarle poder al MP para conducir las investigaciones penales.

“La rubia”, como es conocida, fue designada en el cargo por el Parlamento para un primer período, entre 2008 y 2014; y ratificada en diciembre de 2014 para un segundo período 2014-2021. La segunda designación se le atribuye a Cabello, primer vicepresidente del PSUV, que ahora se arrepiente de haberla avalado y, por ello, promovió ante el Poder Judicial un antejuicio de mérito en su contra y la acusó de “insania mental”.

El Gobierno la ataca y buscar destituirla mediante un juicio exprés, con el argumento de que mintió cuando dijo que no fue consultada en la designación de los actuales magistrados del TSJ. No obstante, en predios judiciales creen que casos como la violación de Derechos Humanos, Odebrecht y otros pesan para que desde Miraflores busquen neutralizarla.

Ella sabe mucho, de muchos y por eso es peligrosa, afirmó un disidente del oficialismo.

Ya el TSJ aprobó enjuiciarla a pesar de que su eventual destitución debe ser aprobada por el Parlamento, cuestión que descartó el primer vicepresidente de ese foro, Freddy Guevara.

Rodríguez Torres, exministro de Relaciones Interiores, no niega su identificación con la vallepascuense por considerar que defiende el legado de Chávez, la Constitución, la democracia participativa protagónica y asume la posición correcta contra la Constituyente, pues cree que supone “una amenaza a la República”. De allí que fustigue la acusación de Carreño: ¿Quién es Pedro Carreño? Si el psiquiatra pasa por él, se queda. Esa gente no ha entendido la Venezuela poschavista. Usan a Chávez para justificar cosas actuales, cuando él tuvo su proyecto político definido sin relación con el proyecto actual.

El politólogo Nicmer Evans consideró que Carreño es “un títere” de Cabello y que el respaldo a Ortega Díaz trasciende cualquier factor político e ideológico.

Siendo Diosdado absolutamente despreciable en política, cínico, y con una estúpida perversión que abona a la antipolítica, este contradice su capacidad de haber aprendido realmente del que él ha llamado su maestro. Por eso el protectorado que ejerce sobre Carreño refleja claramente su frustración, producto de la incapacidad, de haber tenido el mejor maestro de la Política en el último siglo [Chávez] y no haber podido aprender nada, pero absolutamente nada de él. Hoy el apoyo al rol reinstitucionalizador de Luisa Ortega Díaz en la Fiscalía es solo la punta del iceberg, porque lo que viene debajo es pueblo arrecho, que cada día tiene menos miedo”, escribió en Aporrea.

Aplaudida por unos, perseguida por el Gobierno 

Al principio, había dudas sobre la sinceridad de Ortega. ¿La razón? Identificación con Chávez; por haber imputado a los policías que la justicia condenó por el Golpe de Estado en 2002; la condena a casi 14 años de prisión contra Leopoldo López por las protestas en 2014 contra Maduro que dejaron 43 muertos.

El exfiscal Franklin Nieves, quien condujo el proceso contra López, respeta a quien lo embarcó en una investigación que califica de “amañada”. “No puedo quejarme de ella. Siempre me trató bien y con afecto. Cuando tenía casos de envergadura me llamaba para estar enterada del mismo, pero dejaba que yo actuara”, relató desde Estados Unidos, donde tramita un asilo.

¿Por qué en el caso de López le ordenaron negarle pruebas a la defensa y fabricarlas? Nieves acusa al otrora círculo de Ortega: el entonces vicefiscal Joel Espinoza o el director de Delitos Comunes, Nelson Mejías.

En medio de la diatriba, Ortega Díaz recibe la venia de la MUD, de fiscales y ministerios públicos del mundo, de los profesores de la Cátedra de Derecho Constitucional de la UCV, del grupo Transición Pacífica y Democrática, de los trabajadores del MP. Recibe, a diferencia de hace meses, a factores adversos a Maduro, como los habitantes del conjunto residencial conocido como Los Verdes, de El Paraíso, quienes han sido víctimas de noches de terror por parte de la GNB, PNB y colectivos.

“El día que repartieron el miedo yo no llegué”, manifestó el 6 de junio a 16 personas del grupo Transición Pacífica y Democrática, entre ellos exministros Víctor Álvarez y Carlos Walter, el exrector del CNE Ignacio Ávalos y el exfiscal Javier Elechiguerra.

Ferrer reconoce que su esposa es de “mucho temple, valiente y honesta que enfrentaría cualquier cosa por defender sus valores, la ley”.

En ese día, se quejó de como en Venezuela hay que pagar para que el Estado funcione; desde el traslado de un preso, hasta para sacar una cédula y pasaporte. “El país vive una crisis terminal y esta Constituyente es una amenaza a las instituciones. VTV es, si me permiten la palabra, escatológica”, se quejó la mujer.

El deslinde de Ortega Díaz se expresó de manera abierta el 31 de marzo, cuando denunció que las sentencias del TSJ eran “ruptura del orden constitucional”.

Como una “mujer de Estado” asumió la defensa de la Constitución y dice que lo hará hasta con su vida.

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