Entre los papeleos y la búsqueda de una funeraria buena, bonita y barata, los deudos ya no tienen tiempo para llorar al muerto. Ahora se inclinan por la cremación, pues es el servicio más económico. También hay clientes que están disminuyendo las horas de velación para abaratar los costos.

Caracas. En la calle siempre se escucha decir que si algo está seguro en esta vida es la muerte. No obstante, cuando llega el momento muchos no tienen preparado nada. Ni la partida de nacimiento la tienen a mano para empezar a hacer el papeleo que hoy día es una piedra en el zapato.

“Con la crisis actual y ahora que la plata no alcanza uno menos piensa en tener un dinerito guardado para cuando llegue el momento”, comentó Karla Báez, quien acaba de pasar por el trago amargo de enterrar a un familiar y sufrir en carne propia lo que implica pedir prestado, hacer vaca entre la familia y solicitar prórroga para pagar el servicio.

Lo más barato que consiguió fue un servicio en una funeraria ubicada en el sector Las Fuentes en El Paraíso. Ella y sus familiares pagaron Bs. 240.000 por un servicio básico que incluía ataúd, capilla, preparación, traslado y cafetín.

“No es fácil, esto es una verdadera emergencia. A uno no le da tiempo ahora de llorar. El duelo uno lo vive después. Esto es una corredera. Tramitar el acta de defunción es un karma. Uno tiene que ir a la Sanidad a buscar una planilla, llevársela al médico tratante (en el caso nuestro porque el deceso ocurrió en la casa) y luego ir a la jefatura. Pero no había tinta para imprimir y nos mandaron a otro lugar”, contó.

En eso Karla perdió media mañana y el acto de velación era por 24 horas nada más. Extender el servicio le costaba más, así que todo fue una carrera contra el tiempo.

En este caso, la familia de Karla no tenía al difunto asegurado. Tampoco tenían parcela en un cementerio. “Nos estaban vendiendo dos huecos por Bs. 300.000 y no podíamos. En la  funeraria nos recomendaron hacer el trámite para la cremación en el Cementerio del Este y así hicimos. Pagamos un poco más de Bs. 50.000”, explicó.

Servicio “chin chin”

Regentes de funerarias dijeron que el negocio no está en la cumbre del éxito, a pesar de que todos los días hay más muertos. Lo afirmaron porque es un servicio que depende de insumos que escasean, y de proveedores que no tienen reposición de inventarios.

Las urnas son los productos que en estos momentos más les está costando conseguir. No hay latón para la elaboración. Según Juan Carlos Fernández, director de Fabricantes Urnas y directivo Cámara Nacional de Empresas Funerarias, Cementerios Compañías de Cremación, Fábrica de Urnas y Previsión (Canadefu) estos negocios no están en una situación diferente al resto de las industrias del país.

Foto: Crónica Uno/Miguel González
Los costos de un funeral ahora se cubren haciendo una vaca familiar.

“Lo que no conseguimos en el mercado formal, tenemos que encontrarlo en el informal, y si tenemos que comprarle a un buhonero algún producto lo hacemos porque no podemos desmejorar el servicio”, dijo.

La cámara que representa agrupa a 268 empresas, entre ellas cementerios, funerarias, fábricas de urnas y empresas de previsión familiar.

Contó que en estos momentos los camposantos tienen dificultades para conseguir la cabilla y con el tema del cemento se llegó a un acuerdo con la Corporación Venezolana de Cemento para solventar el déficit.

Las funerarias, explicó, tienen problemas con la flota de vehículos, debido a la escasez de repuestos. También tienen dificultades para comprar insumos como café, azúcar, material de limpieza y papel higiénico.

La mayor traba son las urnas. Fernández explicó que 90 % de los ataúdes son de metal y en estos momentos es difícil conseguir las láminas de hierro.

La Siderúrgica del Orinoco (Sidor), que es el mayor proveedor, no les está suministrando el latón. Hay otras empresas que sí les envían lotes pero tres veces más caros.

“Los fabricantes hemos tratado de solucionar y por eso no hablamos de escasez de urnas como sí la padecimos en 2003-04. La crisis ha hecho que nos reinventemos pues creció la demanda. Ahora estamos usando otros materiales como compuestos de madera”, acotó.

Ahora, si compran el latón tres veces más caro y si el resto de los insumos los adquieren en el mercado informal, por supuesto que el precio al cliente se ve afectado.

Foto: Crónica Uno/Miguel González
Ahora hay menos disponibilidad de urnas.

Según relató el encargado de una funeraria ubicada en la parroquia San Pedro, a ellos una urna básica les cuesta Bs. 100.000, cuando hace dos años se las vendían hasta en Bs. 6.000.

Ese es el costo actual del proveedor a la compañía. Al cliente lo que le ofrecen es un paquete completo, y en promedio los costos van desde Bs. 220.000 en adelante.

Además del latón, también tienen problemas para conseguir las pinturas, los hilos para coser la lencería interna y algunos adornos de metal.

Lo otro que comentaron los trabajadores es que antes les llegaban 40 o 50 urnas para un mes y ahora les están dejando 10 o 15, precisamente porque no hay mucha producción.

Es por ello que a los usuarios les están pidiendo el pago “chin chin” del servicio. No les dan notas de crédito y en algunos casos se ponen belicosos con los seguros. “Quieren pagar a los 15 días y para nosotros eso no es rentable, pues tenemos que cancelar de contado muchos de los productos”, dijo un encargado de una funeraria.

Ese “chin chin” es, específicamente, la cancelación de todo el servicio dentro de las 24 horas del acto de velación.

“Tienen que abonar al ingresar el cadáver y un par de horas antes de su salida terminar de cancelar el paquete. Lo pueden hacer con tarjeta de débito, crédito o transferencias. No aceptamos cheques”, acotó la fuente de una funeraria ubicada en La Florida.

A decir de Fernández, los servicios están subiendo al ritmo de la inflación.

Café controlado

Antes en las capillas velatorias no faltaban el café ni el chocolate caliente. “Ahora eso es un lujo. Por ejemplo, aquí en la funeraria La Virginia, en Los Chaguaramos, pusimos un horario para repartir el café. Ahora lo servimos de 8:00 am a 10:00 am y de 3:00 pm a 5:00 pm”, afirmó un empleado, al tiempo que explicó que pusieron horarios por los costos de esta bebida que tienen que comprar en el mercado informal.

Fernando Seijas, quien hace un par de días enterró a su papá, aseveró que su paquete incluía tres termos de café a un costo de Bs. 21.000.

En donde no hay el “negrito”, sirven otras infusiones. “Estamos sustituyendo el azúcar por el papelón y hasta con la miel estamos endulzando, para no desmejorar el servicio, principalmente en las zonas populares”, afirmó el señor Juan Carlos Fernández.

En la misma funeraria La Virginia se suspendió el traslado de acompañantes. Solo están autorizando la salida de la carroza fúnebre, pero no los otros carros para transportar a los familiares hacia el cementerio, debido a que no consiguen repuestos.

En otras funerarias consultadas como La Hispania, Vallés, El Rosal, Las Fuentes, Virgen del Valle sí se cubre ese servicio. “Aunque eso representa un gasto extra para nosotros, pues hay que pagar en el mantenimiento de los vehículos y ahora todo es más caro”, dijo uno de los entrevistados.

Igual sucede con los desayunos y el acostumbrado consomé. Karoly Brito, quien hace 15 días veló a su hija en la Vallés de La Florida, contó que todo el paquete salió en Bs. 380.000.

Y aunque dijo que la atendieron muy bien, señaló que en la habitación asignada no había cama sino un sofá, que no le incluyeron carro para los acompañantes, que a las 8:00 pm se acabó el café, y el desayuno lo sirvieron a las 6:00 am y solo para las cinco personas que se habían quedado.

Además tuvo que pagar Bs. 18.000 para que vistieran a su niña y Bs. 25.000 por el alquiler de una encava que los llevó al cementerio.

Asimismo. la cremación le costó Bs. 46.000, y las más de 40 copias que tuvo que sacar entre las cédulas de identidad, el acta de defunción y las partidas de nacimiento.

El acta de defunción es otro de los costos que en ocasiones sube la cuenta. Sucede que cuando las personas mueren en sus casas, a los familiares les toca literalmente “parir” ese papel. Tienen que buscar la planilla en la Sanidad y llevársela al médico tratante, luego sellarla en una jefatura civil y todo eso es una travesía, pues la mayoría de las veces los médicos no están disponibles.

Ahí es donde aparecen los agentes funerarios y ofrecen ese servicio. Si la persona, por las dificultades burocráticas no puede hacerlo sola, entonces tiene esa opción que le va a costar entre Bs. 15.000 y Bs. 20.000 adicionales.

También encontrar “el hueco”, como le dicen popularmente, es otro golpe.

“No hay muchas ofertas y por la rapidez y la emergencia uno no sabe qué hacer. Conseguí que me vendieran una parcela de dos puestos en el cementerio de El Junquito por Bs. 300.000, y eso porque una señora me los vendió. En total gasté Bs. 550.000 para enterrar a mi papá. El dinero lo reunimos entre toda la familia”, comentó Fernando Seijas.

La disponibilidad de espacios en los camposantos es limitada, por lo que la oferta depende del que tenga propiedades. En los terrenos de El Junquito ya no venden; en el Este, uno de dos puestos vale Bs. 320.000, y en el del Sur varía dependiendo de la terraza y de quién lo venda.

El pasado miércoles 20 de julio, por ejemplo, en las puertas de esta última operadora se encontraba una familia a la que no le alcanzaba la plata para enterrar a una bebé. La tenían dentro de la carroza mientras reunían el dinero.

“Nos piden Bs. 70.000. No los tenemos y por eso no nos dan acceso”, contó uno de los allegados, que al final reflexionó con esta frase: “Morirse en tiempos de crisis es una tragedia”.

Fotos: Miguel González


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