En el país se están dejando de hacer 90 % de los estudios de bioanálisis por la falta de insumos, equipos y reactivos.

Caracas. Mantenerse sano en este país es como cruzar una carrera de obstáculos. Hasta para los chequeos de rutina las personas sufren lo impensable. No consiguen dónde hacerse una batería de exámenes de laboratorio y si tienen suerte en un único sitio, la cifra a desembolsillar es millonaria.

Le tocó al señor Carlos Rodríguez la semana pasada. Necesitaba hacerse exámenes básicos: hierro, antígeno prostático, perfil 20. Caminó mucho. En todos lados le decían que no había reactivos, hasta que, por Los Rosales, cerca de la avenida Nueva Granada, consiguió un presupuesto de 5,6 millones de bolívares.

Eso fue la semana pasada. No tenía en ese momento el capital para hacérselos. Los hijos lo ayudaron y cuando regresó al laboratorio esta semana pagó 6,2 millones de bolívares. Casi sale de la clínica con una enfermedad adicional debido a la impresión.

La licenciada Judith León, presidenta del Colegio de Bioanalistas, dijo —de manera general— que la problemática del sector diagnóstico, de los servicios, es porque no ha habido una política nacional de inversión.

Más bien, señaló, el Ministerio de Salud desmanteló la Dirección de Bioanálisis. Desde entonces los recursos se dan de manera esporádica y dispersa. Eso conlleva a una pérdida del dinero, lo que llamamos corrupción. Luego viene esto del control cambiario. Todos los insumos del sector son importados y por ende necesita divisas, que desde 2012 venimos alertando que no nos entregan, pues ya no participamos en el sistema de subastas preferenciales.

Esa situación los trajo a este punto: el alza en los precios. Si los que manejan los laboratorios tienen que pagar los resultados en el mercado paralelo el resultado, eso impacta en el costo para el paciente.

Hoy en día, dijo León, en el sector público es casi imposible hacerse una prueba hormonal. En el privado se da esa variación de precios precisamente por la importación de los insumos. Una hematología oscila entre Bs. 75.000 y Bs. 380.000, por ejemplo.

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La situación presiona más cuando se trata de diagnósticos especializados, como una resonancia magnética —la más barata ronda 1,2 millones de bolívares— o una tomografía que, según los pacientes, es un estudio que puede valer hasta 20 millones de bolívares.

Para una infección urinaria, que requiere varios cultivos, se necesita como mínimo Bs. 600.000. Lo mismo que para un espermatograma.

Yo tuve que caminar por Los Chaguaramos, San Bernardino, Catia y Altamira, buscando mejores precios. En un laboratorio que está por la avenida Libertador me dijeron que ya no dan precios por teléfono. A finales del año pasado me hice la prueba de insulina basal y me costó Bs. 200.000. Tengo que repetirme otros exámenes y no sé de dónde voy a sacar la plata, porque mi seguro no cubre tanto, comentó María Torres.

Suceden casos en que las personas se hacen sus análisis y cuando se los llevan al médico este se las manda a repetir porque no tienen todos los valores químicos requeridos.

Entonces ese es otro gasto más. Me pasó incluso que se me vencieron los exámenes preoperatorios para una intervención porque en el hospital Padre Machado no había sangre y corrieron las fechas, denunció una paciente.

La bioanalista León destacó que los laboratorios están comprando al día los químicos, pues ya no tienen disponibilidad para tener inventarios.

Ahora lo que uno no entiende es cómo el Gobierno invierte en un plan quirúrgico, donde sí se pueden hacer las pruebas de laboratorio con los equipos y en el sistema hospitalario no hay nada. Pensamos que obviamente son estrategias políticas. Esta crisis la venimos reclamando desde 2011. Ahora la vida del venezolano está en riesgo. No se trata de las sanciones impuestas al Gobierno, eso no tiene nada que ver con la crisis y que 90 % del sector diagnóstico esté parado. Todo tiene que ver con que no se invierte en prevención.

La situación es irregular. El material está durando 15 días, en el caso de los hospitales dependientes del Gobierno. Un mes hay laboratorio en Coche, otro en el periférico de Catia, otro en el Vargas y así sucesivamente.

Eso no puede ser, lo poco que llega se agota, no hay continuidad y, por tanto, la gente que necesita chequearse tiene que ir al privado, donde los costos suben a diario. Lo mismo pasó con el Banco de Sangre. Hace cuatro meses no teníamos reactivos para hepatitis B y C. Así no podíamos transfundir a los pacientes. Por eso la gente tuvo que salir a comprar en las unidades de sangre particulares. Y ya nos está pasando otra vez que se están agotando los reactivos, alertó León.

Sin personal

León informó que 80 % de los bioanalistas son mujeres, a las que les costaba dejar sus empleos por cuestiones familiares y sociales. No obstante, el patrón cambió: están renunciando por los bajos sueldos y por las condiciones de trabajo.

No hay cómo atender al paciente. Antes teníamos 5 % de egreso, luego subió a 8 %. Desde 2016 para acá la cifra repuntó a 25 %, ha sido de manera exponencial, eso es 4000 profesionales. Somos 20.000 en todo el país. Es un déficit tremendo que se suma al cierre de laboratorios. No podemos, ahora, reponer los cargos.

Con un sector así de deprimido, cuando el señor Carlos Rodríguez, en seis meses, se repita sus exámenes de rutina, la historia se escribirá con más ceros en la factura.

“Dependemos de las divisas, y el sector salud no recibe las preferenciales”, concluyó León.

Foto: Cortesía

Infografía: Mabel Sarmiento


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