Paralizada y a oscuras UCV Maracay por robos de cableado eléctrico

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Algunas áreas no cuentan con servicio eléctrico desde hace más de 7 meses producto de los consecutivos y sistemáticos robos. La delincuencia también ha matado animales de raza dentro de la facultad de Veterinaria. La grave situación ha mermado la matrícula estudiantil.

Maracay. “La casa que vence las sombras” está a oscuras. La Universidad Central de Venezuela (UCV), núcleo Maracay, en donde funcionan las facultades de Agronomía y Veterinaria se asemeja a un lugar en ruinas y fantasmal, lleno de hierba y desolación. Desde hace dos años aproximadamente, los robos a sus instalaciones son sistemáticos y en cada incursión delictiva son mayores las pérdidas materiales.

El cableado eléctrico ha sido robado en muchas de las dependencias universitarias. Al principio, el hampa se llevó cables y algunos complementos eléctricos que pudieron reponerse, aunque no en su totalidad.

Pero en el último trimestre del año, la delincuencia arrasó con el cableado que va desde los transformadores hasta los tableros, dejando sin servicio eléctrico a edificios y dependencias completas y afectando áreas emblemáticas donde se preserva material biológico como El Herbario —el segundo más importante de América Latina— el Departamento de Botánica, el edificio de Morfoanatomía; de Edafología, la Biblioteca Central especializada en el área agrícola, el Departamento de Zoología Agrícola, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Ceniap), algunos servicios estudiantiles y el área administrativa, entre otros.

Las actividades y funciones académicas, de investigación y extensión se han visto diezmadas por el embate consecutivo de la delincuencia que ya se ha robado cableados eléctricos de hasta 1 pulgada o más y ha cargado con componentes eléctricos importantes y de gran envergadura que solo quienes tienen conocimiento y manejan el sistema eléctrico pueden manipular de esa forma, señala el agrónomo Jesús Romero, director de la Escuela de Agronomía.

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Jesús Romero, director de la Escuela de Agronomía de la UCV

El área administrativa de la facultad, por ejemplo, así como el nuevo edificio de Morfoanatomía, hubo que mudarlos a otras dependencias, pues quedaron totalmente sin servicio eléctrico. Crónica.Uno en Aragua, hizo un recorrido por el núcleo de la UCV Maracay donde quedaron en evidencia techos con grandes boquetes por donde los delincuentes han entrado a las dependencias universitarias y se roban, además, aires acondicionados, computadoras, impresoras, equipos de laboratorio, materiales de oficina y un sinnúmero de materiales imposibles de reponer, dado el deficitario presupuesto con que cuenta el núcleo y que, en el caso específico de la Facultad de Agronomía, apenas es de 3,3 millones de bolívares al año y de 60.000 bolívares anuales para la Escuela.

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La paralización de nuestras facultades —dice Romero— está afectando y afectará no solo a la institución, sino que traerá graves consecuencias al desarrollo y a la producción agrícola y animal del país. Ya nos resulta imposible seguir investigando y asesorando a los productores, instituciones y empresas.

La unidad de asesoramiento en suelos, fertilidad y producción está en riesgo, porque sin electricidad es imposible sostener y ofrecer servicios, como los de Genética o Fisiología, análisis de plantas o mecánica de suelos, por ejemplo.

La inclemente incursión delictiva en el núcleo de la UCV también ha causado mermas en la facultad de Veterinaria. Inclusive, algunos animales han sido víctimas de matanzas alevosas e indiscriminadas. El caso más reciente es el de un padrote de reemplazo y de raza, del cual solo apareció su osamenta hace como 3 meses.

La gravísima situación que atraviesan las facultades de agronomía y veterinaria de la UCV Maracay, se evidencia en cada pared humedecida por el hongo, en cada aula o laboratorio clausurado por filtraciones que ponen en riesgo a docentes y estudiantes, en cada departamento sin equipos para su normal funcionamiento, en cada impresora o computadora desincorporada por falta de tinta o de internet. Todo ello no solo ha mermado la actividad docente, de investigación y extensión, sino que además ha generado una deserción estudiantil sin precedentes.

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Las aulas tienen fuertes filtraciones de agua.

Entre un 40 a 50 % se estima el porcentaje de estudiantes que han abandonado las carreras que ofrece el núcleo, toda vez que no cuentan ni con los espacios, equipos, laboratorios y seguridad necesaria para su formación. De 330 estudiantes que conformaban una cohorte, apenas 50 o 60 prosiguen sus estudios.

La facultad de Agronomía, según explica el director de escuela, ha graduado a más de 10.000 agrónomos desde 1937, que han contado con importante acreditación frente al Mercosur.

Pero además, desde las brillantes y luminosas aulas de este núcleo universitario han surgido planes de desarrollo, como el plan de la Nación en materia agrícola, que fue adoptado en 1998 por el entonces presidente Hugo Chávez.

Para las autoridades universitarias del núcleo, las denuncias de los constantes robos de los que son objeto no solo las instalaciones sino también los docentes, estudiantes y personal administrativo y obrero, no han encontrado eco en las autoridades policiales.

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Paredes y techos están afectados por humedad lo que genera moho.

Hace apenas unas semanas, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas detuvo a algunos miembros del personal universitario presuntamente involucrados en los robos. Pero como en ocasiones anteriores, no hay sanciones penales para los responsables, mientras las incontables denuncias reposan en algún archivo policial.

Algunos trabajadores del núcleo —que pidieron no ser identificados— aseguran que el personal interno de seguridad no cuenta con los recursos financieros ni equipos que requiere para un mayor control y vigilancia de las instalaciones, pero también denuncian que muchos de estos actos delictivos son perpetrados por algunos empleados u obreros en complicidad con antisociales y amparados por una dirigencia sindical que nada hace para evitar que la Universidad Central de Venezuela se apague definitivamente.

Fotos Gregoria Díaz


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