Botes de agua blanca y residual, basura por doquier, falta de alumbrado público, inseguridad, son los problemas que le sacan canas verdes a los vecinos de esta zona, donde incluso se crió la alcaldesa de Caracas, Érika Farías.

Caracas. Botes de agua negra y blanca, basura, indigencia, servicios públicos colapsados. Esos males destacan del rosario de problemas que reportan los vecinos de San Juan, parroquia que llaman la Cenicienta de Caracas, precisamente porque “está desasistida y olvidada”.

Dígame usted, la alcaldesa Érika Farías es sanjuanera, criada en El Guarataro y lo menos que ha hecho es cuidar de esta comunidad. Aquí hasta el comercio cierra a las 3:00 p. m. No hay mercancía, pero tampoco hay a quién venderle, dijo Fernando Ocariz.

Desde que comienza la avenida San Martín, el corazón vial de la parroquia, justo en la esquina de Angelitos se avistan los problemas.

Hay un escape de aguas blancas que Hidrocapital no atiende, pese al llamado de los vecinos y comerciantes. El hilo de agua recorre varias cuadras, está dañando el asfalto y lo peor es que en las casas y apartamentos, tener el servicio ahora es un lujo. Hasta cuatro meses sin agua han pasado en algunas zonas.

Más de dos meses tiene esta filtración, según Andrés Rivero, líder comunitario y cronista, quien aún no tiene un censo de la cantidad de botes descontrolados, pero que igual mostró por lo menos tres en apenas dos cuadras.

Los vecinos se surten del chorro fracturado y los indigentes lavan la ropa y hasta se asean en la tanquilla. Es agua limpia, las autoridades son indolentes. Se bota indiscriminadamente, pero en las casas la gente está seca, destacó Rivero.

Este torrente de aguas servidas recorre más de cuatro cuadras.

De la esquina Angelitos a la calle La Amargura, por un lateral que está empezando la avenida y que conecta con el parque El Calvario, hay otro brote, esta vez de aguas servidas.

Se inicia dos cuadras arriba. Sale de una dependencia que está cerrada y que perteneció a la Alcaldía Metropolitana.

La cloaca recorre la calle y se une con la filtración de aguas blancas que ya está llegando a Capuchinos, aproximadamente cuatro cuadras de recorrido lineal.

Unos vecinos dicen que tiene un mes desbordada. Otros, como Daysis Aguilera, dan fe de que tiene cinco años esa problemática.

En menos de dos cuadras contamos tres fugas de agua.

Están cansados de ir a las autoridades competentes y nada que solucionan la fuga malolienta.

Los niños del sector juegan y corretean con las pelotas y sus carros de plástico por encima del canal improvisado de la cloaca.

Aquí hay muchas personas con afecciones respiratorias y de la piel. Yo misma estuve hospitalizada, contó Aguilera.

El agua verde no detiene su paso por la calle La Amargura, que se llama así, según Rivero, porque cuando los apostadores salían cabizbajos de la gallera que queda al final de la calle, les decían “vas por la calle de la amargura”.

Las filtraciones están causando hundimientos.

Al frente de este problema, hay otro similar. Isamar Pérez, habitante del Bloque 5 de El Silencio, cuya entrada está por la calle La Amargura, contó que el edificio se está asentando precisamente porque la red de cloacas y agua de lluvias están colapsadas.

Mostró parte del patio, que ya presenta desnivel al igual que la acera del acceso principal. Coincide con sus vecinos en no saber a qué santo rezarle para que atiendan sus quejas. Y eso que por aquí pasa Jorge Rodríguez en moto. Esta situación tampoco es desconocida por la alcaldesa Farías.

Las aguas residuales tienen corroído el asfalto. Ya se aprecian huecos en las calles y aceras.

Fallas que igual se detectan en la avenida San Martín de lado y lado, donde además hay botes de desechos sólidos ante la falta de contenedores.

Los vecinos denuncian la falta de contenedores.

Secos y sin beneficios

Andrés Rivero denunció que a todo esto se suma el hecho de que los consejos comunales están obligando a los residentes a cambiar su registro electoral para los colegios cercanos a la jurisdicción. De no hacerlo, no gozarán del beneficio del Clap.

Andrés Rivero denunció que los están obligando a cambiar de registro electoral para poder tener el beneficios del Clap.

Asimismo, contó que, para percibir el servicio del gas, los vecinos reúnen kilos de comida para dárselos a los conductores del camión de bombonas. De esa forma van regularmente.

Vecinos y transeúntes piden a las autoridades poner más empeño en la gerencia de lo público.

San Juan tiene memoria urbana, en el famoso restaurante El Calvario estuvo Daniel Santos, aquí creció Aquiles Nazoa, y algo que nosotros decimos a modo popular: quien no nació en la Maternidad Concepción Palacios, estuvo preso en la cárcel Los Obispos. San Juan tiene mucho que dar, pero también necesita que sus autoridades la tomen en cuenta, sentenció.

Este local forma parte de la memoria urbana de la parroquia.

Fotos: Luis Morillo @luizmorillo15


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