Desde 2010, va todos los sábados a dictar clases de inglés. Sube empinadas escaleras, toca las puertas de los vecinos, los anima y entusiasma, consigue libros y material didáctico para reforzar la parte académica de los niños entre 6 y 14 años de edad.

Caracas. Uno va por las calles y ve tantas calamidades, pobreza, violencia, basura, desesperanza. Pero también ve cosas buenas, alegría, fortaleza, gente empoderada de sus proyectos y tratando de enderezar su camino y el de otros. Tal vez son menos ante el panorama caótico que nos arropa, pero la diferencia es que lo que ellos hacen tiene alcance que suma, que multiplica, que favorece, que alimenta el espíritu y la mente.

En ese grupo entra Pedro Maldonado, un hombre de 45 años de edad, formado en Recursos Humanos y que, desde 2010, combina su trabajo formal con otro que lo ha engrandecido y hecho un mejor ciudadano: la enseñanza.

Camina largos trechos, sube empinadas escaleras de los barrios La Montaña, La Montañita y Las Casitas de la Cota 905. Lo hace con la intención de tocar cada una de las puertas de sus vecinos, él vive en El Paraíso, y todo con el propósito de animarlos, de enamorarlos, de enrumbarlos por el camino del aprendizaje.

Escogió inglés como meta. Su mamá que estudió en Estados Unidos lo ayuda con la parte académica, lo orienta a preparar las clases y a ser dinámico con los chamos del barrio.

¿Cuándo comenzó todo esto? Pues contó que él tenía muchas conversaciones con los muchachos que limpiaban carros cerca de la plaza Madariaga, muchos de ellos residentes de la Cota 905. Fueron encuentros que lo dibujaron un mucho diferente, en el que también hay sueños y proyectos.

Decidió entonces iniciar el proyecto de las clases gratis. En una casa, en un patio, en un recodo, donde pudiera poner unas cuantas sillas. No pedía más y así le dio forma al proyecto que va para nueve años.

Con él otros cuatro voluntarios recorren las calles de las comunidades objeto de la Fundación Choka Las Manos.

“Se llama así, porque cuando uno termina con éxito algo, choca las manos en señal de felicidad, de agradecimiento, de amistad”, dijo.

En este tiempo ha podido llegar a aproximadamente 200 niños. “Y la satisfacción que me ha dado esta labor es que algunas madres se me acercan y me dicen que sus hijos, gracias al inglés, están buscando un mejor futuro en otros países”.

Ahora, ¿cómo lidia con el tema de la violencia en el barrio? La Cota 905 es una zona visible por la cantidad de bandas y donde impera el pranato. Se recuerda la actividad delictiva del “lucifer”, azote ultimado en mayo de 2016, los secuestros, los estallidos de las granadas, las incursiones de la Operación de Liberación del Pueblo (OLP), los llamados toques de queda entre 2015 y 2016… Todo eso lo conoció Maldonado, quien ha sabido torear las desventajas de no ser uno más del barrio.

“Los motorizados que me llevan conocen toda la zona, hasta la parte alta. Yo llego y ellos saludan a los malandros, saben quién soy y a qué voy. Están al tanto de que voy a enseñar a los niños, a recuperarlos incluso y eso lo ven bien”.

No ha sido obstáculo para él las escaleras ni las bandas armadas del sector. Espera seguir por este camino, acortándole a los chamos la distancia que hay para llegar a la violencia.

Los recursos no sobran, pero sí los voluntarios que se suman a la labor. Algunos colegios le donan los libros y el material. Los muchachos lo usan con celo y preservan cada página, pues es un legado que pasará a sus hermanos y a los amigos de la cuadra.

Pedro, es una ayuda para los sectores La Montaña, La Montañita y Las Casitas. Su familia lo apoya y valora. “Dicen que esto que hago es un gesto humano muy grande, ellos están orgullosos y yo satisfecho de esta labor social”.

Para mayor información Fundachokalasmanos@gmail.com.


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