Pequeños vendedores de comida recurren a bachaqueros para comprar los productos

Las ganancias de los comercios no son suficientes, porque las ventas disminuyen y los costos de producción son muy elevados, afirman los comerciantes.

Caracas. “Ya no consigo nada regulado. Uno pasa trabajo, tiene que pagar el alquiler del local, servicio de luz y agua, además de los empleados. Las ventas van de mal en peor” dijo Alexander Castellano, un vendedor de empanadas en el centro de Caracas.

Insumos como la harina precocida de maíz y el aceite dejaron de verse en los anaqueles, Castellano contó que “tengo que comprárselo a los bachaqueros a sobreprecio y debo hacer ajustes de precios casi semanales para que las cuentas den. La gente redujo las compras, con suerte quienes comían dos empanadas ahora solo llevan una”.

Las recetas secretas en la masa ya son cuestión del pasado, dice María Mijares que vende desayunos en el Mercado Unido de la Hoyada desde hace seis años. “Un kilo de azúcar los bachaqueros lo pueden vender hasta en 1.800 bolívares, el libro de aceite en 2.000 bolívares. Uno tiene que subir los precios y automáticamente las ventas bajan”.

Mijares recordó “a principios de año podía vender hasta 200 empanadas, ahorita llegan si acaso a un poquito más de 100. Menos mal que no tengo que pagar empleados porque no alcanzaría ni para ellos ni para mí”.

Quienes dependen de la venta de comida en la calle sufren para conseguir los productos
Quienes dependen de la venta de comida en la calle sufren para conseguir los productos

Ahí no queda el calvario de ellos. Castellano y Mijares tienen que recorrer los mercados de Quinta Crespo, Coche, Catia y hasta Petare para buscar el relleno que represente el precio más económico. Ambos coinciden que disminuyeron la compra de pollo y la carne, porque “los precios aumentan casi a diario y se vuelven impagables”.

Una situación similar vive Deisy Caraballo quien vende almuerzos y recientemente cumplió 14 años en su local. “Esto está horrible, toca recorrer toda Caracas para conseguir los productos al precio regulado”.

Para Caraballo la disminución en las ventas se debe a que “a la gente no le alcanza la plata, prefieren comprar alimentos que puedan compartir o llevar a sus casas para darles a sus hijo”.

Sus ventas cayeron en 70 %. “En un día bueno podía vender fácil 100 platos, ahora de broma llego a 30 y eso porque son clientes fijos que trabajan cerca de aquí”.

Sin embargo, hay quienes se niegan a comprarle a los bachaqueros. Aníbal Fernández que tiene otro puesto de venta de almuerzos dice que “prefiero meterme en las colas y aguantar que pagar el sobreprecio, tengo a alguien de confianza que atienda mientras salgo a comprar. Igual mis ventas bajaron, la gente no tiene plata”.

Fotos: Angeliana Escalona


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