El presupuesto ordinario de las universidades es inexistente. Desde hace más de una década la cuota es impuesta por el Ejecutivo. La Comisión de Presupuesto de 11 academias nacionales expresó que 2019 ha sido el año más difícil para el funcionamiento de las instituciones.

Caracas. El semestre en la Escuela de Biología de la Universidad Central de Venezuela ya va por la mitad. El profesor de Entomología, Edmundo Guerrero, no tiene garantías de que podrá realizar las dos salidas de campo pautadas en el cronograma. Sus estudiantes tienen que presentar una caja de insectos con 70 ejemplares al finalizar el curso, Guerrero piensa que tendrán que recolectarlos en el campo universitario o en sus casas.

De ir a campamentos o a estaciones biológicas, las prácticas ahora se realizan en zonas locales o se cambia de actividad. La Escuela no tiene vehículos para las salidas, ni viáticos para cubrir la estadía en esos lugares. En esta materia es fundamental que podamos salir. Un biólogo se hace en el campo. Muchos de los chamos que se están formando no tienen un mínimo de salidas de campo, dice Guerrero.

Resolver y construir son las palabras que constantemente repite Guerrero para poder continuar. Nosotros hemos sabido vadear está situación, pero no quiere decir que eso esté bien, señala. Para poder trabajar como docente ha tenido que crear las condiciones.

A través de donaciones levantó su laboratorio, un espacio que encontró hace tres años sin equipos y muebles.Lo hice para recuperar la Entomología del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la UCV. Porque si uno se va a quedar en la universidad algo tiene que hacer, cuenta.

Desconoce si existen o no partidas presupuestarias destinadas para los laboratorios. Solo sabe que es el profesor quien al final termina manteniendo a la universidad. Yo canalizo mi impotencia tratando de hacer las cosas por todas las vías, eso no quiere decir que sea el deber ser, lo lógico es que existan garantías.

Guerrero quisiera trabajar con modelos científicos de insectos que están en Europa, podrían costar 500 euros. Aprendió a hacer esculturas figurativas y ahora los hace. También repara los equipos ópticos. “¿Pero hasta qué punto voy a llegar? ¿A fabricar todo?”, se pregunta.

La escuela no tiene el mínimo de insumos requeridos para su operatividad. Ahorita tenemos alcohol porque recibimos una donación, dice. Con la tapa de bidones de agua reparó uno de los microscopios. En el núcleo de Maracay rescató 32 microscopios lupa.

El profesor Guerrero, con la tapa de un botellón de agua, reparó uno de los microscopios de su laboratorio para poder trabajar

Las grietas de las universidades venezolanas comenzaron a formarse desde hace más de una década. Y día a día parecieran resquebrajarse un poco más. Los siete meses que han transcurrido de este año han terminado de paralizar gran parte de los servicios de las instituciones. Desde 2008 comenzaron a recibir apenas retazos de un presupuesto impuesto por el Ejecutivo.

La Comisión de Presupuesto de 11 universidades nacionales emitió un comunicado este mes en el que expresa que 2019 ha sido el año económico y de logística más difícil para las universidades. El presupuesto ley no llegó regularmente en los primeros cuatro meses, muchas instituciones apenan comienzan a recibir los recursos.

La comisión alertó que, como consecuencia de la situación económica, se han paralizado carreras. Las instituciones no cuentan con recursos para adquirir papel, marcadores, reactivos ni otros insumos básicos.

Todo lo que yo uso lo pongo yo: marcadores, impresiones. No me pagan por mi trabajo, sino que los profesores tenemos que pagar por ir a trabajar a la universidad, dice Laura Rodríguez, profesora de la Escuela de Educación de la UCV.

Pese a las condiciones, para Rodríguez, la educación siempre va a valer la pena en cualquier contexto y es esa la decisión que toman quienes se quedan.

Se dejó de realizar el Consejo Nacional de Universidades en el que se planteaban necesidades y en función de eso se definía el criterio para la distribución del presupuesto. Ese proceso no se hace desde 2008, cuenta el coordinador del Vicerrectorado Administrativo de la UCV, Alfredo Marcano.

Los techos de los pasillos de la UCV tienen filtraciones y la cerámica del piso está rota.

Cada año las instituciones preparan el anteproyecto de presupuesto para el año siguiente, este es revisado por los entes del Estado y luego debería ser aprobado por la Asamblea Nacional. Pero no se cumple con los rigores de ley, sostiene Marcano.

El presupuesto es inexistente. Se redujo a maquetas —sueldos, servicios y funcionamiento— desde 2016: cada mes las universidades envían al Ministerio de Educación Universitaria los requerimientos para pagar sueldos y salarios.

“Este instrumento ha sido modificado en el camino. Antes nos pedían calcular y ellos transferían. Ahora cada maqueta que sale va con nombre y apellido del trabajador, cargo, sueldo y prima”, explica Marcano. Es un proceso automático que rellena los montos que se pagan, no hay posibilidad de agregar insuficiencias por gastos de funcionamiento.

Presupuesto en gotas   

El presupuesto ordinario de la UCV de 2019 se agotó en el primer mes del año. Marcano indica que en años anteriores quedaba 10 % del presupuesto para gastos de funcionamiento, en la actualidad no pasa de 3 %.

El cronograma de desembolso fue modificado y se redujo a entregar recursos para tres meses, de esos, solo han recibido una fracción, 27 % de la primera porción. “No hemos llegado ni a una porción de las tres programadas para el año”, dice. Marcano.

450 bolívares es el dozavo de funcionamiento anual del Vicerrectorado Administrativo. El presupuesto anual de la UCV entre 2000-2017 no superó 1,5 % del presupuesto de la Nación.

Para el vicerrector administrativo de la Universidad de Carabobo (UC), José Ángel Ferreira, los siete meses que han transcurrido de 2019 han sido “de los peores” para la institución. El presupuesto lo recibieron en mayo y apenas alcanza para tres meses de funcionamiento. Todo lo que se planifique se vuelve trizas. Si hubiese llegado en enero quizá hubiésemos trabajado en la impermeabilización, mantenimiento de áreas verdes, asevera.

Mariella Azzato, vicerrectora administrativa de la Universidad Simón Bolívar, precisa que desde mediados de 2018 dejaron de recibir financiación para gastos de mantenimiento e inversión académica. “No podemos pensar en un presupuesto, porque desde 2016 para acá enviaban 13 %, hoy no llega ni 8 % de lo que enviaban de ingreso inicial. Dependemos de créditos adicionales que no han sido aprobados ni enviados a la universidad”, sostiene.

Para Azzato, las universidades ya no pueden hablar de presupuestos, “eso quedó en entelequia”, dice. Aunque se construye el proyecto operativo anual no pueden ejecutarlo. “Nosotros enviamos al ministerio lo que vamos a necesitar y queda a discreción de ellos pensar lo que se requiere. Los recursos se han reducido para pagar sueldos y salarios”, asegura.

El Ministerio de Educación Universitaria solicitó en febrero información sobre insuficiencias presupuestarias para gastos de funcionamiento y providencias estudiantiles del primer trimestre del año. Estos recursos fueron enviados a mediados de junio a través de créditos adicionales.

Universidades sin servicios

Los servicios de las universidades se consumen y se paralizan. Transporte, comedores y providencias estudiantiles dejan de ser una opción para los estudiantes en medio de la agonía por la falta de presupuesto.

En la Universidad de Carabobo, de 60 autobuses, apenas están operativos 7; de esos, solo 3 están en condiciones de prestar servicio. “Tenemos una sola batería para todo el transporte”, dice Ferreira. Requieren 3000 dólares por unidad para hacer las reparaciones.

La situación no es diferente en la UCV. El dozavo por transporte son 7 millones de bolívares, pero a la fecha les han entregado 600.000 bolívares. Al igual que la UC, los trabajadores van con una carrucha con la batería para prender los autobuses. La institución cuenta con 10 unidades, solo 3 prestan servicio. El último autobús que se incorporó a la flota es de 2010.

La deuda de transporte estudiantil de la USB asciende de enero a mayo a 3300 millones de bolívares. Mazzato cuenta que se les ordenó cerrar la factura para no continuar comprometiendo los recursos del Estado. En marzo la partida de transporte la cambiaron a gastos de funcionamiento, recursos que dejaron de recibir desde el año pasado. En la USB 82 % de los estudiantes dependen del transporte.

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Las universidades no reciben recursos para el mantenimiento de las áreas verdes y de la infraestructura

La USB solo tiene operativas 16 unidades, 14 en Sartenejas y 2 en el Litoral. Estas solo pueden circular por rutas urbanas, por lo que no cubren Maracay, Los Teques, Guarenas, Guatire. En mayo también dejaron de prestar servicio porque requieren reparaciones mayores y el contrato de mantenimiento no cubre esos gastos.

Por ejemplo, un motor podría costar 1000 dólares. Por la antigüedad, deben tener un mantenimiento interdiario. En total son 34 unidades, “una colección vintage” de más de 30 años.

No solo los autobuses dejan de andar. El comedor de la USB desde enero está cerrado. De 2220 kilocalorías en una bandeja, estábamos dando como mucho 550. Pero ahora ni siquiera esas. Porque el proteico no llega y el ministerio paga 60 bolívares por la bandeja, destacó Mazzato.

En la UCV el comedor solo ofrece desayuno desde finales de junio. La directora de la Organización de Bienestar Estudiantil, Aurimer Meza, informó que esperan por reparaciones mayores (parrilleras, cavas de conservación y la caldera) que están pendientes desde diciembre de 2018. La Oficina de Planificación del Sector Universitario asumió el compromiso.

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La parada del transporte estudiantil de la USB no tienen autobuses. La deuda por ese servicio asciende a 3.300 millones de bolívares

“Necesitamos recursos para brindar almuerzo y cena, y que el ministerio haga entrega de los víveres y proteicos para un menú de calidad”, expresó Meza.

Más allá de los servicios estudiantiles, los horarios y la capacidad instalada se limitan. La UC desde septiembre del año pasado eliminó el turno de la noche de tres facultades ante la precaria situación económica. Tras esta medida, 4000 estudiantes de las facultades de Ciencias Jurídicas, Educación y Ciencias Económicas y Sociales se vieron afectados.

“Perdieron la oportunidad de desarrollar estudios en la noche. O dejaron de estudiar o se fueron al turno del día. Hemos perdido un espacio importante de vida y tenemos que recuperarlo”, lamentó Ferreira.

En enero cerraron aulas en la UC:

Tenemos 20 % menos de nuestra capacidad instalada, son cierre de aulas y laboratorios. Estos espacios están sin electricidad, no han sido impermeabilización o no tienen aire acondicionado. Ferreira calcula que requieren 10.000 dólares para recuperarlos.

Mientras tanto, los lugares emblemáticos sufren ante la falta de mantenimiento. El Laberinto Cromovegetal del artista Cruz Diez que se encuentra en la USB está en franco deterioro, alertó Mazzato. Aunque existe un proyecto para su rescate y mantenimiento, requieren de 100.000 dólares. Ante la falta de transporte, los obreros no pueden llegar a la universidad, “por lo que se estableció un esquema interdiario para garantizar que no se convierta en una selva”.

Confío en la voluntad de la comunidad académica y administrativa para seguir llevando a la universidad adelante. No vamos a apagar la luz, sostuvo Mazzeto. Para Marcano, aunque la situación es difícil, “lo que mantiene a la universidad aguantando es su capital humano”.

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Fotos: Tairy Gamboa


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