Protesta: En los hospitales no hay sangre para los pacientes, pero hay epidemias por bojote

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En el hospital J. M. de Los Ríos hay dos casos de H1N1, sarampión, no hay agua, no hay vacunas, no están haciendo pruebas tan básicas como la hematología y ya no tienen reactivos para analizar la sangre para trasfundir.

En el Periférico de Catia, las ratas y las moscas pasean por los pasillos. Los trabajadores dicen que no tienen camillas, no hay quirófanos, no hay papelería y no hay comida. Por denunciar esa situación fueron repelidos por funcionarios de la Guardia Nacional.

Caracas. Este martes los trabajadores de los centros de salud de la capital salieron a la calle a pedir mejores sueldos e insumos. Y desnudaron aún más la crisis asistencial por la que atraviesan todos los hospitales del país, a donde está yendo principalmente la población de escasos recursos económicos, con patologías incluso que ya se creían controladas como la difteria, sarampión, tuberculosis y H1N1.

Las protestas que se hicieron simultáneas en los puestos asistenciales, más que dar una cifra de cuántos mueren por la escasez de insumos, lo que buscó fue sensibilizar a la población.

Que muera una parturienta ya es el 100 % para su familia. Aquí lo que queremos decir es que los médicos, por encima del hambre y de sus propias necesidades, están poniendo toda su humanidad para sacar a los pacientes. Sin embargo, eso solo no sirve. Necesitamos insumos. Por ejemplo, en un ingreso obstétrico, las principales causas de mortalidad son una hemorragia, una infección, la hipertensión, y ahora tenemos carencia de todo lo que se requiere para sacar ese caso adelante, dijo Rafael Cortez, médico obstetra.

Piden salarios con los que puedan comprar la canasta básica.

Al día, dijo, tenemos un promedio de 6 a 8 parturientas y no podemos verlas dignamente, van al parto sin bata, sin sábanas, no tenemos soluciones antisépticas en un alto porcentaje, los bancos están sin sangre y cómo podemos recibir una emergencia en esas condiciones. “Esa es nuestra principal preocupación. Se trata de la vida de los pacientes”.

En este hospital, mientras los trabajadores manifestaban, a los pacientes les servían un plato de pasta con caraotas. Sin distinción por patología: al paciente renal, al de gastro, al hipertenso, a una cesareada o a un operado de apendicitis igual le sirvieron el mismo plato, según testimonio de las enfermeras.

 Crisis aguda

Tengo tres meses esperando que me operen de un tumor cerebral. Compré absolutamente todo y no he podido ingresar a pabellón. Siempre pasa algo, no hay anestesiólogo, no está tal equipo, falta un examen y, ahora, no hay sangre.

Haisquel Herrera de 38 años de edad, con su cabeza rapada, salió de la sala donde está internada en el hospital José María Vargas para acompañar a los médicos y trabajadores de la salud durante la jornada de protesta.

Contó que desde que llegó en diciembre pasado ha tenido que comprar todo, las gasas, las medicinas, alquilar equipos para su tratamiento.

“Y recientemente me dieron un informe para que buscara en los centros privados el compuesto sanguíneo que necesito para ser intervenida, porque aquí no hay reactivos para analizar la sangre”.

En el Vargas, al igual que en el Clínico, que en el J.M. de Los Ríos, que en el Periférico de Catia; El Algodonal, en Los Magallanes de Catia, en el José Gregorio Hernández y en el oncológico Padre Machado no hay reactivos para descartar HIV, Hepatitis B, Chagas, según denunció María Cabrera, presidenta del Colegio de Bionalistas de Caracas y Miranda, presente en la protesta que se realizó en las puertas del principal hospital infantil.

Crítica la situación que expuso referente el J. M. donde hay dos casos confirmados de H1N1, uno de ellos proveniente de Barlovento, y cinco casos de sarampión.

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El doctor Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, añadió además que de siete quirófanos solo están funcionando tres, lo que retrasa aún más las operaciones electivas.

De hecho, muchos de esos casos, en lista de espera, estuvieron en la calle protestando también. Principalmente las mamás del servicio de Neurocirugía a las que el hospital no les da luz verde: no ayuda con la colocación de las válvulas para sus hijos con hidrocefalia.

Madres de pacientes con hidrocefalia presentes en la acción de calle.

Los que vestían sus batas blancas gritaban que ganaban 200.000 bolívares mensuales y que con eso no compraban ni medio cartón de huevos, ni podían pagar transporte. Otros reclamaban que no tenían guantes para atender a los pacientes ni papelería para dar los récipes y los informes.

“Es la salud la que está en juego, la gente se está muriendo. Por eso los gremios estamos aquí, los colegios, las federaciones, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales, los pacientes, lo que estamos pidiendo es el respeto a la vida”, señaló el doctor Carlos Walter, quien fue ministro de Salud.

Repelidos en Catia

Mientras en la avenida Vollmer de San Bernardino, las mamás junto con los médicos y las enfermeras cerraban la calle, al otro extremo de la ciudad, en la autopista que va hacia los túneles de La Planicie, funcionarios de la Guardia Nacional agredieron a los trabajadores del periférico de Catia. Los empujaron y les quitaron los celulares a los que grababan la acción desmedida de los uniformados.

“No hay sangre y tampoco funcional los quirófanos”, gritaban los médicos.

En ese nosocomio, denunciaron los trabajadores, no hay nada: no hay papelería, no hay insumos de limpieza —lo que favorece la proliferación de ratas y moscas— no hay camillas, no hay ambulancias, no hay sangre, no hay quirófanos. Muchos pacientes son referidos a otros centros debido a la escasez de insumos.

Desde el Vargas, Carlos Prosperi, presidente de la Sociedad de Médicos, sentenció que no van a doblegar la lucha. Nos mantendremos firmes para lograr una atención de calidad para el paciente y sueldos que por lo menos nos permitan acceder a la canasta alimentaria. Nosotros no contamos con los fármacos necesarios ni con los recursos para garantizarle la vida a una persona, solo tenemos un lápiz, una libreta y un estetoscopio para mantenerlos a salvo en esta crisis de salud, que Maduro y todo su gabinete no pueden esconder. Aquí los pacientes se están muriendo en las salas de emergencia.

Pablo Zambrano, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Salud, completó la declaración de Prosperi, argumentando que por lo mínimo deben ganar 272 dólares, un referente en el ámbito de la región.

Lo de este martes fue una acción de protesta dentro de los mismos centros, para reforzar lo que todos los días denuncian incluso desde la parte más débil de la cadena: los pacientes, quienes tienen que comprar —como Haisquel Herrera, madre de tres niños y docente— absolutamente todo para su operación y tratamiento.

Quizás hasta comprarlo en un mercado negro donde termina “desangrándose”, porque ni su sueldo ni su HCM —que cubre 10 millones de bolívares— alcanza para adquirir las pastillas que le duran un mes y que cuestan un millón, sin contar la cantidad de exámenes cuyo promedio en costo es 30 millones de bolívares.

Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, en medio de toda la crisis expuesta durante casi tres horas simultáneas de protestas, dijo que la escasez de medicinas de alto costo —para enfermedades crónicas— supera 90%.

“Por eso urge que declaren la ayuda humanitaria”, señaló, algo con lo que comulgan los médicos y los gremios nacionales.

Fotos: Francisco Bruzco

Videos: Mabel Sarmiento Garmendia


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