Desde la semana pasada, los habitantes de Ciudad Guayana tienen un nuevo gobernante. Un gobernante que no conocían y que ni siquiera es oriundo de allí.

Ciudad Guayana. De sopetón, el jueves de la semana pasada, el municipio Caroní tenía un nuevo alcalde. El ahora gobernante, ausente desde hace rato de la arena política, fue elegido en un conciliábulo pesuvista realizado en un hangar de la Gobernación del estado Bolívar del aeropuerto de Puerto Ordaz.

El nuevo alcalde de Caroní no es de Caroní. Es más, ni siquiera fue favorecido en la última contienda electoral del 6 de diciembre. Tito Oviedo —ingeniero geólogo egresado de la Universidad de Oriente, especializado en Trabajo Social en La Habana y pionero de la juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela— esperaba ser reelecto diputado por el circuito 1 de la región (Heres, Sucre y Cedeño). Pero no pudo: el naufragio del Titanic rojo también se lo llevó.

Así que Oviedo estaba en funciones partidistas tras bastidores hasta la semana pasada, cuando, entre el secretismo oficialista, de repente, fue alcalde.

JRL: el foco

¿Cómo ocurrió? El 27 de septiembre de 2015, el verdadero alcalde (también pesuvista), José Ramón López, escribió en su cuenta de Twitter que se entregaría al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) porque que iban por él. ¿A cuenta de qué? Dijo él mismo que no sabía.

Pero López sabía muy bien lo que pasaba: se le acusaba de peculado doloso, concierto de funcionario con contratista y evasión de procesos licitatorios.

Quizá todo hubiese pasado inadvertido en los círculos oficialistas de no ser por un detalle: el liderazgo de López en Caroní y fuera de sus fronteras causaba escozor al gobernador Francisco Rangel Gómez.

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López, entre todos los alcaldes oficialistas, fue el único que no se plegó a las líneas de acción de Rangel Gómez. A finales de agosto de 2015, el reposo de una operación por hernias y cálculos le dio el tiempo para pensar en una estrategia. En el ínterin, dejó a Eriberto Aguilera, uno de sus hombres de confianza y director general de la Alcaldía, a cargo.

Mientras las presiones aumentaban —más de una vez, la alta jerarquía del PSUV le ofreció como salida un viaje prolongado a Cuba, so pretexto de su salud en deterioro—, López supo que Aguilera, en efecto, estaba plegándose a la línea de Rangel Gómez. Y, en consecuencia, actuó: en la mañana del viernes 25 de septiembre de 2015, mientras Aguilera, Rangel Gómez y un personaje que despuntaba en la política local en ese momento, Justo Noguera —presidente de Sidor y de la CVG—, anunciaban una suerte de gobierno tripartito por “el rescate” de Ciudad Guayana, López anunció su regreso como alcalde y la destitución de Aguilera. Dos días después, ese 27 de septiembre, había orden de captura en su contra.

Desde entonces, López permanece detenido en la sede del Sebin de El Tigre, estado Anzoátegui. El comienzo del juicio ha sido pospuesto 10 veces.

De qué agarrarse

En diciembre, según la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, se cumplió la mitad del período de López al frente de la Alcaldía. Como no hubo renuncia ni declaración de ausencia absoluta, tampoco ha habido necesidad de convocar nuevas elecciones.

Así ha transcurrido un año. ¿Por qué la “renuncia” voluntaria e intempestiva de Aguilera? Todo puede tener como punto de partida el 6 de diciembre, el día de las elecciones parlamentarias. El mismo día en el que el chavismo perdió en Caroní, un municipio históricamente rojo.

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El año de Aguilera, pese a la confluencia tripartita con Rangel Gómez y Noguera, ha sido uno de los peores en un municipio cubierto por basura, indigencia, con servicios en estado precario y, por cierto, sede de la undécima ciudad más violenta del mundo.

Necesita el PSUV un respiro acá. Lo que viene electoralmente no es cosa fácil: la posibilidad de un revocatorio y una elección de gobernador. Ese respiro, la dirección nacional —y, por ende, el mismo presidente Nicolás Maduro— lo ve en Tito Oviedo, el nuevo alcalde de Caroní que no es de Caroní.

Foto cortesía: Alcaldía de Caroní


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