Los espacios están abandonados, no hay suficiente iluminación, varias losas están despegadas, las paredes y columnas están dañadas con graffitis. Los pasillos, los recodos de las escaleras y las áreas verdes se convirtieron en baños públicos.

Caracas. Indigentes, falta de iluminación, pasillos y áreas comunes convertidas en baños públicos, ladrones desatados, caminerías en ruinas, piezas de mármol dañadas con pintura.

Esos son algunos de los problemas que empañan a las dos Torres de El Silencio, símbolo arquitectónico de la ciudad capital en los años 50; hoy en día ícono del abandono galopante.

Para el turista, propio y extranjero, las Torres de El Silencio eran una referencia cultural; figuraban en postales, en los libros de historia y en las memorias urbanas de Caracas.

Los pasillos subterráneos están oscuros.

Se trata de un complejo arquitectónico compuesto por dos hileras de edificaciones que culminan con dos torres de 32 pisos, las cuales miden 103 metros de alto, y sirven de sede a los ministerios de Salud, Ambiente y Trabajo. También alojan las oficinas del Conac y del Instituto de Artes Escénicas y Musicales, organismos adscritos al Ministerio de Cultura.

Sus vecinos más cercanos son el Consejo Nacional Electoral (CNE) y asamblea Nacional (AN).

Y pese a que más de 1300 trabajadores púbicos —cifra dada extraoficialmente por los bomberos capitalinos— transitan por esos espacios, las instalaciones muestran una cara deplorable.

Los que hacen vida en la zona aseguraron que ni cuando estaban bajo la administración del Centro Simón Bolívar (CSB), ni ahora, que gran parte del espacio está en manos del Gobierno Distrital —desde hace 4 años—, las torres han brillado con luz propia.

“Tengo 30 años aquí y siempre el mantenimiento ha sido de deficiente. Pero nunca como ahora. Esto es un desastre”, contó Isaura Guerra, comerciante.

Ese “nunca como ahora” lo recalcó con fuerza Isaura Guerra, pues aseguró que lo que han hecho por las torres son pañitos de agua tibia.

“Cuando llegó el Gobierno del Distrito Capital nos ofrecieron villas y castillos, nos remodelaron los locales y arreglaron toda la parte subterránea. Metieron vigilantes, pero eso no se hizo permanente, y para muestra todo lo que ves. Además hicieron trabajos de rehabilitación por donde pasa la reina. Los sótanos no fueron arreglados, tampoco las escalera que dan acceso a la plaza Caracas”, comentó.

[irp posts=”42675″ name=”Parque Central: un urbanismo donde nada funciona”]

Un poco de historia

Las torres están suspendidas sobre pilotes, lo que permitió la creación de plantas libres y una cubierta plana.

Por debajo se aprovechó el espacio con la construcción de comercios, de largos y extensos pasillos y también se hizo posible el paso vehicular.

Para llevar a cabo la propuesta del arquitecto Cipriano Domínguez, en 1949, fue necesaria la demolición del famoso hotel Majestic.

La mayoría de las paredes en los espacios abiertos están dañadas.

En los años 50 esto supuso un paso adelantado a la modernidad arquitectónica. 67 años más tarde, la majestuosidad de esa estructura quedó sofocada por la desidia, envuelta en el sofocante olor a orine que inunda las jardinerías y los recodos de las escaleras.

Pero algo que amarga a los vecinos del complejo son los altos índices de inseguridad. Ya a las 3:00 p. m. muchos comerciantes bajan las santamarías y son muy pocos los trabajadores y transeúntes que se atreven a cruzar los pasillos subterráneos, por temor a los malandros.

[irp posts=”29174″ name=”Caraqueños evitan ir al bulevar de Sabana Grande por la delincuencia”]

Oscar Rodríguez, regente de un local, expresó que el año pasado lo robaron cuatro veces, y señaló que este año ha visto un poco más de vigilancia, “pero aún uno no se siente a salvo”.

Los transeúntes piden más seguridad.

Lo mismo opinó Ocarina Valdés, vecina de Santa Teresa, quien se refirió al terminal Río Tuy: “Me da miedo llegar después de las 6:00 p. m. Todo esto está solo y oscuro. A esa hora empiezan a verse cosas feas, deambulan mujeres de la calle, transformistas y los indigentes”.

A Valdés le preocupa que siempre están haciendo eventos culturales y políticos en las plazas Diego Ibarra y Caracas. “Y aunque luego limpian, se ve el destrozo. Por ejemplo, los techos de aluminio del terminal están doblados y las jardinerías están secas. Además a veces cierran los accesos por las escaleras y uno no puede pasar”.

De hecho, este jueves 9 de febrero, las escaleras contiguas al Saime estaban cerradas con barricadas metálicas, así como también el pasillo que conecta con el CNE. Mientras que la plaza Caracas estaba tomada por el operativo del carné de la patria.

“Los tubos y las tarimas las colocan sin tener el mayor cuidado, por eso hay losas rotas y despegadas”, dijo José Reyes, empleado público.

Ya en 2007, el departamento de riesgo del entonces cuerpo de Bomberos Metropolitanos —hoy adscrito al gobierno del Distrito Capital— hizo público un informe sobre el riesgo de las edificaciones públicas.

Sobre las Torres de El Silencio se dijo que no cumplían con las normas establecidas en el Decreto 2.195 que se refiere al Sistema de Prevención y Protección de Incendios, al igual que con las Normas Covenin.

Para esa fecha esa dirección había entregado 28 informes, tanto a los ministerios que funcionan allí como al Centro Simón Bolívar (CSB), organismo que se encargó del condominio hasta 2011.

Siete años pasaron y las adecuaciones no se hicieron totalmente. “Aquí falla mucho la energía”, dijo un vigilante.

En el área este de las torres, el ala que sale a la Diego Ibarra hay cerca de 16 comercios dados en comodato, pero se estima que en el nivel avenida más cerca de 100 locales y otros 200 que están en los sótanos, que también son víctimas de la inseguridad. “Hace dos años robaron en un mes 24 tiendas. Eso es bueno que se sepa”, dijo un comerciante, que pidió resguardar su nombre. “Es cierto que falta el mantenimiento, pero el tema de la falta seguridad nos agobia. Ojalá alguien resuelva esto”.

Los tarantines que colocan en la plaza Caracas acaban con las losas.

Se le consultó a uno de los funcionarios del Gobierno Distrital sobre estas denuncias, pero indicó que no podía dar declaraciones. No obstante admitió que a veces tienen dificultades para a limpieza pues no llegan los insumos necesarios, y en cuanto a la vigilancia, indicó que la Guardia Nacional (GN) desde que comenzó el año está haciendo más recorridos por los pasillos de las Torres de El Silencio.

Fotos: Mabel Sarmiento


Participa en la conversación