Trabajadores de la UCV se conocen de cabo a rabo las caras de la inseguridad

Los robos en los pasillos de las facultades por parte de los motorizados marcan la pauta en el campus. “Tierra de Nadie”, la escuela de Educación y Odontología son las más inseguras.

Shaylim Castro/@ShayC_

Caracas. Vestido de una manera sencilla, con una chemise morada y unos jeans, José (nombre ficticio por seguridad) descarga su mercancía a uno de los puestos de chucherías, ubicado en la Facultad de Ingeniería, en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Ya son alrededor de 20 años como proveedor de varios negocios dentro de la casa de estudio y, con su marcado acento portugués, indicó orgullosamente que dos de sus hijos estudiaron ahí. Por eso se muestra seguro al reconocer que todos saben quién es y que él también se conoce de cabo a rabo toda la movida de la UCV, tanto lo bueno como lo malo.

Y aunque no deja de mostrar cariño tanto por la universidad como por el país que lo acogió, ya hace tantos años, comentó los cambios que ha visto en la institución, muchos de ellos para mal. Una de las cosas que más le aqueja es la venta “descarada” de drogas en “Tierra de Nadie”, pues en más de una ocasión le ha llegado el olor y ve cómo en un mismo sitio hay jóvenes estudiando, mientras que pasos más adelante hay otro grupo consumiendo.

Por este escenario se atreve a decir que esa es una de las zonas más inseguras de la UCV, aparte de la escuela de Educación y la Facultad de Odontología, que se ven perjudicadas por la presencia de motorizados.

“Ves cómo les roban los celulares, los motorizados pasan por los pasillos, dentro de las mismas facultades ves a los motorizados”, detalló.

No se explica cómo entran tantos motorizados a robar por los pasillos, pues se supone que la vigilancia deben revisar o pedir el carnet, para verificar si son estudiantes o proveedores. Es por ello que presume que tal vez los mismos hombres de seguridad estén implicados en los delitos. “Ellos tienen las herramientas, tenían hasta perros, pero no hacen nada”.

Con la mercancía en casa

Omar Castro labora en un cafetín de la escuela de Educación, una de las zonas rojas de la universidad para algunos estudiantes, pues en septiembre del año pasado, hirieron a uno para intentar robarlo en horas de la noche.

El cafetín cierra a las 7:30pm, pero con la oscuridad que hay a esa hora, Castro aseguró que ahora son menos los alumnos y las clases que se dan a esa hora. Uno de los dolores de cabeza en la escuela es el robo de reproductores en los carros que estacionan alrededor y pocas veces pueden hacer algo, ya que no tienen a quien acudir.

El encargado de una papelería, en la misma escuela, reconoció que ahora se lleva parte de la mercancía a su casa cuando hay vacaciones, por temor a otro robo, pues el año pasado encontró la puerta del negocio violentada y se han llevado en diferentes oportunidades las impresoras y un video bean que guardaba dentro.

También le ha tocado ver a los motorizados robando celulares y laptops a los estudiantes en pleno cafetín. En cuanto a denuncias, es poco lo que pueden hacer, pues ni la escuela ni la universidad les ha dado respuesta de nada y aunque han contado con módulos de vigilancia, estos duran muy poco tiempo.

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Foto: Angeliana Escalona


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