Está todo bien, del cineasta Tuki Jencquel, cuenta las dificultades de cinco personas debido a la carencia de medicinas en un país con un sistema de salud colapsado. El realizador está dispuesto a colaborar con proyecciones en Venezuela.

Caracas. “No creas nada, a menos que haya sido negado oficialmente”, con esa frase, de autor desconocido, culmina el documental Está todo bien, de Tuki Jencquel, en el que cinco personas protagonizan los estragos de un sistema de salud en tragedia. Ellos son la cara de miles de personas afectadas por la falta de medicamentos en una estructura carcomida.

El largometraje comienza en la farmacia Don Bosco, propiedad de Rosalía Jerez de Zola, farmaceuta que diariamente debe decir a sus clientes que no hay el remedio que con desespero buscan. Ese negocio es su vida, y es evidente que depender de esos ingresos es cada vez más cuesta arriba. Es una señora mayor, que afirma que todavía no ha alcanzado los objetivos trazados cuando abrió el local. Pero parece inevitable el cierre.

Ella es el punto de partida de un filme con distintas perspectivas de los afectados. También están Mildred Varela y Rebeca Dos Santos, quienes deben encontrar las medicinas para tratar el cáncer que padecen. Donaciones por redes sociales, ayudas de amigos, e incluso una de ellas con indignación cuenta cómo le recomendaron hacer una lista de aquellos pacientes en fase terminal para que, de llegar a fallecer, los familiares cedieran los medicamentos no utilizados.

Dos Santos murió en abril de este año. Y fue mejor conocida como Beca Dicaro, en cuyas cuentas en redes sociales todavía  se publica información sobre su carrera como cantante, entre ellos estrenos de las canciones que grabó.

Efraím Vegas es el rostro de los médicos. Indignado ante la desidia, este traumatólogo del Hospital Periférico de Coche habla de las condiciones en las que trabaja, los casos que atiende, los colegas que se han ido, las bajas remuneraciones, además del miedo a ser detenido por denunciar todo lo que ha visto. Incluso, expresa su desconfianza hacia los políticos venezolanos. “Si te acercas a ellos, te vas a contaminar”.

Francisco Valencia, director de Codevida, detalla cómo se agrava la situación de los medicamentos, especialmente por lo insuficiente que son las compras por parte del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Cuenta además cómo el grave problema afecta a su entorno más cercano.

Junto con Vegas, Valencia lidera varias manifestaciones en contra de los responsables de una crisis que cada vez se acentúa más en Venezuela. Lo hacen con ímpetu, pero también surgen las dudas sobre si seguir o no en el país, especialmente por los peligros del activismo.

La filmación de Está todo bien comenzó en mayo de 2016, cuando Luisana Melo era ministra de Salud. Desestimaba las denuncias y las protestas de pacientes que temían por sus vidas. Aseguraba que los medicamentos estaban garantizados, y que las fallas eran muy puntuales y alternantes. “Tenemos los principios activos necesarios para cubrir las enfermedades que sufre la población venezolana”, dijo en una rueda de prensa.

Al cineasta no solo lo impulsó lo que veía en los medios sobre la tragedia, sino también casos de allegados que tenían problemas para atender sus dolencias. “La salud me parecía un aspecto muy doloroso de la crisis”, afirma.

Las constantes declaraciones de la ministra, hicieron que Jencquel hiciera del psicodrama una herramienta narrativa en su documental.

Había una negación absoluta de la crisis, y tenía que incluirla en la película. La forma más obvia hubiera sido contrastar las imágenes producto de la observación con toda la versión oficial. Pero era muy sencillo. Hablé entonces con los entrevistados y les propuse jugar con la idea de que si según la versión oficial no ocurre nada, es porque ellos eran muy buenos actores y representan muy bien esa realidad. Eso me dio la puesta en escena, el drama, y a ellos les sirvió de terapia. Fue un acuerdo que les encantó”, explica el realizador, autor también del documental Sin ti, contigo, protagonizado por Bernard Chappard.

Por eso, los testimonios y los registros de las experiencias personales de quienes hablan son intercalados con imágenes en blanco y negro en los que cada uno representa no solo su vivencia, sino también los miedos, las dudas y recriminaciones con las que conviven cada día.

Es uno de los aciertos de Está todo bien, al lograr que cada participante no solo recree episodios que eran imposibles de registrar para ese momento, porque formaban parte del pasado, sino para ahondar en la intimidad de cada uno.

Hubo historias que quedaron por fuera, pero Jencquel prefirió no incluirlas. Iban a ser demasiadas las tramas y mostrarían otros problemas como la pobreza. El director quiso enfocarse en personas más vinculadas a lo que pudo haber sido la clase media venezolana. Sus imágenes demoledoras contrastan con la aparente normalidad que muchos quieren aparentar y exaltar.

Sí creo que es una visión un poco desesperanzadora porque hay mucha impotencia del ciudadano ante una situación que se escapa de las manos. A muchas personas solo les queda encomendarse a la fe. Cuando eso ocurre, y no porque sea algo malo, es porque representa la última esperanza que queda debido a las pocas herramientas para lograr un cambio.

Está todo bien fue parte de la programación del Festival del Cine Venezolano que se realizó en junio en el Trasnocho Cultural. Estuvo entre las proyecciones especiales, pues la competencia del certamen no admite películas de no ficción. También se transmitió una versión corta, sin las escenas del psicodrama, a través de la señal de la televisora Deutsche Welle para Latinoamérica.

“Hasta ahora ninguna distribuidora o exhibidora ha mostrado interés en pasar la película en Venezuela. Puede ser, como tú dices, por el tema espinoso, o también porque piensan que la gente no va al cine a ver documentales. No podría decir si es miedo a represalias o son razones financieras”, asevera el director, quien desde el año pasado vive en Alemania, país del que posee la ciudadanía.

Recuerda que en la página web del documental, www.estatodobien.net, están los contactos para todas aquellos que en Venezuela quieran proyectarlo. “Pueden ser organizaciones o individuos. Imagino a universidades y estudiantes que organicen algún cineforo. Me encantaría colaborar con eso”.

El documental ganó este año el premio Viktor Dok.horizonte en el Dok.fest de Múnich. Se ha exhibido en salas de distintos países y está previsto que siga proyectándose en ciudades como Londres y Düsseldorf.

Jencquel está concentrando ahora en un documental por encargo para el canal DW, mientras que también filma otro sobre su madre Jacqueline Jencquel, quien vive en Francia, país en el que impulsa la legalización del suicidio asistido.


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