Ismael Impelliezzieri, es un hombre ligado al mercado metalúrgico, pero desde hace tres años, tiene una labor que lo llena de satisfacción: recoge medicamentos y los dona por todo el país

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Desde hace tres años Ismael Impelliezzieri, un hombre ligado a la actividad metalúrgica, tuvo la idea que donar las medicinas que estaban en su casa.

Hoy en día más de 100 mil personas en el ámbito nacional se han beneficiado con este proyecto que ya tiene rango de fundación, y ha sido incluso reconocido por organizaciones humanitarias que operan en otros países.

Todo comenzó en su casa en La Victoria, estado Aragua. “Siempre estuve ligado a los gremios de la zona y vi cómo nos llegaban peticiones de medicinas. Por eso comencé a dar lo que teníamos en la familia (la que estaba en buen estado) y a pedir donaciones. Nunca pensé que podía ser algo temporal, sino que se convertiría en un proyecto de largo alcance. Claro cuando comenzamos no estaba la crisis de escasez de medicamentos de ahora, pero afortunadamente seguimos ayudando a muchas personas”, contó Ismael.

En un abrir y cerrar de ojos las cajas de medicina e insumos médicos quirúrgicos comenzaron a llegar a su casa. En  un momento estaba abarrotado. Así pasó dos años, hasta que la Cámara de Industriales de Aragua les cedió une espacio.

“No estaba funcionando ya en la casa, era mucho material, la demanda crecía, nos llamaba gente de todo el país y gracias a Dios estábamos respondiendo a las urgencias”.

Desde hace un año funcionan en ese nuevo espacio, con un equipo más grande que ya no es solo su familia. Tiene una farmacéutica y otros dos ayudantes, además de las docenas de voluntarios que ayudan con las donaciones.

Pero aun así la casa matriz sigue siendo la suya. “Todavía guardo los medicamentos que requieren refrigeración en la nevera de mi casa  y en la de mi hija. La farmaceuta también se lleva algunos para su residencia. No nos pesa, pues es una labor muy loable esto de ayudar a otros, pero sí nos gustaría que alguien nos coopere con una nevera para tenerla en la farmacia que montamos”, acotó.

El señor Ismael alterna esta acción solidaria con su trabajo, pues de otro modo no puede sostener la familia. No obstante cuenta con satisfacción  que son muchas las personas a las que les ha llegado la Fundación La Pastillita, como así se llama el proyecto.

“Imagínate son infinitas las historias. Gente que llora cuando consigue un medicamento que lo mantendrá con vida y otras que también llora cuando donan medicinas de un familiar que falleció”, refirió.

¿Cómo funciona esto de donar medicinas?

La Pastillita está por todas las redes sociales. La gente los contacta por estos medios y hace sus solicitudes.

“Sólo es pedimos la copia del récipe y de la cédula. En algunos casos de algún informe para validar más la donación. También les solicitamos la dirección del buzón al que desean les llegue el producto. Los beneficiados no tienen que pagar nada, lo único es el envío. Pero cuando nos manifiestan que no pueden costear el traslado buscamos los recursos y se los mandamos con todo gusto”.

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Una farmaceuta recibe y clasifica las donaciones

Trabajan con medicinas e insumos de todo tipo, gracias a que la gente responde al llamado de las donaciones. Incluso envían de patologías complejas.

“Claro en este momento hay escasez de fármacos para parkinson, diabetes, anticonvulsivos y para quimios. Precisamente donde está la mayor demanda, pero hemos tenido suerte de tener algunas muestras, pues ahora contamos con alianzas como la del Programa de Ayuda Humanitaria, que tiene sede en Alemania, Italia, Francia y Miami. Ellos nos donan algunas medicinas y podemos solventar algunas solicitudes”, explicó.

Uno de los puntos críticos que maneja la fundación es que necesitan dinero para cancelar el sueldo de la farmacéutica y los servicios, por ejemplo. “Pero ahí vamos. Hemos tenido avances importantes que nos han ayudado mucho. Recientemente participé en un foro vía skype con gente en Italia y me mostraron muy satisfechos con nuestra experiencia y nos están colaborando con la recaudación de medicinas”.

¿Cómo participar?

Todo el que tenga medicinas en su casa, en buen estado y no las use es un buen candidato a voluntario. Pero la idea es que siempre exista una persona que sea como el motor de la iniciativa en una comunidad. “Para que recopile y haga un solo lote para el envío. Una vez aquí la farmaceuta las revisa y se clasifican. No recibimos jarabes, pues no podemos hacerle el control de calidad para prevenir posibles contaminaciones, y si es el caso de tabletas con una o dos pastillas (a veces eso es lo que le queda a las personas), las unimos varias y formamos una caja. Aquí tratamos de no recibir medicamentos que la gente se automedica para cuidarnos en salud”.

Son tres años que Ismael, su familia y su grupo de colaboradores trabajan en función de  los más necesitados. La Pastillita como dijo no nació con la crisis de la escasez de medicamentos. “Pero la situación actual dice mucho de la necesidad. La gente llama, busca con desesperación, va a diferentes sitios, incluso fuera del país y nosotros aquí a veces resolvemos y los ayudamos. Por eso le decimos a la gente que una pastilla se vence pero las enfermedades no. De allí la importancia de donar esos productos que tenemos en casa. Funcionamos igual que una farmacia, pero la diferencia es que no cobramos nada”, señaló.

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Hay pacientes que busca equipos médicos y la fundación se los dona

Las señas de la fundación son lapastillita.1@gmail.com@FLaPastillita. También están en Facebook e Instagram. El número local para contactarlos es 0244-3214954.


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