El mercado municipal abrió sus puertas y el transporte público se vio poco. Los residentes de esa zona se concentraron en Santa Mónica.

Caracas. De Coche y El Valle salieron en cambote a la Toma de Caracas. Un poco antes de las 8:00 am se concentraban en la estación del Metro Coche, con sus pitos y pancartas y ataviados con franelas amarillas y blancas. Ingresaron a la estación al tiempo que cantaban consignas a favor del referendo revocatorio y contra el desabastecimiento de comida y medicinas: “queremos que aparezcan la comida y las medicinas”, “no queremos que se sigan yendo nuestros hijos”. Los operadores del servicio subterráneo no vacilaron en permitirles el paso.

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En Coche el mercado municipal abrió sus puertas y el transporte público se vio muy poco. Por la autopista Valle-Coche se observaron despliegues de los equipos de seguridad, pero a los manifestantes los dejaron pasar con normalidad. A las 9 de la mañana, miles de vecinos de ambas parroquias ya estaban en Santa Mónica —uno de los puntos de encuentro fijados por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). En el lugar se encontraban los diputados José Guerra, Jorge Millán y Marialbet Barrios.

De allí enfilaron junto con otras comunidades e incluso con gente del interior del país —entre ellos los indígenas— hacia Bello Monte, Las Mercedes y, posteriormente, a la avenida Libertador, donde escucharon las palabras del gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, pasada la 1 de la tarde. Hasta ese momento la movilización transcurrió sin contratiempos bajo el sol inclemente. 
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Nadie retrocede

El comercio por Santa Mónica y Bello Monte funcionó a media máquina, solo panaderías y puestos de empanadas operaron con regularidad. Igual se observó en Chacao, donde el grueso de los comercios mantuvo las santamarías abajo. Quienes hicieron su agosto fueron los vendedores ambulantes: un agua pequeña la vendían en Bs. 200 y un “raspao” en Bs. 400.


Ni  la caravana de colectivos motorizados por la autopista Francisco Fajardo hizo retroceder el paso de los marchistas. A cada pitazo o toque de corneta de los pocos que pasaban y se identificaban con el oficialismo, la respuesta era una sola: “revocatorio ya”.
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Entre los protestantes se contaron señoras en silla de ruedas y bastones. También un grupo de chefs se sumó a la multitud, descontento por la escasez que azota a la población. De los edificios y de las entidades bancarias se asomaron a las ventanas y puertas personas que no pudieron asistir pero que apoyaron con aplausos y vítores a los que caminaban.

Hubo en los rostros de algunos policías gestos de amabilidad e incluso, cuando la marcha pasó por la Universidad Central de Venezuela (UCV), oficiales de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) corearon el “y va a caer, y va a caer este Gobierno va a caer”.

Fotos: Mabel Sarmiento/Jotá Díaz


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