Vecinos de la Panamericana quedaron a la buena de Dios

Habitantes del sector El Cují, en el kilómetro 3 de la carretera, no fueron trasladados a un refugio como les prometieron. Desde el viernes duermen a la intemperie, tras la OLP

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. “Mamá no, mi cuarto no”, decía inocentemente la hija, de dos años, de Sindy Cárdenas mientras funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana entraban a su casa en el sector El Cují, del kilómetro 3 de la Panamericana, para desalojarlas la madrugada de este viernes.

Así las despertaron este 24 de julio, como al resto de los vecinos, en medio de la Operación Liberación del Pueblo (OLP), que contó con tanquetas y un considerable despliegue de uniformados. Escuchó los gritos por un megáfono, se asomó varias veces por la ventana pero no le prestó mayor atención hasta que tocaron su puerta para decirle que recogiera sus peroles porque se iba a un refugio.

Sindy llegó hace dos años al barrio Bicentenario porque su sueldo no le alcanzaba para seguir pagando el alquiler de 6.000 bolívares del apartamento en La Concordia. Una amiga la llevó hasta el sector y ahí compró una casita de tablas por 60 mil bolívares, donde vivió hasta el viernes con su pequeña hija, quien sufre de drepanocitosis (anemia de células falciformes).

Todo su esfuerzo se derrumbó junto con su ranchito, que demolió la Alcadía de Caracas y Supra Caracas. “Era la única opción de estabilidad que tenía, ahorita es muy difícil comprar o alquilar una vivienda”.

Un grupo de familias desalojadas del barrio El Cuji, en el Kilómetro 3 de la Carretera Panamericana, esperan a un lado de la carretera. Denuncian no haber sido despojados a la fuerza y sin aviso de sus viviendas, y que no fueron aceptados en los refugios. Cristian Hernández/Crónica Uno
Alcaldía de Caracas y Supra Caracas demolieron las viviendas de El Cují, este fin de semana. Cristian Hernández/Crónica Uno

Promesas incumplidas

Desde la madrugada del viernes al menos 200 familias fueron desalojadas, con la promesa de que serían trasladados a un albergue, pero hasta este lunes no había sido cumplida ya que un grupo se instaló en un terreno baldío por no tener a dónde ir.

La hija de esta muchacha, empleada de una farmacia en La Urbina, ahora está en casa de su madrina en el centro. Por su delicada enfermedad no puede dormir al aire libre -como el resto- y ella tomó la decisión de dejarla en un sitio seguro para ella quedarse luchando por un techo con los demás.

“Anoche (domingo) no pude dormir. Estuve sentada o caminando de un lado a otro. Mi hija pasó toda la noche con fiebre. Cuando entraron los guardias, ese viernes, sentí que tenía que luchar por mi hija y apoyarlos a todos; no he podido llorar por la rapidez de esto”, soltó e inmediatamente se aguaron sus ojos, que rápido secó con fortaleza.

Sindy vive completamente sola en Caracas. Su madre se fue a Panamá hace tiempo y no tiene a dónde acudir. Confesó que fue un cambio muy brusco mudarse desde un apartamento a un ranchito en la Panamericana, pero lo hizo por necesidad.

“Al principio me costaba entender que debía caminar con mi hija por todo el borde de la Panamericana y después subir varias escaleras hasta El Cují. Cuando vi la casa pensé que al menos era cómoda, me gustó el sitio y me mudé”.

Negó que ella fuese delincuente o paramilitar, después de escuchar las declaraciones del presidente Nicolás Maduro en las cuales anunciaba que entre los detenidos estaban paramilitares.

“Esto es como todo barrio, hay malandros, se les veía con sus ‘cosas’ (armas) de arriba abajo, pero hasta ahí. Donde se escuchan los tiroteos es en El Estanque, nosotros éramos un barrio tranquilo y conocemos a nuestros vecinos”, soltó esta madre, quien descubrió que su hija estaba enferma a los siete meses de nacida y desde entonces ha pasado hasta dos meses hospitalizada con ella, pues cuando decae necesita transfusiones de sangre.

Fotos: Cristian Hernández


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