Vecinos de Lídice están atados de manos entre representantes del Clap y grupos de choque

Desde hace meses en algunas comunidades populares de Caracas han denunciado que los grupos de choque controlan la distribución de las cajas de comida. Los habitantes de Lídice denuncian que corren peligro y que han sido víctimas de agresiones.

Caracas. Después de pasar 37 horas sin luz, este lunes 8 de abril, vecinos del sector Los Hornitos, en Lídice, tocaron cacerolas a las 9:00 p. m. para protestar por la falta del servicio eléctrico. Acto seguido, los representantes del Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap) suspendieron el beneficio de las cajas a seis familias que manifestaron su descontento ante los cortes de luz.

En algunas comunidades de Caracas se exige el Carnet de la Patria como un requisito para ser beneficiario de las cajas de comida, un subsidio creado por el gobierno de Nicolás Maduro en 2016 para paliar el desabastecimiento de productos básicos. En otras, se utilizan grupos de choque como mecanismos de control para condicionar el comportamiento de quienes expresan su disgusto por la crisis social, económica y política del país.

Maduro denominó a estos grupos de choque como “la resistencia activa”, pero quienes residen en sectores populares dicen que están “atados de manos” por todo el dominio que ellos tienen sobre los productos de primera necesidad.

Los habitantes de Los Hornitos, quienes pidieron no ser identificados, denunciaron que una de las representantes del Clap Polvorín agredió a un adulto mayor de 68 años que tiene problemas respiratorios y padece de hipertensión arterial. Describieron que la mujer lo empujó por unas escaleras, donde se encontraba sentado, y le ocasionó una crisis asmática con una lesión en la cintura. Los familiares cercanos a la persona agredida no pudieron acceder a las cajas de comida.

Luego de este hecho, quienes se encargan de distribuir el Clap Polvorín de Lídice fueron en busca de grupos de choque que, según los residentes, llegaron con pistola en mano e incluso escopetas, para amedrentar a las personas que caceroleaban.

“La líder del Clap Polvorín indicó a los colectivos que marcaran la caja de la persona que fue agredida, porque esa iba a ser la primera casa por la que los colectivos debían ir cuando se presentara un problema en el país”, expresó una de las vecinas de Lídice.

Una situación parecida ocurrió los primeros días de febrero en Simón Rodríguez, en el norte de la ciudad, cuando algunos residentes criticaron al Gobierno. La encargada del Clap Victor Morillo –tras haber escuchado los comentarios– los obligó a firmar una carta en la que los vecinos se comprometían a no manifestar ningún otro descontento o, de lo contrario, no les entregarían el beneficio.

El precio del Clap incrementó de golpe

Vecinos de La Candelaria y Los Frailes de Catia denunciaron que esta semana empezarán a cobrar las cajas Clap a un valor de 2500 bolívares.

Los primeros días de febrero se realizó un ajuste de 500 bolívares. Este segundo aumento sería, a juicio de los denunciantes, otro golpe al bolsillo.

Reclaman que ahora las entregas son más distantes, y los productos han sido utilizados para actos de corrupción y discriminación.

Además, la distribución del paquete de comida vuelve a ser intermitente. Habitantes de Coche y zonas aledañas reclamaron que realizaron el pago de los productos hace cuatro semanas y aún no los reciben. Dijeron que los representantes no han informado a la comunidad el día en que llegarán.


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