El canal que va de Coche a El Valle lleva más de dos meses con un hueco profundo. Vecinos del sector aseguran que la calle puede ceder en cualquier momento. Hasta los peatones tienen que estar pilas para cruzar
Charlie Barrera / @charliegiuliano
Caracas. La avenida Intercomunal Valle-Coche es una de las arterias viales más importantes de Caracas que comunica a esas parroquias con varias zonas del centro de la capital. Pero hoy día su aspecto deja mucho qué desear, pues está minada de huecos y filtraciones de aguas negras.
El tramo más peligroso está a la altura de la calle 18, debajo del puente de carretera Panamericana. Allí en el canal que va de Coche a El Valle está creciendo un hueco, que ya tiene aproximadamente la altura de un escalón. Los transportistas pasan por ese tramo con sumo cuidado para evitar caer y dejar en la vía un caucho o el tren delantero.
“Eso lo arreglaron hace un año cuando metieron un colector de aguas negras y nuevas tuberías para el agua potable. Pero ya lleva dos meses ese hueco ahí”, comentó un zapatero que se identificó como Joel, con 18 años trabajando en el sector.
Relató que en esa calle se ve de todo. “Arrollamientos, motorizados que caen. Vi como se volteó un camión que llevaba anís”, puntualizó.
En la noche por ese paso no hay iluminación. Algunos ciudadanos dijeron que bajarse de la camioneta después de las 7:00 pm es un peligro. Otros culpan de la inseguridad a una invasión que lleva cerca de cinco años en el sitio.
Cercano al puente está una Subestación Eléctrica que tiene una obra que dejaron por la mitad. “Rompieron la acera, dejaron esos escombros y ahora la gente tiene que caminar por la calle”, aseveró el zapatero.
Frente a la subestación hay un parque infantil que, según vecinos del lugar, tiene tres años abandonado. También aseguran que desde que dejó de ser frecuentado por niños, el monte creció y más nadie fue. “Las rejas del parque se las robaron los de la invasión. Como vieron que nadie iba, un día las sacaron y las usan en sus casas”, afirmó el ayudante del zapatero, pero quiso resguardar su identidad.
Foto: Angeliana Escalona
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