“Ya una se hace a la idea de que la luz no va a volver”

La falta de agua y electricidad se ha hecho parte de la cotidianidad del sector Padilla de Maracaibo, como en otras zonas de Zulia castigadas por los apagones. Yaritza Paz, habitante del sector, señala que la crisis de servicios los ha empobrecido aún más.

Maracaibo. Las fallas eléctricas en Maracaibo son “una pesadilla” para Yaritza Paz, de 53 años. Ella vive junto con dos de sus hijas y sus siete nietos en una humilde vivienda del sector Padilla, en el centro de Maracaibo.

La familia Paz ha pasado hasta ocho semanas sin recibir agua y come una vez al día. “No hay para más”, dice Yaritza, quien es responsable directa del cuidado de dos de sus nietas, luego de que una de sus hijas partiera a Perú hace poco menos de un año en busca “de algo mejor”. No lo niega, dice que la crisis eléctrica los ha empobrecido aún más.

Se me quemaron los tres aires acondicionados que con tanto sacrificio a punta de costura compré, ahora no tengo ni para repararlos. Sobrevivimos con lo que aporta el esposo de una de mis hijas, 30.000 o 40.000 bolívares cuando puede. Con eso compramos y lo que comemos es pasta con mantequilla, plátano solo como hoy, arroz con queso, o, si mejora la cosa, arroz con huevo, expresó.

En total 10 personas comparten la casa.

En el año 2017 Yaritza dejó de coser. Con ese oficio se ganaba la vida y ayudaba a su familia. Hoy lamenta no poder hacerlo, pues ese año tuvo un accidente en moto que incapacitó una de sus piernas.

El centro de Maracaibo tiene sectores como este, donde la electricidad sólo dura tres horas, y llega cada cuatro días, tiempo insuficiente, según relató la mujer, hasta para enfriar agua.

Ya me estoy acostumbrado a tomar agua caliente. Le damos a los muchachos solamente almuerzo para que se calmen y en la noche sacamos los colchones para la acera. Ahí duermen ellos y nosotras nos turnamos porque en la noche pasan los colectivos [grupos de choque] haciendo tiros, persiguiendo a los muchachos de por aquí, y nos tenemos que meter rápido hasta que se vayan.

La falta de agua potable resta calidad de vida. “Hay que ahorrar el agua”, le recuerda la mujer a sus nietos, luego de que este miércoles les llegara el servicio por tubería cuando ya sumaban dos meses sin una gota. “Con esa agua cocinamos, nos bañamos y tomamos, por eso los muchachos tienen diarrea“. El agua embotellada se les hace inaccesible. “¿Cómo compra uno agua o hielo si Hielo El Toro lo destrozaron con los saqueos y por ahí piden 10 dólares por una bolsa? ¿De dónde los saco?”.

Yaritza Paz está al cuidado de dos nietas. Foto: José Núñez

“Impotencia y desespero” son los sentimientos que embargan a esta zuliana. Con las ojeras que le cubren las mejillas confesó que lo más difícil es que “nadie explica o da razón de cuándo vamos a salir de esto”. El pasado miércoles el servicio eléctrico se restableció a las 4 de la madrugada y se fue a las 7 de la mañana de este jueves.

Aquí ni el consejo comunal funciona. No nos traen agua, no dan razón de la luz, esto es un caos y yo quiero que mis nietos vayan a la escuela, tengan futuro, uno bonito, no este presente tan amargo. No quiero que me sigan diciendo que les duele la barriga, sostuvo Yaritza.

La insalubridad pasa factura en la zona, no solo a ella: al menos 30 menores de edad y 8 adultos presentan cuadros de vómito y diarrea por el consumo de agua sin tratar en esta comunidad ubicada en la calle 93 detrás del cementerio El Cuadrado.

Sé que no está bien acostumbrarme, pero son tantos días que ya una se hace a la idea de que la luz no va a volver. Yo solo confío en Dios, más nada porque los hombres que están en el poder solo nos hunden y nos pisotean, concluyó Yaritza.


Participa en la conversación