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Comunidad

Abandono, maleza y sin vigilancia, males eternos de la carretera vieja Caracas La Guaira

By Rafael @rala1970 Lastra

March 08, 2023

Sin mantenimiento preventivo ni atención gubernamental, la carretera vieja Caracas La Guaira ya no es una opción recomendable, como vía alterna, para miles de conductores. Tampoco ofrece seguridad a quienes viven entre sus montañas, laderas y caminos empinados.

La Guaira.- Las 367 curvas de la carretera vieja Caracas-La Guaira nunca fueron atractivas para los conductores. Siempre hubo la idea de que, con ellas, era un suplicio ir al mar y luego, volver a la ciudad.

Por ello, no sería aventurado suponer que en 1953, cuando se inauguró la autopista, la carretera vieja empezó a escribir la página de su olvido.

Ni siquiera las comunidades que crecieron alrededor de su alfa y omega, (Montesano, Marlboro y Canaima del lado del Litoral Central; Blandín y Plan de Manzano cerca de la parroquia Sucre de Caracas), lograron que la mirada de las autoridades se detuviese en el trayecto de 27 kilómetros, concebidos entre 1911 y 1924, bajo el gobierno de Juan Vicente Gómez.

En el mismo cuarto, pero del siglo XXI, la posibilidad de tránsito por la carretera vieja Caracas-La Guaira es cada vez más lejana. Maleza por doquier, derrumbes desde las montañas del Parque Nacional El Ávila, obstáculos naturales diversos, fallas de borde sin mantenimiento y ausencia de barandas de defensa y de patrullaje policial, dibujan un tramo vial en decadencia.

En los extremos de la vía, en los que se ubican las comunidades, no se ven policías de ningún tipo; la carretera vieja está abandonada a su suerte”, sostiene Oscar Liendo, un joven conductor de una gandola que emprendía el viaje desde la calle real de Montesano.

La urgencia de la soledad

Un recorrido por los primeros cinco kilómetros hacia Caracas, evidencia los peligros denunciados por choferes y voceros comunales. Hay tramos en los que la maleza estrecha aún más los dos canales de circulación, lo que representa un riesgo para la visibilidad de quienes van al volante.

“Es una guillotina, casi nadie usa esta vía que es oscurísima después de las seis de la tarde, no tiene ojos de gato y tampoco buena pintura en el pavimento. Es muy difícil identificar a algunas troneras”, señaló Ismael Lira, residente del sector La Vuelta a la Llanera.

En un tramo de la arteria vial, existe un corredor de cemento que desciende hasta la localidad de El Limón, en el kilómetro 7 de la autopista Caracas-La Guaira. “Ya la carretera vieja no es una opción para nadie”, insistió Lira.

“Es urgente que las autoridades le hagan mantenimiento. Es un verdadero peligro”, agregó Rita Álvarez.

Sin previsiones

La mujer de 62 años de edad, está convencida de que si ocurriera otra contingencia similar al desplome del viaducto Nº 1 “nos vamos a quedar incomunicados con el principal aeropuerto y puerto del país, que están en La Guaira”.

La maleza y la soledad ahuyentan a los conductores entre Caracas y La Guaira. Foto: Cortesía

La vida útil del viaducto Nº 1 de la autopista Caracas-La Guaira, superó los 50 años que proyectara la compañía constructora francesa Campenon Bernard.

Los efectos del terremoto de Caracas en 1967, su cercanía con la falla geológica de Tacagua, así como la filtración de aguas servidas en las bases, llevaron a la implosión del viaducto Nº 1 el 19 de marzo de 2006.

El 6 de enero de ese año, el entonces ministro de Infraestructura, Ramón Carrizales, había dado crédito a los informes técnicos y prohibió la circulación de vehículos por el viaducto Nº 1.

Ello, irremediablemente, devolvió la atención hacia la carretera vieja Caracas-La Guaira, cuyos tramos principales fueron repavimentados, además de establecer los controles de seguridad.

A fines de febrero, se habilitó una vía alterna de cinco kilómetros, denominada popularmente como “la trocha”, y el paso por la carretera solo fue obligatorio para el transporte de carga pesada.

Cuando se inauguró el nuevo viaducto el 21 de junio de 2007, la carretera vieja fue olvidada nuevamente, mientras que las lluvias, en distintos momentos, prosiguieron socavando su existencia, junto a cientos de familias que ocupan laderas, caminos sinuosos y cotas entre sus montañas.

Malquerida

Para Dilcia Pérez, habitante de la comunidad Pedro García, esa carretera “ha sido siempre malquerida, a nadie le duele y si no hay algo que obligue a usarla, como cuando ocurrió lo del viaducto, entonces va a morir y de hecho, ya está pasando”.

Su vecina Nancy Flores, con 35 años en el lugar, afirmó: “Aquí no viene nadie del gobierno y hemos sido nosotros los que resolvemos para despejar la vía, buscar agua para lavar ropa y hasta para auxiliar a algún conductor accidentado”.

En medio de la indolencia y una miríada de problemas, parece poco probable que en la actualidad se atrevan a reclamarle algo más a las 367 curvas de la carretera vieja Caracas-La Guaira.