Con sus 10 gallinas, su cerdita Maya y su cobaya Totoro, la niña Abigaíl Cárdenas les enseña a los zulianos a través de las redes sociales sobre conservación y cuidado del ambiente y de protección animal. Con el apoyo de sus padres, se ha convertido en la ambientalista más joven del Zulia y participa en las actividades de los grupos ambientalistas de la región como Misión Nevado y Mapache Ecoaventura.

Maracaibo. Carisma, dulzura, responsabilidad y disciplina son las características que definen a Abigaíl Cárdenas, de nueve años de edad. Su amor por la naturaleza es un don que nació con ella y que se fortaleció con la ayuda de sus padres, Ambellyi Moreno, ingeniero en Informática y su padre, Ibrahim Cárdenas, técnico en Mecánica Industrial.

Desde los tres años de edad aprendió a leer y acompañaba a su madre en proyectos de agricultura urbana, la cercanía con el ambiente y los animales la hizo cambiar los juguetes por rocas, plantas y animales. Los libros se convirtieron en sus compañeros de viaje, pues en ellos encontró las respuestas a todo lo que la maravillaba.

Gracias a mis padres he tenido acceso a la educación, porque me dan muchos libros para leer y así he aprendido a expresarme. Me llevan a lugares donde puedo conocer la naturaleza como playas y cualquier bosque de donde saco demasiada información”, dijo Abigaíl.

A los cinco años tenía como mascota una iguana verde a la que llamó Juana, pero decidió liberarla por la orientación del biólogo y profesor, Lenin Parra, sobre la importancia de no tener animales silvestres en cautiverio. Ese fue el punto de partida.

Abigaíl Cárdenas
Los padres de Abigaíl han sido su gran soporte en las aventuras de la niña. Foto: Cortesía.

Orgullosa de sus proyectos y con una agenda bastante apretada, Abigaíl tiene su tiempo perfectamente organizado. Se levanta, desayuna y hace una oración de agradecimiento por el nuevo día. Sale al patio y les da los buenos días a sus mascotas: 10 gallinas; el gallo, Ronco; la cerdita, Maya, una cobaya macho a la que llama Totoro; la cabra, Chirimoya y su perra, Dona. De los que asegura la hacen feliz.

Estudia quinto grado en una escuela del oeste de la ciudad. Luego de alimentar a sus animales y muy importante, “rascarle la pancita a Maya”, se pone al día con los quehaceres educativos y queda lista para las convocatorias de Misión Nevado, Mapache Ecoaventura y la Alcaldía de Maracaibo tengan para ella, que consisten en rescates, liberaciones o alguna excursión.

La pequeña defensora de los animales afirma: “Procuro investigar antes de ir a alguna actividad, porque no me gusta hablar por hablar, sino tener algún conocimiento o referencia mínima de lo que me están hablando, y así marco mis experiencias”.

Abigaíl le agradece a sus padres y a sus maestros la guía y el apoyo que le han dado. “Mi amor por la naturaleza nació cuando me di cuenta del daño que los seres humanos le hacemos, sobre todo al Lago de Maracaibo. Cuando vi el desastre que ha causado el petróleo y los desechos sólidos y líquidos, como enfermedades y hasta la muerte de animales, me dolió mucho”.

Una aventura en medio de la pandemia

Relató que, aunque su pasión estuvo siempre presente, las restricciones de la pandemia le dieron la oportunidad de iniciar una nueva aventura en compañía de su madre y así comenzar a gestar un cambio de conciencia en niños y adultos.

Estar tanto tiempo en casa me aburría, entonces se nos ocurrió hacer algunos videos y tutoriales de plantas. Mi mamá me ayudó con eso, ella era la detrás de las cámaras, y así comencé a compartir mis conocimientos a través de ‘la vida con mis mascotas’ por mi cuenta de Instagram”, cuenta la ambientalista.

Con tan corta edad, pero con una autenticidad y un espíritu avasallante únicos, sueña con que su proyecto contribuya a cambiar la conciencia de la gente. “Mi objetivo principal es sensibilizar a las personas y también ayudar al lago. Quiero cambiar la mentalidad que tienen las personas, creo que todavía puede haber un reverso, pero necesitamos de la ayuda de todos, que la gente entienda el daño que le hacemos al planeta con la basura y el plástico”.

Abigaíl resalta que la ayuda que le han dado sus padres ha sido fundamental. Aunque las ideas son exclusivamente de ella, su madre es la encargada de producir los videos y su padre de llevarla a donde necesita ir para explorar. “No solo me ayudan en la parte física sino también con la parte amorosa, espiritual y educativa”, comenta la niña.

Reconoce que es muy regionalista. Cuenta, entre risas, que cuando tiene tiempo libre le encanta salir con sus padres a comer “pastelitos o un patacón bien tradicional”. Dice que sus raíces vienen del Lago de Maracaibo.

Abigaíl Cárdenas
Abigaíl incubó 10 gallinas. Observó el proceso durante 21 días hasta que los huevos eclosionaron. Foto: Cortesía.

“Mi bisabuela es de Isla de Toas y mis abuelos vivían cerca del lago, y eso me hace un vínculo muy especial. Me siento atraída a él, así que no puedo dejar de visitarlo, y sueño con verlo sano y limpio porque ahí habitan muchos animales importantes para nosotros, en el Zulia”.

Se lleva en la sangre

Ambellyi Moreno, madre de Abigaíl, confesó que su corazón siempre ha estado ligado a la agricultura urbana y a los animales, pero cree que el potencial de su hija viene de su padre.

“Mi esposo es muy inventor, hace muchas máquinas y crea cosas nuevas, de ahí viene todo”, suelta entre risas.

Reconoce que están dedicados 100 % a la formación de su hija, pero de manera libre, sin ponerle barreras, porque para ellos es importante que ella pueda cumplir sus sueños.

Hemos tratado de que Abigaíl tenga una formación de amor a lo que nos rodea, de respeto y desde pequeña la formamos de manera que tuviera acceso a la información y a una buena educación. Ella lo pregunta todo y hay que darle una respuesta. Tener toda la paciencia porque no se cansa y quiere saber cada vez más, su pasión es incontrolable”, dijo Moreno.

Aunque reconoce que a veces llevarle el ritmo a su pequeña es agotador, agradece poder estar ahí para ella. “La verdad, cuando comenzamos con los videos no sabía mucho. Erramos, pero perseveré porque veía su emoción, y aquí vamos con su proyecto para aportar un granito de arena al cambio, porque de la familia parte todo”, dijo la madre conmovida.

Redes responsables

Para Abigaíl, las redes sociales son un instrumento que debe usarse con responsabilidad, aunque sin perder el sentido del humor. Sus videos en Instagram son educativos. Habla sobre sus animales, las especies con las que ha tenido contacto y sobre el cultivo de plantas.

Dijo que próximamente les enseñará a sus seguidores a hacer ecobloques para evitar que dispongan el plástico de forma errada.

En 2021, recibió el Premio Municipal de Periodismo con una mención especial en Comunicación Alternativa, otorgado por la Alcaldía de Maracaibo. Abigaíl también usa la red social para promover la lectura.

Hago una lecturita diaria, después de cumplir con mis tareas. Instagram me ocupa tiempo, pero debo hacerlo responsablemente para que las demás personas sepan lo que hago con mis mascotas y enseñarlos. Creo que cuando empiecen las clases voy a tener la agenda más apretada, pero me toca distribuir las actividades y ver cómo puedo repartir mi tiempo”, dijo Abigaíl.

Una niña diferente

El biólogo y activista ambiental zuliano, Lenin Parra, recuerda claramente los inicios de Abigail. En 2016, Parra, Ambellyi Moreno y otros profesores llevaban a cabo un proyecto de agricultura urbana en los terrenos de la Universidad Bolivariana de Venezuela y la pequeña acompañaba a su madre.

“Creo que eso ayudó a permear esa forma de ver el mundo y la curiosidad infantil. Ella salía a caminar en el monte y llegaba con una ramita, con una piedra. La anécdota principal es que consiguió una iguana y la tenía amarrada en el hombro como su mascota. Yo le insistí en que Juana era un animal silvestre, que necesitaba libertad y que ningún animal merece estar encerrado ni encadenado, y al día siguiente llegó con la determinación de liberarla. Ahí comenzó su concientización respecto al ambiente”.

El activista resaltó que las habilidades de sus padres tienen mucho que ver con la personalidad de Abigail y, en su caso, dijo estar comprometido a apoyar y transmitir sus conocimientos hasta que ella se lo permita.

Lo impresionante es que Abigail es una esponja para adquirir conocimientos y tiene la habilidad de transmitirlos. Por eso su presencia es importante en las redes, con su mensaje, invitando a otros niños a leer, a maravillarse con la naturaleza y las mascotas”, dijo Parra.

Su madre insiste en que la niña nunca fue exigente con las cosas materiales, pero hace poco pidió algo especial. “Abigail nos pidió un microscopio, a los 9 años me pide un microscopio, (risas) lo quiere para investigar qué hay en el agua estancada, las estructuras de una hoja y todo lo que pueda”, dijo su madre.

Cada mascota tiene su historia

La necesidad de saber ha llevado a Abigaíl a hacer sus propios experimentos, no solo en la siembra o cultivo de plantas, sino en la vida misma. Por eso le pidió a su padre que le hiciera una incubadora artesanal y así encubó sus 10 gallinas. Según cuenta su madre, vio todo el proceso, desde que las gallinas pusieron el huevo, los 21 días de cuidados con calor artificial, hasta que eclosionaron.

“Les dio alimentación y atención como si fuese una mamá gallina. Ella está muy comprometida con sus animales”, dijo su madre. En el caso de Maya, su cerdita, hizo un trueque. Su cabra Chirimoya dio a luz un cabrito y como no podían tenerlo en casa, lo cambió por Maya cuando apenas era un bebé y así con cada una de sus mascotas.

Abigail busca en Internet manuales certificados para aprender sobre ellos, como alimentarlos y tratarlos, y hace sus propios descubrimientos.

Actualmente, Abigaíl Cárdenas tiene un poco más de 500 seguidores en su cuenta de Instagram (@abigailcardenasm). Está convencida de que este es apenas el primer paso para lograr su sueño, que es un mejor planeta. Además, espera que cada día más personas se unan a esta causa que tanto la motiva a actuar.


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