El cineasta venezolano acaba de estrenar El exorcismo de Dios, su segunda película, seleccionada para participar en festivales como Sitges. Sigue en pie el plan de hacer un remake de La casa del fin de los tiempos

Caracas. Del 7 al 17 de octubre hay otra cita para Alejandro Hidalgo. En Barcelona será el encuentro en Sitges, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, donde se exhibirá su segunda película: El exorcismo de Dios

Es otra de las paradas previstas para la obra. El largometraje tuvo su primera proyección al público el 27 de septiembre, en el Fantastic Fest, que se llevó a cabo en la ciudad de Austin, en Estados Unidos. 

Un recorrido por el que apuesta la consolidación de su filmografía en un género con el que debutó en 2013, cuando estrenó en Venezuela La casa del fin de los tiempos, la película de terror más exitosa en la taquilla local, un filme que está entre las 20 películas venezolanas más vistas de la historia en el país. 

En aquel entonces, el joven realizador debutaba exitosamente con una historia de suspenso y viajes en el tiempo protagonizada por Ruddy Rodríguez. 

Ahora, el director y guionista apuesta por una obra más internacional, en la que busca además diferenciarse de las maneras que considera predominan en este tipo de obras en la actualidad.

El exorcismo de Dios tiene un elenco conformado por actores como Joseph Marcell, María Gabriela de Faría, Will Beinbrink, Eloisa Maturen, Irán Castillo y María Antonieta Hidalgo. Todavía no hay fecha de estreno en Venezuela para esta producción de México y Estados Unidos. 

El exorcismo de Dios
La película del cineasta venezolano es un homenaje también a El exorcista

¿Cómo daría una sinopsis de El exorcismo de Dios?

—Es la historia del sacerdote Peter Williams (Will Beinbrink), un exorcista estadounidense que cuando practica un exorcismo a una mujer, es tentado por el demonio. Al caer en la tentación, es víctima de la posesión. Se desata una tragedia. El sacerdote comete un sacrilegio, que mantiene en secreto, trata de taparlo con la fachada de la ayuda humanitaria, la caridad y la ayuda a los niños huérfanos y enfermos. Finalmente, el mal regresa 18 años después. Tiene que encararlo y se desata una batalla descomunal entre el bien y el mal. Creo que el final es bastante épico. Por ahí va El exorcismo de Dios. Si me sigues dando cuenta, creo que haré mucho spoiler. (Ríe).

Ha dicho que es una película de terror puro. ¿Por qué lo dice? También ha comentado que hay varios elementos del género con los que juega. ¿Cuáles son?

—A diferencia de La casa del fin de los tiempos, en la que todavía había drama, que se sostenía en un thriller sobrenatural, un enfrentamiento a un miedo en el que no se entiende bien qué ocurre, en El exorcismo de Dios la maldad es netamente sobrenatural, demoníaca, con fuerzas espirituales y demonios. Desde ese punto de vista, es una película bastante oscura, que juega con muchas convenciones como las del exorcismo, las posesiones, pero también tiene unos giros bastante particulares. De resto, traté de jugar con las convenciones de una película de terror contemporánea. Es como ver una película con el tono de El Conjuro o It, por decirlo de una forma en cuanto al empaque comercial y visual. Pero también tiene un desarrollo distinto, propio, y original, con homenajes a El exorcista, que para mí es la obra maestra del género.

¿Por qué considera que El exorcista es todavía la obra maestra del género?

—Creo que El exorcista es una película que marcó historia por muchos factores. Primero, por la adaptación de la novela de William Peter Blatty, que también es magistral. Lleva la historia un paso más allá. Es muy oscura, hay un drama y eso es fundamental. Uno se mete en el papel de los dos protagonistas: el padre Damien Karras y Chris MacNeil, la madre de la chica, Regan MacNeil. Vives en carne propia el terror de ver a tu hija poseída, mientras tratas de descubrir qué está pasando, de saber si es un fenómeno psiquiátrico o una enfermedad genética. Finalmente, descubren que es un ente maligno.

El exorcista lo lleva a cabo un hombre que tiene la fe rota por haber perdido a su madre. Además de eso, la película tiene unos efectos que actualmente resultan espectaculares. Actuaciones de primera. Todos esos elementos la han convertido en un clásico que trasciende en el tiempo. Cualquier persona que la vea, siente terror. Hay muchos avances tecnológicos ahora, y el público cada vez se hace menos paciente. Quiere sus efectos visuales. Ahora es difícil poder disfrutar de una película que tenga un desarrollo dramático como El exorcista y que se mezcle con el género del terror.

Ahora toda historia se queda en la superficie del efectismo, de los sustos, sin profundización de esos perfiles que tienen esos personajes tan interesantes, tan humanos.

Veo que en la historia de El exorcismo de Dios hay temas polémicos, que me imagino llevarán a la discusión entre los espectadores. ¿Es lo que busca?

—Absolutamente. Fíjate que no fue una primera búsqueda, pero luego se desataron muchos temas que ciertamente serán muy polémicos. Hay un personaje diabólico en la película que creo puede ser muy impactante, especialmente para las personas religiosas. No lo quiero decir porque revelaría un dato importante, pero hay un par de figuras que pueden romper paradigmas. Forman parte fundamental de la originalidad dentro del género del horror. Nunca los había visto en una película. 

Alejandro Hidalgo
El exorcismo de Dios es un largometraje que está previsto estrenarse en Venezuela

En dos años se cumplirá una década del estreno de La casa del fin de los tiempos, que sigue siendo la película de terror venezolana más exitosa. Además, está en el top veinte de las más vistas de la historia del cine venezolano. ¿Siente presión por cumplir expectativas con El exorcismo de Dios?

—Wow, es así. Y sí, siento muchísima presión. He tratado de romperla con el hecho de divertirme con lo que hago. Pero sí se convierte en una avalancha de presión que sencillamente traté de llevar con la misma filosofía con la que hice La casa del fin de los tiempos: haz lo mejor que puedas con lo que el universo te ha dado. En ese entonces no tenía la misma preparación que tengo ahora, y tal vez por eso la película pudo tener sus debilidades, a pesar de su contundencia para conectar con el público.

Ahora, veo la película y noto en mí a un artista que ha dado un salto cuántico como realizador cinematográfico y productor. Trato de convertir esa presión en orgullo, aplaudir el esfuerzo de lo que significa. Hacer una película no es fácil. El mismo tiempo que ha pasado desde La casa del fin de los tiempos hasta ahora lo confirma. He mostrado la nueva película a productores de Hollywood que sienten que tiene el valor de producción de una obra de 5 millones ó 7 millones de dólares, pero lo hice con menos de un tercio de ese presupuesto. Eso habla bien de un esfuerzo colosal por desarrollar un trabajo con una estética bastante elevada. Me siento orgulloso del resultado. A pesar del miedo a cómo la reciba la audiencia, me siento feliz conmigo mismo por todo lo hecho.

En el elenco vemos a figuras conocidas del mundo de la actuación venezolana como María Gabriela de Faría, Eloisa Maturén, María Antonieta Hidalgo, pero hay una persona bastante conocida por el público venezolano por la serie de comedia El príncipe del rap, que es Joseph Marcell. ¿Cómo llegó al elenco?

—Fue una recomendación directa de mi mánager de Los Ángeles. Nosotros estábamos cerrando negociaciones para que el actor fuera Eric Roberts, el hermano de Julia Roberts, pero su agenda estaba muy complicada. Cuando hicimos el esfuerzo sobrehumano para ajustar el plan de rodaje, nos dimos cuenta de que era imposible, y mi mánager me habló de Joseph Marcell. Primero, ya lo conocía por esa trayectoria. También era bueno tener en el talento a un actor afroamericano, para dar una diversidad cultural. Tenemos un actor estadounidense, venezolanos, mexicanos y era bueno tener esa presencia. Por otro lado, Joseph Marcell no solo se dedica a la comedia, él tiene una compañía de teatro en Londres en la que es una leyenda. Ha interpretado a muchos personajes de Shakespeare. Es un maestro del método. Nos conectamos cuando tuve conversaciones a distancia por Zoom. Entendió el personaje. Cuando llegó a México, hicimos algunos ejercicios para desarrollarlo y fue perfecto. Además, el personaje que interpreta le da un toque de comedia a la película. Estuvo interesante. Fue la opción perfecta para darle vida al personaje en El exorcismo de Dios.

¿Qué ocurrió con el remake en Estados Unidos de La casa del fin de los tiempos? Si mal no recuerdo Andy Muschietti estaba como uno de los impulsores. Creo que también iba a dirigirla…

—No, no. El director siempre iba a ser yo. Andy estaba como productor junto con Barbara (hermana del cineasta argentino) y otra compañía que se llama Good Fear Film, que produjo el live action de Mulán. Lo que pasó fue algo natural que ocurre en la industria que se llama el development hell, en el que sencillamente el estudio busca los proyectos prioritarios para el momento, mientras, tienen contratos de otros proyectos que con el tiempo expiran. En mi caso, pasaron los tres años que tenían para ejecutar y producir el largometraje, pero no entró en la agenda. Estaban enfocados en el universo de El conjuro e It. Cuando me pidieron renovarlo, decidí no hacerlo, porque no había una garantía de concretar. Los derechos han vuelto a mis manos, y estoy trabajando activamente para producirlo de manera independiente o con algún otro estudio. 

¿Cómo se siente al recordar a ese joven universitario consumidor de cine y ver lo que ha pasado en estos años?

—(Ríe). Me conmovió tu pregunta. (Piensa). Cuando hago esa especie de viaje en el tiempo, como en La casa del fin de los tiempos, me reencuentro conmigo. Siento que sigo teniendo ese espíritu joven que no se rinde, que quiere hacer las cosas. Recuerdo que cuando yo quería hacer esa primera película, metimos el proyecto en el CNAC, pero no fue aprobado. Estaba probando otras opciones como vender mi carro, y conocí a otros productores hasta que lo volví a presentar con mejoras. Sencillamente mantengo la filosofía de luchar fuerte para cada vez ser mejor, tanto personal como profesionalmente. La carrera de un director o productor de cine no es fácil.

La verdad es que escribir un guion, levantar unos fondos, es super arduo y a veces uno sufre muchos rechazos. La idea es seguir viendo hacia adelante, y recibir cada adversidad como un impulso que te lleve más cerca de la meta.

Hace unos años me comentó su interés en desarrollar una historia de ciencia ficción en una Venezuela postapocalíptica. ¿Sigue en pie ese proyecto y en ese contexto?

—El proyecto sigue en pie. No sé si realmente estará ubicado en Venezuela, que es el punto de inspiración, especialmente por cómo las fuerzas del poder pueden manipular a las masas a través de la tecnología. Siento que las tecnologías de los celulares y redes estarán integradas al cuerpo humano, cosa que hemos visto en series como Black Mirror. Es un proyecto ambicioso que requiere de un presupuesto bastante alto. Estoy esperando el momento perfecto. Llevo siete años trabajando en el guion.

Después de que estrene El exorcismo de Dios, el remake de La casa del fin de los tiempos, y otros proyectos que tengo por ahí, creo que estaré en posibilidad de levantar un presupuesto de una película grande como esta, que conlleva muchos efectos especiales, cantidad enorme de extras, y recrear todo un universo. Es más complicado como lo visualicé inocentemente en el momento que empecé a desarrollar la idea.

¿Cómo evalúa la situación actual de la industria del cine por la pandemia? Estamos en medio de un debate nuevamente por las plataformas y los estrenos simultáneos

—Sí. Las plataformas han sido un medio maravilloso para distribuir contenido para que tengamos la posibilidad de verlo en casa. De alguna manera también han afectado la producción de cine independiente. El mercado del cine y de estrenar en una sala en la pantalla grande cada vez se hace menos accesible para las películas pequeñas. Cada vez es más difícil ir al cine y disfrutar de una película como El silencio de los inocentes. Por otro lado, las plataformas han brindado la posibilidad de desarrollar series con el mismo valor de producción de las películas de Hollywood. Es increíble.

En el contexto de la pandemia, he apoyado que los estrenos se hagan de manera simultánea o directamente a una plataforma, pero a medida que se vaya restableciendo la situación, soy partidario de que primero las película sean exhibidas en salas de cine. La experiencia emocional es absolutamente diferente, mucho más potente, más gratificante y trascendental.

Ver una película con el diseño de sonido adecuado, en la gran pantalla, con un público que va a reír o gritar en una multitud contigo, es una experiencia que no se deja para una televisión, para un momento en el que se mete el reflejo de la luz de la ventana en la pantalla.

En ese aspecto soy más purista, como Quentin Tarantino o Christopher Nolan. Las películas deben llegar primero a las salas de cine y luego que puedan ser disfrutadas en casa.

¿Por qué el cine de terror?

—El cine de terror conecta con emociones muy básicas de supervivencia, que activan la adrenalina y nos hacen sentir vivos en la máxima expresión. Me gustan los géneros comerciales para transmitir mis verdades y mis ideas. Creo que el género del terror es muy amigable para empezar una carrera cinematográfica cuando tu propósito es entrar en el mainstream. Puede producirse con un presupuesto amigable, a diferencia de una de acción o ciencia ficción como la que quiero hacer, que requiere de un valor de producción mucho más alto. Tengo muchas ideas, saltar a la fantasía, y en algún momento al drama. Tengo esa deuda conmigo de explorar historias que tal vez no se hayan contado, con una visión diferente, honesta, y que no solo se queden en la superficie del espectáculo del terror. Como cineasta busco eso, hallar un equilibrio entre lo comercial y el contenido, valor y significado, un medio para mi expresión artística.


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