Llamada SOS se creó como apoyo a los servicios de salud del país para disminuir el colapso de la red hospitalaria ante la pandemia de la COVID-19. El paciente se comunica a un número local y es atendido, en primera instancia, por el sistema de respuesta de voz interactiva que hace una serie de preguntas para medir su nivel de riesgo ante el coronavirus o precisar cuál es el padecimiento que tiene.

Caracas. Detrás de una línea telefónica estaba una mujer de unos 30 años de edad buscando ayuda. Había pasado parte de la noche recorriendo hospitales con su papá, que tenía dificultad para respirar. El señor tenía más de diez horas en el carro. Los centros de salud estaban a tope y no lo podían recibir. Los síntomas apuntaban a que era COVID-19, pero no le habían hecho la prueba.

Del otro lado del teléfono contestaba Adrián, un médico que hace parte de Llamada SOS. Estaba conectado al sistema de atención por telemedicina y a una base de datos de centros de salud. La ayudó a identificar a qué hospitales todavía no había ido a tratar de conseguir una cama. Le recomendó aporte de oxígeno como una solución momentánea. Conversaron por más de 30 minutos. La mujer le agradeció mil veces por la ayuda. Colgaron.

Adrián Rodríguez, de 26 años de edad, recuerda esa llamada que recibió en junio, entre las muchas que ha contestado, con cierta particularidad. De alguna manera lo marcó. Aunque el tiempo normal por atención es de unos 10 o 15 minutos, prefirió orientarla el tiempo que fuera necesario.

Este médico, que es parte de Llamada SOS –una iniciativa de la Facultad de Medicina de la UCV en alianza con empresas de tecnología y asesores individuales–, creció en la avenida Panteón, parroquia San Bernardino del municipio Libertador de Caracas. Ahí pasó toda su infancia. Como todo niño pensó en ser bombero, astronauta, policía y médico. En su mente quedó sonando la última profesión.

Cuando estaba por finalizar el bachillerato, su familia decidió mudarse al municipio Sucre del estado Miranda. Las pruebas vocacionales le repetían una y otra vez lo que él ya sabía, que quería ser doctor. Cuando se graduó de bachiller, presentó una prueba interna en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ese primer año no quedó. Lo aceptaron en otras carreras, pero él estaba seguro de lo que quería ser.

La competencia era bárbara. Muchas personas querían estudiar la misma carrera que ofrecía menos de 200 cupos. Decidió volver el año siguiente. Y quedó en la Escuela de Medicina “Luis Razetti” de la UCV, donde podía estar cerca de la vida universitaria.

Normalmente, la carrera de Medicina dura seis años. A partir del tercer año, los estudiantes tienen prácticas en hospitales; ven clases hasta el quinto año y a partir del sexto, están listos para el internado rotatorio de pregrado. Todo se alargó mucho. Entre paros académicos y la crisis del país, la carrera de Adrián duró más.

Adrián finalmente pudo hacer su internado en el Hospital General Dr. José Gregorio Hernández, o mejor conocido como el hospital de Los Magallanes de Catia. Tenía que pasar por los servicios de Obstetricia, Pediatría, Cirugía, Medicina Interna y pasantía rural. En ese camino justo conoció a la doctora Judith Toro, parte del equipo de Llamada SOS y profesora de la cátedra de Obstetricia de la facultad. Ella le comentó sobre el proyecto.

Entre febrero y marzo nos hablaron de que Llamada SOS era un voluntariado a raíz de la pandemia. Planteaban ayuda telefónica para aquellos pacientes que tenían temor de salir de sus casas, recordó Adrián.

La idea era atender a personas de Caracas, pero también de poblaciones rurales del país en que solo disponían de una línea telefónica.

Este programa se creó para apoyar los servicios de salud del país y tratar de disminuir el colapso de la red hospitalaria ante la pandemia de la COVID-19. El paciente se comunica a un número local y es atendido, en primera instancia, por el sistema de respuesta de voz interactiva que hace una serie de preguntas para medir su nivel de riesgo ante el coronavirus o precisar cuál es el padecimiento que tiene.

En Llamada SOS, Adrián y sus colegas tienen turnos de cinco horas, a veces las doblan a diez, para atender pacientes a través del teléfono. Se conectan al sistema por el celular, computadora o tableta. Lo que comenzó con pocas llamadas al día, ha llegado a 500 llamadas diarias que los lleva a cortar y atender, cortar y atender.

Una de las limitaciones de la telemedicina es que a los estudiantes de la carrera los enseñan a tocar, palpar, escuchar al cuerpo, algo que no pueden hacer por teléfono. Esto hizo de esta experiencia todo un aprendizaje. Adrián debe hacer un interrogatorio al paciente de todo lo que siente, entender muchos términos coloquiales de las personas para referirse a partes del cuerpo o dolencias. Pero lo más importante, interpretar lo que el paciente siente y a no caer en recetar medicinas que sean delicadas, como antibióticos.

Hay muchísima gente que llama preguntando por pastillas para dormir, por ansiedad que ha producido esta pandemia, y nosotros no podemos caer en recetarlos, insistió el doctor.

Foto: Gleybert Asencio

Adrián comentó que hay tres tipos de pacientes: los que el médico y la persona saben que están graves, los que el médico sabe que el paciente está grave pero la persona no lo entiende, y el que cree que está grave, pero el médico puede deducir que no es así, sino que está ansioso. Para todos es la misma atención. Todos tienen la misma importancia.

Llamada SOS establece que, en casos de sospecha de infección por COVID-19, el paciente con bajo riesgo recibe respuestas orientadas a la prevención y a mantener la calma. Si el paciente es considerado de riesgo elevado, una vez  que responda todas las preguntas, la llamada será redirigida a un especialista que profundizará en la sintomatología y, de considerarlo necesario, indicará la remisión a un centro hospitalario o consulta presencial.

El programa cuenta con 15 líneas de atención y personal médico especializado y entrenado, egresado de la UCV, para ofrecer información e indicar conductas terapéuticas a distancia para personas con sospecha de infección por COVID-19 o síntomas de cualquier otro padecimiento de salud, es la información que se lee en la página oficial de Llamada SOS.

Desde marzo hasta noviembre, Adrián ha visto, y escuchado, muchísimos casos sospechosos y positivos de COVID-19. Además de trabajar en Llamada SOS, también presta servicio en un hospital que tiene triaje y carpas de atención. Toda esta vivencia lo ha llevado a tener más miedo de llegar a contagiar a su familia que a él mismo. Son 24, 18 o 12 horas que ha tenido que pasar vestido de pies a cabeza con trajes de bioseguridad.

Llamada SOS es un alivio para el paciente y para nosotros porque no tenemos que tener miedo de que nos vamos a contagiar, precisó el médico.

Adrián es solo un ejemplo de los grandes profesionales que integran esta iniciativa.

La administración de Nicolás Maduro contabiliza hasta el 4 de noviembre, 93.480 casos positivos de COVID-19, de los cuales 88.326 están recuperados y 814 fallecieron. Sin embargo, cálculos de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales proyectaron que en uno de los escenarios, la cantidad de casos de este virus para finales de año podían ser hasta de 14.000 diarios. Por ello, han instado a las autoridades nacionales a la descentralización y aumento de las pruebas PCR que se aplican diariamente en todo el territorio nacional.


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