Frente a un kilo de jabón que cuesta más de Bs. 700.000, hay quienes buscan una opción más económica en los “llenaderos”, esos locales donde la gente lleva los envases y pagando cantidades muy por debajo de los costos en los supermercados pueden conseguir champú, jabón, cloro y lavaplatos, artículos que no tienen fecha de elaboración, ni de vencimiento y no han pasado por control sanitario.

Caracas. La única cola que se vio en el bulevar panteón, a pocas cuadras de la plaza Bolívar de Caracas, no era de los viejitos tratando de cobrar la pensión, la del pan o la de la harina de maíz. Llegó a ocupar una cuadra y la hacía gente de todas las edades, funcionarios públicos e incluso hasta bomberos. Todos llevaban debajo del brazo un pote de plástico y lo que esperaban era llenarlo de champú, jabón líquido, desinfectante o cloro hecho de manera artesanal, ante la imposibilidad de poder adquirir uno de marca comercial.

Un kilo de jabón en polvo, de las marcas tradicionales, cuesta más de 700.000 bolívares.  Eso representa más de 53% del salario mínimo integral que es 1,3 millones de bolívares.

Difícilmente una ama de casa puede ya adquirir ese producto. Y como tampoco se puede quedar sin limpiar la casa o lavar la ropa, ahora recurre a los productos artesanales, pues en esas tiendas informales un litro de jabón cuesta menos de 100.000 bolívares.

“No es que sea barato, pero no golpea tanto al bolsillo”, dijo Nora Díaz, quien durante tres horas hizo la cola para comprar jabón, cloro y desengrasante.

Como ella, Jaime Pérez, bombero de profesión, fue a buscar champú.

“Lo probé y me prestó. Vine por más pero ya me enteré que se acabó. Compraré jabón líquido”.

¿Y dónde queda la calidad?

El mismo Pérez dijo que, por lo menos, los que venden en la avenida Panteón, son de calidad.

Sin embargo, el profesor Hernán Papaterra, ambientalista y quien le hace seguimiento a estos productos, dijo que muchos jabones de los artesanales llevan diablo rojo y aceite doméstico usado o manteca.

“Incluso eso lo llevan los productos tradicionales de marca, la lejía y los detergentes, los de fabricación industrial. Lo que hay que tener cuidado es en la proporción que se usan, para que no tengan capacidad de producir daños en la piel o en las vías respiratorias”, destacó.

Kleiber Lares, comerciante, dijo que venden estos productos desde hace dos años y que hasta ahora nadie se ha quejado. Aseguró que son de calidad y que tienen los permisos de ley.

Explicó que ellos los compran ya hechos. Es decir, que los fabrica un tercero. “Lo que hacemos es comercializarlo”.

Cuando comenzaron, el litro lo vendían en 1500 bolívares y ya lo tiene en 89.000 bolívares. Y aunque en dos años la tendencia ha sido hacia el alza, también la demanda se les ha incrementado. Trabajan de 8:00 a. m. a 5:00 p. m. y en eso tiempo atienden a cerca de 200 personas.

La gente hace largas colas hasta para comprar cloro.

“Aquí se hacía cola, pero esta última semana hay como más gente. Claro, ya no se pueden pagar esos precios en el mercado. Yo los probé y me gustaron, por eso vengo aquí”, mencionó Omaira Bastidas.

Jabón para el tocador, desodorantes, champú y lavaplatos son artículos desde hace dos años registran un elevado índice escasez —calculan firmas de economistas que superan 60 %— debido a la falta de materia prima para su elaboración. Y si se consiguen, por ende, son impagables.

El Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda) estimó que en enero la canasta básica de bienes y servicios alcanzó los 16,5 millones de bolívares, y de ese monto, 11 % corresponde a la adquisición de productos de higiene personal y limpieza.

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Econométrica calcula la escasez en artículos de limpieza del hogar en 67 % a febrero de este año.

El reporte muestra que los precios de esos artículos en un mes se dispararon 94 % y en un año la variación fue de 3000 %.

De hecho, ya hay familias que han suprimido la compra de desodorante, de acondicionador, de cremas para la piel, de suavizante para la ropa e incluso hasta de productos para lavar los platos y limpiar la cocina.

“Estoy usando el mismo jabón para la ropa, para los platos y para lavar los baños. A veces siento que se me pelan las manos, es como si un químico me las quema, pero qué más puedo hacer. No puedo comprar un lavaplatos en 400.000 bolívares”, comentó Rosaura Ramos, quien dijo que tenía ya aproximadamente tres horas en la cola.

Al respecto, Papaterra explicó que esos productos tienen químicos que son susceptibles de generar daños e irritaciones en la piel y si son usados de manera proporcional —en su elaboración— se corre el riesgo de desarrollar un cáncer.

“Básicamente todos esos productos que se expenden en la calle son un riesgo, pues ni siquiera se conoce la fecha de elaboración y vencimiento y, además, el Ministerio de Salud se desentendió de esos negocios. De hecho, no pasan por la anuencia del Instituto de Higiene Rafael Rangel. Más bien por presiones políticas esa institución delegó en otras los permisos para que emitieran las autorizaciones a las comunidades y los consejos comunales. Pero eso no garantiza ni calidad ni seguridad”.

Con este tipo de productos de higiene personal, entre los que entran también las pastas dentales, pasa lo mismo que con los alimentos, como la masa de maíz que incluso se está ligando con cal para rendirlas, no hay contraloría sanitaria.

“Los vendedores se paran en las aceras con los jabones de tocador y con potes de cloro y la policía no hace nada”, denunció el ambientalista.

Riesgo sanitario 

Lo otro que expuso como una alerta fue el tema de los envases. De hecho, en la cola de la avenida Panteón, en el negocio que está en la avenida principal de El Cementerio y en otro que está en San Martín tienen los letreros de “Traiga su envase”. Pero también hay puntos de comercialización donde tienen unas cajas en las entradas con recipientes de todo tipo.

“He visto a personas que no son indigentes recolectando envases en los basureros. Pienso que los van a usar para estos negocios. Sin embargo, no son esterilizados como es debido y eso es riesgoso, si están mal lavados pueden generar una reacción adversa al entrar en contacto con los químicos. Me he encontrado con personas que los lavan en las fuentes de El Silencio, por ejemplo, y en el ámbito ambiental eso es peligroso porque si están contaminados se puede degradar el producto que están vendiendo de modo artesanal. Y, lo más grave, es que no se está haciendo ingeniería sanitaria frente a este empleo marginal”.

Como salida a la crisis muchos piensan que esto es un emprendimiento. No obstante, son muy pocas las medidas de seguridad que toman sus fabricantes. En el negocio que sostiene Kleiber Lares se vio que los tres empleados que manipulaban los potes no tenían guantes ni tapabocas.

Según un funcionario que estuvo en Contraloría Sanitaria del Ministerio de Salud, y que pidió no publicar sus datos, estos químicos son abrasivos y emiten gases, vapores y temperaturas que superan los 90 grados centígrados. Por eso se recomienda que sean manipulados en espacios abiertos.

“Sin embargo, hemos visto que los locales son pequeños y que incluso los elaboran en las casas”.

El mismo Papaterra, quien también es sanitarista, señaló que estás personas están expuestas a cuadros alérgicos y a enfermedades de la piel. “Incluso, si se presentan problemas de salud hasta el personal de salud de los centros hospitalarios debe conocer las composiciones usadas por los afectados para poder neutralizar la reacción”.

Productos envasados sin la debida higiene. Cortesía Hernán Papaterra

Estos productos, según se observa en los carteles, son más económicos, pero a la larga, lo que se ahorra en su adquisición se puede convertir en un gasto triple si se generan complicaciones en la salud debido a su uso. Sobre todo en un país que atraviesa una grave crisis hospitalaria. Así que urge que los ministerios de Salud, Ambiente y Educación y las alcaldías inicien campañas preventivas y de concienciación. No se trata de acabar con los emprendimientos comunitarios, sino de hacer uso de las leyes, como es el caso de la Providencia Administrativa Nro. 165-2017 donde se establecen los requisitos para las solicitudes realizadas por todos aquellos productores/as que elaboren, manipulen, envasen, distribuyan.

Así como también, la Providencia Administrativa Nro. 269-2017, la cual publica las tarifas únicas aplicables a las actividades de vigilancia y control sanitario de los establecimientos y productos de uso y consumo humano.

Fotos: Mabel Sarmiento Garmendia


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