Los jóvenes, protagonistas del presente, sufren y disfrutan la transformación de su ciudad, que arribó a 450 años de fundada. Saben que es una de las más violentas de la región y que ya no pueden amanecer en las calles “rumbeando”. Ante esta realidad, se reinventan y desafían las limitaciones que les impone la urbe.

Caracas. Caracas es lo mejor que me ha pasado. Amo la ciudad. Y a pesar de todo, de que tengo que recogerme a las 6:00 p. m. Caracas me pertenece. Es un desafío constante el recorrer sus calles. Pero me parece una gran ciudad. Malo todo el desorden, la basura, el gentío y la falta de gobierno. Sin embargo, la adoro.

Así se expresó Jorge Camperos, estudiante universitario, cuando se le consultó si Caracas, en su transformación, tiene algo que ofrecer a los jóvenes.

450 años celebra la capital venezolana desde su fundación. Y en ese ir y venir los cambios son notorios. La transformación de los techos rojos a los grandes edificios de concreto, de las carreteras de tierra al asfalto, de los carruajes al sistema subterráneo. Son innumerables los avances en pro de la modernidad.

En medio de todo esto viven los jóvenes, quienes se inventan más de una opción para sobrevivir y adaptarse a los desafíos que impone la urbe al pie del Ávila.

Desafiantes, irreverentes, desiguales, grupales, locos, amantes, valientes, sobrevivientes, estudiosos, rumberos, desordenados, irritantes, despreocupados. Esas son las palabras que usan los jóvenes caraqueños para definirse en medio del constante cambio que tiene su ciudad.

Camperos habló de Caracas como si estuviera hablando de una muchacha a la que admira. Demostrando sentido de pertenencia con su tierra: Siento que me pertenece y la disfruto a pesar de todo.

Le ve lo malo cuando transita por sus calles, pero le saca el jugo a lo bueno, entre lo que destacó las tardes en El Ávila.

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La Caracas soñada  

Para los jóvenes, la capital —marcada en estos últimos años por la polarización política y la falta de estrategias de gerencia social— parecieran no brindar un abanico de opciones.

Los registros de prensa del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) Región Capital arrojan que 75 % de las víctimas de sucesos violentos tienen entre 15 y 24 años.

Esta cifra es comparable con lo señalado por el OVV en su Informe sobre Juventud, en el cual se estima que 21.643 muertes violentas ocurridas en 2016 correspondieron a menores de 35 años, lo que representa 76 % del total.

Según la clasificación anual de la organización no gubernamental mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (Ccspjp), Caracas fue la ciudad más mortífera del mundo en 2016, con una tasa de homicidios superior a 130 por 100.000 habitantes.

 

Gregori Montario comenta que hay una alta falta de atención hacia la juventud y que los jóvenes cada vez se inician más temprano en el consumo de las drogas. Caracas ahorita no es para los jóvenes, no tenemos oportunidades, sostiene.

Aun así, la rebeldía y la irreverencia de los chamos se impone. Siempre nos dicen que no podemos amanecer en la calle, por la inseguridad. Pero igual lo hacemos. Esta ciudad es grande para hacer de todo. Si ya no podemos ir a discotecas, nos quedamos en casa de un amigo y ahí amanecemos. No es que seamos rebeldes, pero somos jóvenes y queremos divertirnos.

Esta es la opinión de Armando Carrillo, de 19 años de edad, habitante de la parroquia El Valle, a quien Caracas le parece lo máximo para vivir.

Siempre se dice que no hay espacios para uno recrearse. Eso no es cierto. Hay plazas y son un buen lugar para el encuentro. Lo que pasa es que no tienen iluminación y son inseguras. Nosotros vamos en grupo y la pasamos bien, acotó.

Él y su grupo van al paseo Los Próceres —municipio Libertador— y a la plaza Alfredo Sadel —municipio Baruta. Lo hacen cuando están cortos de plata y no pueden ir a una discoteca o a una feria de centro comercial.

Tratan de no fijarse en los titulares rojos de la prensa para no empañar la tarde y tener así la certeza de que se divierten en la Caracas soñada.

Espacios para estos caraqueños que recién empiezan a comerse el mundo y que llevan en sus mochilas los cuentos de los padres y abuelos sobre cómo era la diversión en la Caracas de ayer, sobran.

No conocimos esas épocas, dicen que eran sanas y divertidas. Ahora todo cuesta más. Igual tratamos de disfrutar y de conocer a Caracas. Nos vacilamos todo. Rumbeamos, estudiamos, protestamos, hacemos colas, usamos Metro, camionetas. Así es Caracas, reseñó José Pereira.

En esta Caracas de 450 años, los jóvenes hacen de tripas corazones. Se escapan por la puerta de atrás cuando sus padres les dicen “no vas”, se toman la botella de licor hasta que le ven el fondo blanco, quieren irse del país, pintan las paredes con graffitis, no con siguen pastillas anticonceptivas, trabajan en los supermercados como bolseros o como recolectores en las camionetas.

Otros están en las universidades, ya son padres y están en una cola esperando leche o pañales. Pero todos son protagonistas del presente y de la transformación de Caracas.

Sobre eso podrá leer en la entrega de este miércoles…

Foto referencial: Omar Villafañe | Videos: Luis Miguel Cáceres


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