Debido a los problemas de electricidad y combustible en Mérida, el festival de cine tuvo que cambiar su sede a Caracas. Participan 13 largometrajes de ficción en la competencia. La edición de este año no contará con los premios del público ni de la prensa.

Caracas. Mudar el Festival del Cine Venezolano a Caracas fue la única opción para evitar un bache en la continuidad de la competencia. Las adversidades crecientes en Mérida hacían cada vez más lejana la posibilidad de realizar este año el festival de cine, uno de los más importantes del país.

Mérida es uno de los estados afectados por los constantes apagones y la escasez de combustible. Factores que hacen cuesta arriba cualquier logística para la realización de una actividad que exige traslado, hospedaje y alimentación de cineastas, productores, guionistas, fotógrafos, periodistas y demás personas vinculadas tanto a la realización cinematográfica como a su cobertura.

Si bien Caracas fue afectada este año por las fallas en el suministro eléctrico en marzo, salvo algunas excepciones se ha regularizado, así como el problema con la gasolina es menos grave que en el interior del país, donde las personas pueden durar más de 12 horas a la espera de llenar un tanque. Por eso, los organizadores de festival decidieron mudar este año la exhibición a la capital, específicamente a la sala Paseo Plus 2 del Trasnocho Cultural.

Desde el festival del año pasado, que fue muy difícil producir, empezamos a pensar cómo haríamos en esta edición, que es la decimoquinta. Las circunstancias cada vez lo dificultaban, pero el grupo de personas que trabaja conmigo propuso realizarlo aquí. Hace dos meses decidimos ponernos las pilas porque el país merece que no paremos, asegura Karina Gómez, presidenta del festival.

Son 13 las películas que competirán en un momento en el que la industria cinematográfica en el país atraviesa dificultades para la producción, y en el que ha disminuido el número de asistentes a las salas de cine. De 21.226.361 espectadores en 2017, la cifra bajó en 2018 a 14.021.046, una caída de 33,95 %, según cifras de la Asociación de la Industria del Cine.

La merma es preocupante no solo por lo que representa para las cadenas exhibidoras, sino también para la producción. La Ley de Cine vigente establece entre los objetivos del Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine la producción y coproducción de obras cinematográficas venezolanas. Este fondo se nutre de porcentajes de la venta de entradas, así como también de compañías de televisión por suscripción o productoras, entre otras modalidades.

Competencia con exhibición limitada

La noche de este jueves fue la inauguración del certamen, pero este viernes 14 de junio comienzan las proyecciones. El jueves 20 se anunciarán los ganadores en las categorías de Película, Dirección, Actor, Actor de Reparto, Actriz, Actriz de Reparto, Guion, Dirección de Arte, Fotografía, Edición/Montaje, Sonido, Cámara, Música, Casting, Maquillaje y Vestuario.

La inauguración también generó molestias entre algunos periodistas que no fueron invitados a la ceremonia. Algunos de ellos han trabajado en la difusión de información relacionada con el certamen. Al momento de la elaboración de esta nota evaluaban emitir un comunicado para expresar su descontento.

La cartelera venezolana este año solo ha tenido un estreno nacional: Interferencia, de Zigmunt Cedinsky. El festival será una oportunidad para ver filmes de autores conocidos por los ávidos de producción nacional, así como para descubrir a nuevos realizadores.

Solo habrá una proyección por película. No serán varias funciones para cada obra como ha ocurrido en las ediciones anteriores, en las que el festival ha contado con más de una sala. El espacio dispuesto en el Trasnocho Cultural tiene 108 butacas.

Debido a lo que está ocurriendo con las salas de cine en el país, la luz que se va en varias ciudades, entre otros problemas, muchos directores prefieren esperar para estrenar. Guardan su película para un mejor momento. Claro, muchas han estado en festivales internacionales. Por eso vemos tantos estrenos como parte del festival, acota Gómez sobre los filmes en competencia, que en su mayoría no se han visto en las pantallas locales, donde sí estuvieron Arpón, de Tom Espinoza y Parque Central, de Luis Alberto Lamata.

Este año habrá proyecciones especiales, fuera de competencia, de los documentales Está todo bien, de Tuki Jencquel; El vendedor de orquídeas, de Lorenzo Vigas y Araya, de Margot Benacerraf. Los personajes homenajeados son el cineasta y fotógrafo Joaquín Cortés, y el periodista, promotor cultural y crítico de cine, Pablo Antillano, ambos recientemente fallecidos. Este año 20 % de lo recaudado en taquilla será donado para el tratamiento del cineasta Rober Calzadilla, realizador de El Amparo, quien padece de cáncer de pulmón.

Las más esperadas

El jueves en la noche no había entradas para La noche de las dos lunas, el segundo largometraje de Miguel Ferrari, quien ganó el Goya en 2014 por Azul y no tan rosa.

El filme, protagonizado por Prakriti Maduro y Mariaca Semprún, trata sobre una pareja que acude a una clínica de fertilización para la implantación de un óvulo fecundado. Todo parece ir bien, pero ese mismo día una mujer soltera acude con el mismo objetivo. Entonces viene el conflicto: en el proceso hay una confusión por parte de los médicos e intercambian los embriones. La película participó en la selección oficial del Festival Internacional de Montreal.

Jazmines en Lídice, de Rubén Sierra Salles es otro filme que ha generado expectativas, especialmente por el éxito en 2013 de la obra de teatro Jazmines en el Lídice, de Karin Valecillos, guionista de la adaptación cinematográfica. El largometraje está inspirado en casos de madres que han perdido a sus hijos por la violencia. En marzo estuvo en el Festival de Cine de Miami, en el que también participó Voy por ti, el segundo largometraje de Carmen La Roche. Es una historia que se adentra en el mundo juvenil para tratar el caso del bullying en el contexto de la vida estudiantil.

Otra competidora que genera expectativas es Yo, imposible, de Patricia Ortega, sobre una joven intersexual que busca encontrar su lugar en el mundo en medio de tensiones, prejuicios, tabúes y hostilidades.

El jueves estaban agotadas las entradas para La noche de las dos lunas, de Miguel Ferrari. Ya tampoco hay entradas para Voy por ti. Quedaban poco más de 10 asientos para Jazmines en Lídice y Yo, imposible.

Ha habido fallas en la difusión de la información. Por redes sociales circularon horarios para cada función que no corresponden al establecido en las páginas de Trasnocho Cultural y Ticketmundo, que indican las horas correctas.

Este año la página oficial del festival no está disponible. Desde 2018 tampoco hay nueva información en las cuentas de Twitter e Instagram. Los organizadores aseguran que fue hackeada. Algunas fuentes vinculadas a la producción del certamen afirman que los responsables del ataque piden dinero para restituir la operatividad del portal, que solía contener la información tanto de cada competencia en desarrollo, así como de los concursantes y ganadores de ediciones anteriores. Sobre este tema, Karina Gómez prefirió no dar muchos detalles. “Es muy difícil de contar. La hackearon, ¿qué quieres que te diga? No hemos podido recuperarla hasta ahora. Decidimos seguir adelante y en algún momento la retomaremos”.

¿Y sabe quién está de detrás esto?

—Son cosas que no puedo decir. De repente tenemos alguna idea, pero no. Primero hay que sacar el festival, luego nos ocuparemos de eso.

Dicen que están pidiendo dinero…

—Luego inventaremos otra página o la recuperaremos. El festival es demasiado importante como para entrar en esas cosas que han ocurrido y que además no le quitan nada al festival.

Por los momentos, las páginas del Trasnocho Cultural y Gran Cine, así como sus redes, divulgan la información sobre la muestra. Con respecto al proceso previo para elegir los largometrajes en la selección oficial, Gómez recuerda que el principio es no tener ninguna selección. “Entran todos los largometrajes de ficción profesionales. Ese es el único requisito”.

Fotograma de “Jazmines en Lídice”
Premios eliminados

Este año el palmarés no contará con los premios que suelen entregar el público y la prensa. La semana pasada Karina Gómez explicó que tomaron la decisión porque no podían garantizar que tanto el público como la prensa pudieran ver todas las películas, especialmente cuando solo habrá una función para cada participante, y además iba a ser imposible la acreditación a reporteros. Tampoco habrá Maratón Cine Átomo, competencia de cortometrajes de ficción.

El crítico Sergio Monsalve expresó preocupación por la medida:

Los colegas se encuentran confundidos ante la decisión de no tomarlos en consideración. No saben qué hacer, se debaten entre comprar entradas por su cuenta, algunas pocas, o sencillamente no asistir, dado el alto costo de la vida. Por eso, estimamos que el premio de la prensa sea concedido, lo mismo que las acreditaciones de prensa, para hacer el trabajo correspondiente de cobertura. Les dejo estas reflexiones por acá en el mejor de los ánimos, señala en un texto mucho más largo del 7 de junio en su cuenta en Facebook el también documentalista, que es miembro del Círculo de Críticos Cinematográficos de Caracas.

Hubo propuestas para que se pudieran entregar ambos galardones. Edgar Rocca, cineasta y también miembro del Círculo, habló con Bernardo Rotundo, presidente de Gran Cine, y Douglas Palumbo, de Queiroz Publicidad, con la intención de conseguir un espacio para que un grupo de no más de 10 periodistas y críticos vieran los largometrajes a través de un link en Vimeo que facilitaran los cineastas, como suele hacerse cuando envían obras para que sean consideradas en festivales foráneos.

“Pero no se dio. Gran Cine argumentó que tenía problemas en sus espacios por dificultades con el personal, además de presentar fallas en Internet”, agregó Rocca, quien es distribuidor de Amnesia, uno de los filmes en competencia.

El realizador considera que las razones se deben más a las circunstancias del país que a una intención de menospreciar tanto al público como a la prensa. Es quitarse de encima asuntos que pueden complicar la logística cuando tienes a pocas personas trabajando. No hay que ver mucho más. Es un festival que se hace en un país venido a menos. Responde a las circunstancias de lo que está pasando. Hay que verlo así para avanzar y no quedarse pegado en el tema, concluye Rocca, quien ve lo ocurrido como una oportunidad para impulsar una premiación en Caracas en la que la prensa y la crítica participen exclusivamente.

Al saber que no podría realizarse la exhibición especial para el grupo de críticos y periodistas, Monsalve respondió en Facebook su desacuerdo. “Las razones alegadas siguen siendo inconsistentes y fáciles de desmontar por cualquiera con experiencia en organizar y participar en un festival”, se lee en parte del texto.

Agrega por teléfono: “Es un festival que perdió su esencia en Caracas. No es un festival, es una muestra desconectada de su contexto que se conforma con proyectar una selección llena de recortes, para el público que puede pagar por las entradas”. Lamenta también que no hayan tomado en cuenta su documental Esto no es un apagón, filmado durante el mes de marzo. “No me lo aceptaron alegando dificultad para incluirlo en la selección por temas de logística y cercanía con el evento. Se los mandé tres semanas antes del festival”.

Ante la discusión surgida, Karina Gómez dice: En Mérida suele haber  más de 150 acreditados de prensa, por ejemplo. Y esta sala tiene apenas 100 puestos. No hay formas. Allá solemos trabajar en la organización más de 60 personas. Acá el equipo que me acompaña es de 4. Es imposible hacer todas las demás actividades paralelas. Si Dios quiere, el año que viene volveremos a Mérida y será más grande, con premio del público, de la prensa y todo lo demás. Menos mal tenemos casi todo vendido, pero nadie sabía que iba a ser así. Recordemos que el Trasnocho Cultural vive de sus ventas. Entonces, a ellos no les hace bien tener una cantidad importante de invitados en cada función.

En efecto, personas que han estado en las entregas anteriores explican que eran más de 150 los acreditados de prensa, y luego se hacía un sorteo para elegir a las que votarían por el galardón.

El periodista Juan Antonio González opina sobre lo ocurrido: No lo justifico porque siempre es bueno tener la crítica y la opinión del público, pero respeto la logística que manejen los organizadores del festival. Creo que debemos entenderlo como un esfuerzo titánico para dar continuidad a una actividad que se lleva a cabo en las peores condiciones. No es lo ideal presentar una película en una sola sala cuando un festival debe tener varias pantallas para proyectar, pero recordemos que lo están haciendo en las condiciones más difíciles. No debe tomarse como algo en contra del público o la crítica, sino más bien un reacomodo por este año debido a las posibilidades de la organización, indica quien también es miembro del jurado este año junto con su colega Alexandra Cariani, el productor Pedro Mezquita y los cineastas Geyka Urdaneta y Luis Rodríguez.

González añade: “Al final este evento permitirá auscultar la salud del cine venezolano en estos tiempos en los que hasta el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía está desdibujado, una institución tan oscura como todas las de este régimen”.

A través de historias en Instagram el cineasta Hernán Jabes, que ha participado en entregas anteriores como director, también ha cuestionado la decisión de eliminar ambos reconocimientos, así como la ausencia de actividades para estudiantes de cine.

La documentalista Kaori Flores, vive en Mérida y suele ir al festival. Lamenta el cambio de sede, pero entiende las razones. “La ciudad sigue siendo linda. La geografía siempre ha hecho que sea una gran ciudad para estar. Por la deficiencia de servicios ha aminorado su actividad social y comercial. No hay tanta gente en la calle porque el transporte no es abundante como antes. Ha aminorado la vida universitaria”.

Ella ha sido afectada por el tema de la gasolina. Ha tenido que hacer largas colas, incluso amanecer mientras espera turno para abastecerse de combustible. “Tienes que adaptarte a las circunstancias, por ejemplo, a los horarios de electricidad. No tenemos uno fijo. Las personas más o menos se organizan de acuerdo con la hora en la que se ha ido en otras oportunidades”, detalla la realizadora, quien lamenta que no haya lugar en la competencia para el cine de no ficción.

Las películas participantes
  • Amnesia, de Gabriel NG
  • Arpón, de Tom Espinoza
  • Canción de las sombras, de Roque Zambrano
  • Cumbres borrascosas, de Tony Rodríguez
  • Historias pequeñas, de Rafael Marziano Tinoco
  • Jazmines en Lídice, de Rubén Sierra
  • La jaula, de José Salavarría
  • La noche de dos lunas, de Miguel Ferrari
  • Operación Orión, de Rubén Hernández Ramón
  • Parque Central, de Luis Alberto Lamata
  • Peleador nocturno, de Mario Pagano
  • Voy por ti, de Carmen La Roche
  • Yo, imposible, de Patricia Ortega.

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