La película se estrenó la semana pasada en la cartelera venezolana. Es la primera de cuatro que prevé llevar a salas este año.

Caracas. Jackson Gutiérrez es un director que levanta pasiones. Por un lado, están aquellos asiduos a su obra, que lealmente van a las salas a ver cada película que estrena, mientras otros sin contemplación lo condenan desde tiempos remotos.

El cineasta se convirtió en uno de los realizadores que en años recientes enarboló con éxito la bandera del cine guerrilla, historias que desde el barrio muestran todo un universo de tensión a partir de los conflictos internos entre callejones, veredas y escaleras.

Además, Jackson Gutiérrez se ha granjeado todo un imaginario a partir de su historia personal. Es conocido el testimonio de cómo en sus tiempos de barbero fue recabando distintas vivencias que le han servido como inspiración en proyectos como Azotes de barrio, tanto en la película como en la miniserie, así como en los demás largometrajes que ha dirigido como Complot (2014) y El hijo del presidente (2018).

Azotes en llamas
La película sabe cómo mantener el interés del espectador desde que se plantea el conflicto

No es exagerado decir que ya el realizador ha afianzado un estilo con el que ha logrado buenos resultados, con aciertos en taquilla, más allá de las críticas por lo rudimentarias que pueden parecer sus maneras, que en ningún momento buscan la estilización de otros autores con el norte en las referencias más convencionales o autorales del cine. Ese es su sello, la presentación de una cinematografía que bajo el amparo de la etiqueta del cine guerrilla ha definido su profesión con no poca repercusión en un sector del público que no solo asiste a las salas por sus películas, sino que está pendiente de las producciones que sube a su canal de Youtube, con 366.000 suscriptores y capítulos que pueden superar las 200.000 reproducciones.

Sin embargo, esa notoriedad y enfrascamiento también ha hecho que el cineasta se haya vuelto predecible y repetitivo en su fórmula.

Ahora, Jackson Gutiérrez acaba de estrenar Azotes en llamas, que vuelve a contar una historia de violencia en el barrio: enfrentamientos, venganza, conspiraciones y apegos.

Azotes en llamas
Yiusmelis Delgado “Lilo” lleva la batuta en buena parte del metraje

La película se centra en Gambao, interpretado por el cineasta. Es un mototaxista que tiene una relación con Diana (Yoleidra Tavio), quien vende ropa desde su casa. Una relación armoniosa en el barrio, pero hay un personaje que empieza a resquebrajar la tranquilidad de la pareja: Stefany (Yiusmelis Delgado “Lilo”), jefa de una de las bandas más temidas en la zona.

Fue amiga de Diana hace tiempo, y también se enamoró de ella. Al no sentirse correspondida, se empeña en interferir en la felicidad de Diana. Surgen una serie de acciones en contra de la estabilidad de la pareja, que, en el extremo por sobrevivir, decide enfrentarse a Stefany y su combo.

Así inicia una guerra de bandas en Azotes en llamas, una trama de acción como las que acostumbra el realizador. El elenco está conformado también por Marco Moreno, William Goite, Coquito, Juvel Vielma, además de los participantes de los talleres que realizan el cineasta y Lilo, quienes se casaron la semana pasada en Cines Unidos del Líder, poco antes de la proyección a la prensa de la película, la primera de las cuatro que prevé estrenar este  año el director. 

Azotes en llamas
Coquito interpreta al chofer de un bus que es obligado a llevar a la pareja principal a un hospital

Si bien la cinematografía del autor se ha vuelto predecible, en esta oportunidad el realizador logra variantes que le otorgan otro matiz a su obra.

La villana de la trama lleva casi todo el peso de la obra: intimidante, desafiante y con unos diálogos hilarantes que le dan una perspectiva distinta a lo que se cuenta en pantalla. El director logra captar la atención del espectador, que una vez asume la propuesta del realizador, se entrega a la tensión bien conducida durante el metraje.

Azotes en llamas
Los cineastas Solveig Hoogesteijn y Luis Alberto Lamata fueron los padrinos de la boda

También se enfoca en Azotes en llamas en alterar la perspectiva común que suele vincularse a ciertos personajes en la narrativa más comercial y mediática.

Al final si bien no es la obra maestra que muchos siempre buscan en salas, la película en su estilo logra romper con cierto ensimismamiento del autor de los años recientes, que en el mundo en el que suele desarrollar su universo, logra giros y miradas distintas que dinamizan su entramado temático.

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