Los costos mínimos que invierte un productor por tres hectáreas son 300 dólares, además debe pagar a $30 por ayudante y un saco tiene valor de $60. Al sacar cuentas, el saldo es negativo.
Barinas. La situación de los productores de cacao en el municipio Obispos, en el estado Barinas, es complicada porque no cuentan con centro de acopio para arrimar su producción.
Pero además, los bajos precios que ofrecen los intermediarios se encuentran entre 1,2 y 1,5 dólares, porque lo que trabajan a pérdida.
El chocolate se paga incluso a precios que pueden parecer sorprendentes para el consumidor. Es un producto que siempre se vende, aunque sea caro.
Tenemos las mejores tierras, el mejor cacao, el mejor aroma, y ¿cuál es el precio?”, se preguntó Teodoro Paredes, que trabaja en la zona de Borburata, municipio Obispos, principal productor de cacao en Barinas.
En comparación con Barlovento –donde se produce el cacao porcelana, requerido por los chocolateros franceses–, a los cacaoteros obispeños les pagan la cosecha a precios que no cubren los costos de producción.
En las parroquias Calderas y Altamira, del municipio Bolívar en Barinas, lograron organizarse para frenar los bajos precios, sin embargo en Obispos no ha ocurrido lo mismo.
Los costos mínimos de producción son 300 dólares por tres hectáreas y un productor dura hasta tres meses cosechando. Aparte de eso, debe pagar a $30 a tres ayudantes y un saco tiene valor de $60. Al sacar cuentas, el saldo es negativo.
Estoy saliendo con las tablas en la cabeza para no dejar perder el cacao. Lo que hago es pagarle a los empleados y a mí me están pagando a $1,2 por el cacao. El 0,8 que le sumaron no representa los costos reales”, dijo uno de los productores.
“Uno tiene que vender esté como esté para comprar el kilito de arroz, y como debemos venderlo antes de que pase el mes, pues uno lo hace, para poder comprar la comida”.
Sin herramientas para procesar
Esos bajos precios se han mantenido desde octubre de 2022. “Fíjate todo lo que hemos perdido hasta ahora”, señaló Paredes, productor, de profesión docente.
Si uno no tiene un patio donde secarlo le toca salir a la carretera con los cuatro o cinco sacos para ponerlos a secar”.
Así transcurrió su última jornada: le tocó extender la cosecha a lo largo de 400 metros de asfalto, bajo un sol inclemente para poder llevarlos a la venta.
Freddy Triviño, también productor de cacao, manifestó al igual que sus compañeros que en toda esta problemática el gran perdedor es el productor: “Nos toca estirar los billeticos”.
Debe guapear entre un rubro y otro para mantener su ritmo de vida. O dedicarse a vender plátanos para mantener las ocho hectáreas de cacao que tiene su madre.
Los propios cacaoteros quisieran procesar su producto, pero no cuentan con las herramientas.
Una cadena desconocida
Todavía luce incierto la real cadena de comercialización del cacao. Carlos Delfino, productor de la zona, explicó que anteriormente, el precio del cacao se mantenía a la par del precio del café, pero de un tiempo para acá ha disminuido. Se estancó en 1,5 dólares.
Los compradores dicen que no hay exportación, sin embargo, se sigue vendiendo el chocolate y el cacao”.
La cadena inicia por un comprador particular (intermediario) que adquiere la cosecha, el cual –suponen– le vende a otro. Este se encarga de reunir toda la producción para luego venderla a una empresa. Y, posiblemente, se exporta a Colombia.
Entre ellos reina el desconcierto. Solo saben que si no venden, se pierde la cosecha, dejan de percibir ingresos y eso impacta en su economía diaria.