El caraqueño siente gusto por la rumba, por las celebraciones, por los encuentros, por las salidas a “una conversa”, al cine. Eso está en la agenda. No tenemos tiempo, pero “eso va”, “vamos pa’ esa”, “cuadremos algo”, esas son las frases que acompañan la movida.

Caracas. La gente cita la frase “situación país”, para redondear el hecho de que zonas como La Candelaria, las avenidas Fuerzas Armadas, Universidad, Baralt, Sucre, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Victoria, a las 6:00 p. m. están vacías. No hay transporte, no hay actividad comercial, no hay alumbrado público, y eso es un espejo de lo que pasa, del porqué dicen que Caracas es una “cuidad muerta”. Pero más allá de ese panorama, hay una ciudad que se resiste, algunos dicen, rebeldes, que se reinventa de noche.

El caraqueño siente gusto por la rumba, por las celebraciones, por los encuentros, por las salidas a “una conversa”, al cine. Eso está en la agenda. No tenemos tiempo, pero “eso va”, “vamos pa’ esa”, “cuadremos algo”, esas son las frases que acompañan la movida.

¿Caracas está muerta de noche? “Eso depende de qué se quiere decir. Creo que eso va con la persona, con quien decide no vivirla, de quien deja los espacios”, dijo Glennys González, integrante de la Fundación Síudad y del grupo de #arquitectossumamosciudad.

Los activistas por Caracas defienden esa teoría. “La ciudad es de quien decide vivirla”. No se trata solo de ir a Las Mercedes a una noche de rumba y licor.

Reinventa de noche

Hasta hace una década Caracas tenía vida propia después de la jornada laboral. La Candelaria era el punto gastronómico por excelencia.

En las ferias de comida de los centros comerciales había que esperar por una mesa. Los teatros tenían programación casi que diaria y los bares eran los sitios predilectos desde los estudiantes universitarios hasta altos ejecutivos. Todos, a la medida de su bolsillo, podían darse el lujo de conocer una tasca o una discoteca en el este de la ciudad.

Pero si esa no era la agenda, igual la capital tenía ruido. El ronroneo de los carros, de las motos, del transporte público, el grito de los buhoneros, eran sonidos que se prolongaban incluso hasta después de la caída del sol, y eso significaba vida y movimiento.

Quizás en Catia y en Petare aún se aprecia ese ambiente de mucho tránsito y de locales abiertos. Sin embargo, hay otras —también comerciales— como las avenidas Sucre, Urdaneta, Fuerzas Armadas, Victoria, Andrés Bello, Francisco de Miranda y Nueva Granada, donde hay —después de las 6:00 p. m.— una disminución, progresiva, de todo tipo de actividad.

Se impone el silencio y hasta pareciera que las luces del alumbrado público captaran esa situación que hasta se ponen opacas o, como pasa en la mayoría de los casos, también se apagan y dan paso a eso que para muchos es un estado de negación: la Caracas muerta.

Guillermo Durand, cronista de Caracas, defensor a ultranza de las tradiciones y de todo lo nuevo que le da sentido a la historia, dice con mucha parsimonia: “Me parece que hay gente que quiere asfixiar ese pasado caraqueño, a la que le perturba el presente”.

Y lo dice para referirse a que la ciudad siempre ha tenido aires de celebración, de vida. Ahora, con crisis y todo, eso está presente.

Ciertamente, todo depende del cristal con el que se mire. Si la vida depende de llegar temprano al barrio porque es peligro, porque ya no hay camionetas para subir el cerro, porque a las 8:00 p. m. ponen el agua o quitan la luz. O a las 10:00 p. m. de un viernes a la gente del Clap se le ocurre hacer un operativo, entonces el movimiento está sujeto a las actividades que determinan el sustento.

Desde ese punto de vista, evidentemente la ciudad no es atractiva. Los problemas cotidianos se tragan cualquier otra opción, sea buena, bonita y barata.

¿Sin transporte no hay noche?

Se estima que de las 45.000 unidades que había hace 10 años en Gran Caracas, menos de 4500 están operativas para Miranda, Vargas y el Área Metropolitana.

De las 597 rutas que prestaban servicio en 2008, según el Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020, elaborado por la extinta Alcaldía Metropolitana, algunas son leyendas, especialmente en las barriadas. Caracas sumaba más de 20.738 vehículos para las rutas troncales, y ahora hay quienes aseguran que apenas sobreviven menos de 2000 unidades.

No menos agradable es lo que sucede con el Metro de Caracas. Los retrasos son constantes y la falta de operadores limita la prestación del servicio en algunas estacione. Incluso hay algunas que antes de las 9:00 p. m. están cerradas y eso ocurre sin la debida notificación al usuario. A mediados de año la asociación civil Familia Metro contaba más de 9000 fallas en el sistema, más de las registradas en 2018.

Estas fallas afectan duramente la rutina nocturna, no solo para el que sale a recrearse, a un cumpleaños, al cine, a sentarse en una plaza. También para el que trabaja es una tarea cuesta arriba. ¿Cómo me regreso? Se preguntan los trabajadores. De hecho, hay compañías que ajustaron sus horarios y ante la posibilidad de garantizar transporte a sus empleados, adelantaron el cierre de los locales.

Un censo levantado el año pasado por la Asamblea de Ciudadanos de La Candelaria señala que cerca de 30 % de los negocios en esa parroquia no ha levantado sus santamarías en el último año.

¿De dónde vengo y a dónde voy?

Recientemente, la asociación civil Ciudad Laboratorio presentó resultados parciales de la encuesta Observatorio de la noche. Entrevistaron a 1812 personas en cinco estaciones del Metro de Caracas, Plaza Sucre, Petare, Chacao, Chacaíto y Bellas Artes. Las preguntas eran ¿de dónde vienes? y a ¿dónde vas?

El grueso de los encuestados está entre el target 18 a 30 años, la mayoría para el momento de la pregunta estaba saliendo del trabajo y se dirigía a sus casas.

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Cortesía: Ciudad Laboratorio

No obstante, hay unos picos en esas encuestas que apuntan a que la gente salía de las estaciones con destino a recrearse y a rumbear.

Se destaca en ese estudio que de las estaciones Plaza Sucre y Chacaíto es de donde salieron más personas que tenían como interés la recreación y la visita a los centros comerciales. Muy pocos destacan que iban a beber o a hacer deportes.

Lo relevante de esa investigación es que desmitifica la interrogante ¿Caracas está muerta? Lo que apuntan las cifras es que hay gente moviéndose de noche, incluso para reunirse en una congregación religiosa.

Y si son reducidas las actividades ya esa es otra cosa. Pero he visto que las organizaciones civiles, los privados, están haciendo cosas en las noches, conversatorios, talleres, encuentros, y eso me parece muy bueno, y hace el contraste de lo que quiere hacer el gobierno, de reducir las celebraciones, de cercar los espacios.

Ya en un momento, quien fuera alcalde Mayor, Juan Barreto, había dicho que en Caracas no hay nada que celebrar, pero aquí hay mucho que preservar, quieren quitar el ánimo, lo quisieron hacer, incluso, con el cronista de Caracas, pero las tradiciones y la historia de la ciudad deben seguir, hay que contar con sus evoluciones, refirió Durand.

Citó por ejemplo la Feria del Libro, que comenzó en Altamira, luego la pasaron al parque Los Caobos, la hicieron el año pasado en la Plaza Bolívar y este año va a estar en la plaza El Venezolano y en sus alrededores. “Quieren cambiar los referentes y símbolos culturales, pero Caracas sigue encontrándose”, sentenció.

De hecho, eso es lo que vamos a contarles en lo sucesivo. Hay crisis, sí, pero también hay ciudad, una Caracas que este 25 de julio cumple 452 años de fundada y que bien merece la pena celebrarla.

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Foto: Luis Morillo

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