El proyecto educativo de Alimenta la Solidaridad beneficia a los niños con rezagos en las habilidades de lecto-escritura y genera un ingreso extra para las maestras.

Caracas. En el centro educativo Virgen de Las Mercedes en el sector Santa Ana de Antímano, al suroeste de Caracas, los niños se alimentan bien, aprenden a leer y a escribir, tienen clases de robótica y bailan joropo. No es una escuela. Este espacio es un comedor de Alimenta la Solidaridad que ofrece el servicio de tareas dirigidas.

Todos los días en Santa Ana, un equipo a cargo de la maestra Thais González atiende a 65 niños, entre los dos y los cinco años de edad.

Vienen desde temprano, hacen su actividad pedagógica y luego les servimos el almuerzo, resume González, al terminar la presentación folclórica. 

Foto: Tairy Gamboa

En la tarde, otros 45 niños no escolarizados asisten al reforzamiento pedagógico en el que adquieren las competencias de lectura y escritura acorde a su edad.

Según la maestra, cuando hubo la pandemia, la mayoría de todos los niños quedaron sin estudiar. La suspensión de clases presenciales, que decretó el gobierno de Nicolás Maduro, perjudicó a los niños y adolescentes cuyas familias no tenían recursos tecnológicos para asumir la educación virtual

Además de nivelar a sus estudiantes, en esta aula comunitaria los niños desarrollan competencias básicas en robótica y programación, mediante una alianza con la empresa Tecnikids. Los más pequeños aprenden a construir al armar piezas de plástico y los niños grandes trabajan en la computadora. 

Los niños desarrollan competencias en robótica y programación en alianza con Tecnikids.| Foto: Tairy Gamboa

No contamos con señal buena para internet (en la zona). Ellos no tienen ese tipo de materiales y no los conocían. Para ellos esto es mundial. Tener la oportunidad de trabajar por primera vez con esto, para ellos es lo mejor., contó González.

Con motivo del sexto aniversario de la organización no gubernamental (ONG) Alimenta La Solidaridad se organizaron recorridos por las distintas comunidades de Caracas que forman parte de su red de comedores. El jueves, 28 de julio, Crónica.Uno conoció su iniciativa en Antímano y Carapita.

Un proyecto nacido de la preocupación por los niños

Alberto Kabbabe, director de Alimenta la Solidaridad, mencionó que el proyecto de impulsar centros educativos inició con un diagnóstico en 2019. La organización se había dado cuenta de rezagos importantes en habilidades de lecto-escritura en cinco estados del país.

Alimenta la Solidaridad ha inaugurado 23 centros educativos.| Foto: Tairy Gamboa

A partir de ahí, iniciaron un proceso de formación para que las voluntarias de sus comedores comunitarios pudieran guiar un espacio de aprendizaje. Thais González, quien ya tenía un técnico superior universitario, fue una de las beneficiarias.

La idea después de la formación es montar el centro educativo, adelantó Kabbabe. En este plan, las voluntarias pasan a ser emprendedoras que generan un ingreso modesto, a la vez que garantizan una educación de bajo costo.

Hasta ahora, Alimenta la Solidaridad ha inaugurado 23 centros educativos.

Por otro lado, el almuerzo –que ofrecen los comedores– es lo que alimenta el desarrollo crítico, cognitivo y social del niño.

El Programa de Alimentación Escolar (PAE) empezó a fallar en 2013 por deficiencias operativas, presuntamente como consecuencia de la corrupción, según evidencia Transparencia Venezuela. En la actualidad, los pocos planteles públicos en los que funciona el plan estatal reparten frijoles chinos, arroz y un ramillete de aliños.

Alimenta la Solidaridad ofrece un plato de comida al día a niños y niñas en situación de vulnerabilidad.| Foto: Tairy Gamboa

Los chamos no van a volver a la escuela mientras no haya un almuerzo más o menos decente. No conozco la primera escuela pública que entregue un buen plato de comida, aseguró Kabbabe.

Las tareas dirigidas como solución para docentes

Carolina Ubiedo es docente retirada y voluntaria de Alimenta la Solidaridad. En febrero de 2020, antes de la pandemia de COVID.19, renunció a su cargo como maestra integral de la escuela Mercedes Limardo en Mamera, donde trabajó por cuatro años. 

Antes trabajaba en una escuela subvencionada en Catia a la que había tenido que renunciar, debido a que el transporte público no le permitía trasladarse diariamente a tiempo. Pero hace tres años renunció a las aulas formales porque estaba descontenta con su salario, para entonces equivalente a menos de 10 dólares mensuales al cambio oficial.

Meses después, abrió el comedor en su propia casa y en poco más de un año, pudo volver a la educación, que considera “una de las mejores ramas”.

Carolina Ubiedo abrió un comedor en su propia casa.| Foto: Tairy Gamboa

Tiene 18 estudiantes que atiende en tres grupos de seis niños. Por el apoyo pedagógico a cada uno cobra un dólar semanal. 

Las mamás están trabajando, hay mamás que se les olvidó o no están preparadas para guiar a los chamos, explicó.

En la zona hay al menos dos escuelas básicas y públicas pero “la educación se ha deteriorado bastante”. 

Hay docentes que no prefieren hacer lo que yo hice, que es retirarse, sino aprender otras cosas. Eso le está afectando demasiado a los chamos.

Una investigación reciente de la organización Un Estado de Derecho (UED), reveló que en Petare las emprendedoras de tareas dirigidas piden de uno a cinco dólares semanales por este servicio. En Montalbán, estado Carabobo, en promedio cada alumno paga 2,88 dólares. 

Alimenta la Solidaridad recibe ayuda humanitaria de la Unicef | Foto: Tairy Gamboa

En su presentación, titulada ¿Se está generando un orden espontáneo en la educación venezolana? los académicos abordaron el fenómeno de este servicio profesional individualizado. 

Aunque en su mayoría los resultados de las tareas dirigidas son óptimos, enfrentan varios desafíos al no contar con una infrastructura gubernamental. Sin embargo, los investigadores del proyecto El Bello Árbol de UED exploran la posibilidad de que los alumnos de tareas dirigidas consigan todos los beneficios de la educación formal mediante las redes que puedan tejer estos emprendimientos educativos, entre sí y hacia las empresas.

Fomentar la lectura y ambientes educativos

La hermana de Carolina, Migdalia Aracelis Ubiedo, también es docente de tareas dirigidas desde hace muchos años. 

Yo me gradué y daba tareas dirigidas en mi casa. Era suplente de la Alcaldía Mayor en horario de clases y en vacaciones daba tareas dirigidas y con eso me ayudaba. Porque antes la alcaldía las suplencias no las pagaba, contó.

El centro educativo de Santa Ana está habilitado solo para el uso de los niños y sus docentes | Foto: Tairy Gamboa

En su caso, la invitación de Alimenta la Solidaridad le sirvió como un impulso para retomar las tareas dirigidas después de la muerte de su hijo.

Yo tuve una pérdida de mi hijo y yo estaba mal. Gracias al taller que ellos me invitaron, me incorporé. Ellos me dijeron que tengo que continuar.

Además, su alianza con la organización ha beneficiado a los niños. Desde el martes pasado, el centro educativo de la maestra Migdalia cuenta con una biblioteca, que suma a las 60 que han inaugurado en los comedores.

Crónica.Uno también visitó la casa de Alicia Yánez, en donde opera otro comedor en Antímano que dispone de este material bibliográfico para los niños beneficiarios. 

Alimenta la Solidaridad ha inaugurado más de 60 bibliotecas móviles | Foto: Tairy Gamboa

Si el niño quiere llevar un libro o un cuento, yo se lo presto y ellos me lo devuelven. Es una biblioteca móvil, indicó  Yánez sobre la iniciativa. 

Este es un sector demasiado vulnerable. Realmente no tienen capacidad para comprar un libro.

Entre los textos, hay libros de ejercicios y el catecismo para niños que actualmente se forman en la catequesis para la primera comunión en la parroquia católica local.

Aunque esta voluntaria no dicta tareas dirigidas, sí ayudó a los niños en varias ocasiones a hacer sus tareas durante la pandemia; pues con su esfuerzo y el de su esposo, pudo instalar un servicio de internet en su hogar.

Mediante esta red de comedores que están a pocos pasos de distancia, los niños van encontrando respuestas complementarias a su formación.


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