Cuarentena por el COVID-19 obliga a profesionales a cambiar de oficio

cambiar de oficio

La necesidad de supervivencia en medio del confinamiento por la pandemia de COVID-19 hizo que muchas personas cambiaran el ejercicio de su profesión u oficio, para dedicarse a pequeños emprendimientos desde casa.

Bolívar. Un abogado, una licenciada en Comunicación Social, una peluquera y un técnico informático. Los cuatro tienen algo en común. Desde que comenzó la cuarentena nacional el 17 de marzo por la pandemia de COVID-19, sus trabajos y oficios se vieron afectados. No podían ejercer y eso implicaba no tener ingresos para los gastos básicos. Sin embargo, aprovecharon la crisis como una oportunidad de emprender y poder subsistir: cambiar de oficio.

Andrés Medina es un joven abogado en ejercicio que en medio de la cuarentena se dedica a hacer entregas a domicilio:

Como abogado me afecta muchísimo el hecho de que los tribunales suspendieron todo tipo de lapsos y procedimientos, lo que se está realizando son audiencias de presentación. Además, los registros públicos y mercantiles, así como las notarías, están cerradas hasta que se termine la cuarentena, por lo tanto, mis ingresos por honorarios profesionales se redujeron muchísimo. Esto me obligó a pensar en vías alternas de generar ingresos y me di cuenta de que en la ciudad se están generando emprendimientos pequeños, explicó Medina.

Tan solo en una calle vio al menos cuatro o cinco casas con avisos de venta de helados de teta, galletas, tortas y cualquier otra cosa. Aprovechó que pudo obtener un salvoconducto para surtir apenas 20 o 30 litros de gasolina y empezó entonces con el servicio de delivery.

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Las tortas por encargo son una buena elección. Foto: Jhoalys Siverio.

Llevo mes y medio haciendo las entregas a domicilio en Puerto Ordaz y San Félix. También he tenido la oportunidad de realizar viajes hacia Upata y Ciudad Bolívar. He tratado de acercar el precio a algo módico con el que yo pueda ganar y a quienes presto el servicio no se vean tan afectados, pero lo cierto es que vivimos en una economía en la que un litro de gasolina cuesta más que un kilo de harina, agregó.

“Creo que cualquier tipo de trabajo honesto dignifica. En estos días una persona se montó en mi carro y me preguntó si no me molestaba el hecho de ser abogado y estar trabajando como transporte o delivery. Le dije que no solo me molesta eso, sino todo el contexto de las consecuencias que hemos tenido en el panorama político, pero lo veo de una forma positiva por el hecho de que, entre tanto caos, sobre todo en Puerto Ordaz donde muchas personas han dado un vuelco para emprender, han hecho un trabajo honesto para llevar el pan a su familia”, sostuvo.

Medina destacó que el tema de la gasolina agrava la situación de pandemia que se vive. Su oficio provisional lo ha tomado muy en serio, calcula la distancia a recorrer con los litros de gasolina a consumir, gastos del carro y lo que debe ganar. Lleva su propia contabilidad.

“No me quejo del trabajo, porque ha sido positivo para mí conocer mucha gente a través del delivery. Ver a mis amigos y distraerme del día a día, pero lo que sí está mal es que el problema de la gasolina se trate de esconder por encima de la pandemia”, cuestionó.

Una chica de emprendimientos

Hayanauris Gómez tenía planificado para 2020 dos proyectos. En enero arrancó con uno: CocosCreativos Estudio Digital, una agencia de publicidad con un grupo de amigos diseñadores, desarrolladores web, audiovisuales y diseño gráfico en general.

Yo era la única Community Manager y Social Media, porque soy licenciada en Comunicación Social con las menciones periodismo y producción audiovisual. El año arrancó muy bueno, con muchos clientes, también soy la gestora de proyectos del equipo. Cuando cae la cuarentena, el ritmo que teníamos de trabajo para la publicidad decayó, la gente se estaba moviendo más hacia lo digital, aunque al principio no se adaptaban. En marzo lanzábamos promociones para redes sociales y la gente no invertía y también estaba amarrada con el dinero para gastarlo en publicidad, recordó.

Siguieron trabajando solo con los clientes que tenían para publicidad en redes sociales y era la única entrada fija. Pero desde el año pasado, Hayanauris ya tenía otro proyecto en mente que pensaba lanzar justamente en marzo, Guhayana Deliciosa.

Con la cuarentena se me tranca la posibilidad de iniciar porque tenía que comprar ingredientes, insumos, todo para poder arrancar, lo bueno es que teníamos el capital. Declaran la cuarentena, todo lo cierran y esperé. ¿Cómo puedo vender en esta situación si todo está cerrado? Yo pensaba tener una tienda física”, comentó.

A finales de abril se decidió a arrancar así fuera con un solo producto y por ahora, son las fresas con crema.

“Estoy sonando. Me están empezando a conocer, a probar los productos, me empiezan a recomendar. Espero que cuando la situación mejore pueda tener mi tienda como lo tenía pautado”, confía Hayanauris.

Una peluquera multifacética

Para Alina Nieves, nada es imposible. Las peluquerías entraron en los sectores no prioritarios cuando comenzó la cuarentena. Le quedaron unas tres clientes que a veces la llamaban para que le secaran o cortara el cabello en su casa, peor no era suficiente.

Lo primero que hizo para rebuscarse fue vender helados de fruta en su casa. Añadió a sus ventas las sopas domingueras y tapabocas artesanales.

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Los tapaboca artesanales fueron una fuente de ingreso para Alina.Foto: Jhoalys Siverio.

“En los primeros días de cuarentena lo que más se me vendieron fueron los tapabocas de tela, porque las farmacias no tenían o salía muy caro comprar varias mascarillas desechables. Me resuelvo con los helados y las sopas, más las clientas que tengo que me llaman una vez a la semana o cada dos”, expone Alina, quien hasta hace manicure.

Como nunca he tenido un trabajo fijo, yo hice cursos de varias cosas, peluquería, manicure, repostería. Tortas hago es por encargo, que me la piden más que todo los vecinos y amigos”, destacó.

De la informática a la panadería

El trabajo de Fernando Medina se vio afectado al tener que cerrar la tienda de equipos informáticos. De manera paralela trabajaba como programador y el pago le permitía vivir cómodamente. Con lo que no contó fue que en cuarentena el servicio de Internet haría de las suyas.

Ya una vez tuve que pagar 40 dólares a un técnico Cantv. Esta vez fue una caída de Internet en toda la zona, a unos vecinos ya les llegó, pero yo sigo sin servicio. Perdía el trabajo de programador, porque ni los datos móviles funcionan bien. Tengo las tres líneas: Movilnet, Digitel y Movistar y todas se ponen inestables”, fue la frustración de Fernando.

Para su suerte, contó con un horno eléctrico y no ha tenido tantas fallas de electricidad. Además, desde pequeño aprendió a hacer panes con sus padres, quienes en vida se dedicaron a este oficio.

“Me puse a hacer panes dulces, de coco, pan canilla, campesino. Hacía poquitos y los ofrecía en el grupo de WhatsApp de la urbanización, y empecé a vender. Otras veces invento y hago galletas también. Cualquier trabajo honesto es bueno. Hasta llegué a cortar el monte y grama de las áreas verdes de los edificios porque el jardinero estuvo como un mes sin venir”, contó orgulloso.

Desde mayo de este año hay una cuenta en Twitter registrada como @emprendopzo. Está dedicada e impulsar los nuevos emprendimientos en Puerto Ordaz. Desde allí se puede conocer la cantidad de emprendimientos que surgieron en la ciudad en tiempos de pandemia.


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