El uso de equipos y métodos tecnológicos, debido a la pandemia de COVID-19 y la movida actividad económica en municipios, propician la nueva tendencia delictiva que desplazó en buena parte al secuestro y la extorsión de 2020, afirman especialistas.

Caracas. En febrero pasado Marissa Curbelo estuvo a punto de ser una más de las numerosas víctimas de un delito informático. Decidió comprar un televisor inteligente, que ofrecía una tienda de electrodomésticos a través de la red social Instagram, para aliviar el reposo médico por ómicron, una variante del coronavirus.

Contactó al comercio, ubicado en Los Cortijos, al este de Caracas, y le indicaron que debía comunicarse por un número telefónico de Whatsaap para cancelar la adquisición, vía zelle (sistema de pago electrónico estadounidense). Y se lo enviaban.

No sabe aún por qué dudó y cuando quiso indagar más sobre el procedimiento, le dijeron que para esa mercancía solo trabajaban con deliveryNo compré el televisor, pero luego supe que la cuenta de la tienda, con todos sus distintivos, había sido duplicada; era una estafa y presumo que mucha gente cayó.

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Foto referencial: Miguel González

Delitos informáticos con estafa y extorsión, así como hurtos en diversas modalidades, se revitalizaron con la pandemia de COVID-19 y se impusieron en el difuso mapa de tendencias criminales en Venezuela en 2022, afirmaron especialistas.

No existen estadísticas en el país sobre estos hechos delictivos, debido a la falta de información oficial y de denuncias formales ante los organismos de investigación penal.

Y esto se constata en las redes oficiales del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que llaman a denunciar y a la prevención.

Pero no hay duda de que el plano criminal cambió, señalan.  Aunque prevalece el homicidio, principalmente de manos de cuerpos de seguridad.

Otro mapa delictivo

El secuestro y la extorsión que despuntaron con fuerza en 2020, en medio de la crisis económica y del confinamiento por la llegada del nuevo coronavirus, han sido desplazados en buena parte por nuevos modos delictivos en el 2022, sostuvo el comisario Miguel Dao, investigador y exdirector del Cicpc y del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial (CTPJ).

La intervención de la Cota 905 donde se planificaban 90 % de los secuestros exprés que ocurrían en la Gran Caracas y la precisa actuación policial, ha favorecido la reducción de casos. Pero también generó otros delitos.

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Foto referencial: Luis Morillo

Los casos de estafa configurada mediante la falsificación de documentos públicos, como los ocurridos con la estatal Pdval C.A, en 2020, también quedaron relegados ante el aumento exponencial de la nueva modalidad de delitos de estafa, engaño o fraude informático, favorecidos por la pandemia de COVID-19.

Los expertos explican los motivos de esta nueva tendencia criminal.

Los informáticos son delitos poco o nada violentos, cuyos autores encuentran la oportunidad en el tiempo que las personas pasan frente a una pantalla de computadora, tableta o de celular, debido al  encierro. Y a través de la ingeniería social convencen a la víctima a que aporte sus datos y entregue dinero, sin exponer su identidad ni riesgo de ser apresado por ello.

Y esto llegó para quedarse, dicen los especialistas.

De las falsas ofertas informáticas

La estafa, delito que procura un lucro por perjuicio patrimonial a través del engaño, es la concreción de varios delitos previos que se ejecuta mediante artificios por la vía de Whatsaap, correo electrónico, plataformas bancarias, o Market Place, un mercado en línea perteneciente a Facebook.

Y toda persona de cualquier estrato social puede ser víctima de ello. El autor suplanta identidades, como en los casos de “Ana” o “María”, o envía argumentos “rocambolescos”.

En una investigación reciente, el periodista especializado en criminalística Javier Ignacio Mayorca proyectó para este año una disminución de 20 %  de los 7000 casos de estafa conocidos en 2020,  “pero  sigue siendo frecuente”, advirtió.

En un inventario de los delitos informáticos recientes, destacó el de la “estafa nigeriana”, la cual reapareció en fecha reciente en el escenario criminal del país, después de más de 40 años.

Los estafadores ofrecen por email ganancias extraordinarias en dólares. Le dicen a la víctima que le van a transferir una enorme cantidad de dólares a una cuenta que debe abrir en un banco internacional. Y después debe movilizar el dinero. Lo que ocurre es que cuando la víctima abre la cuenta, previo depósito de 1500 dólares, por ejemplo, los estafadores se apropian del monto. La frecuencia de esos mensajes es por oleadas y alguien cae siempre, dice Mayorca quien denunció el caso en su columna Crímenes Sin Castigo.

Mencionó otros delitos informáticos asociados con estafa cometidos con plataformas bancarias. Citó el zelle y en con menos frecuencia el PayPal. Este tiene un mecanismo que permite revertir operaciones, apuntó.  Con los Gofundme también se han cometido engaños.

Para Dao, fundador de la División de Investigaciones de Delitos Informáticos del Cicpc, durante su gestión, la falta de comunicación y de información que existe propicia que la población siga cayendo. Sugirió a los ciudadanos agudizar la verificación de los mensajes que reciben y sus autores.

El hurto se mete en las casas

Por otra parte, Dao recalcó que la reactivación de cierta actividad económica en varios municipios de Caracas también ha impulsado el hurto en la ciudad.

Es una manifestación muy importante en la capital y en todo el país. Está ocurriendo en viviendas de personas con cierto poder adquisitivo, en urbanizaciones y en zonas pobladas medios, principalmente en zonas montañosas.

Y agregó: Los delincuentes están empezando a meterse en las casas y cuando someten a las víctimas en forma violenta, termina con muertes.

En la última semana de septiembre, tres casos similares, uno de ellos con muerte, ocurrieron en Caracas.

Recomendó tomar medidas, especialmente en residencias aledañas a otras donde se realizan trabajos de construcción o remodelación. Hay que hacer un perfil de riesgo de seguridad en los sectores e inclusive en las casas. La vigilancia es franqueable a veces, y  saber cómo protegerse.


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