Foto: Cortesía.

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Desde 2009 no hay un plan oficial de minimización de riesgo en ríos y quebradas del Litoral Central

By Rafael @rala1970 Lastra

October 31, 2022

Aunque la Gobernación de La Guaira atiende desde hace dos semanas una decena de cuencas fluviales, no ha habido un plan de control de torrentes y minimización de riesgo como el que ejecutó Corpovargas en el año 2009. Los guaireños están temerosos de las últimas lluvias.

La Guaira. Desde hace más de un mes, sucesivas ondas tropicales azotan al Caribe americano. En medio del tropel de lluvias, pareciera inevitable voltear la mirada hacia uno de los estados más vulnerables de Venezuela, donde desde el año 2009 no se ha ejecutado un plan de control de torrentes y minimización de riesgo humano en ríos y quebradas.

Tras una década de la tragedia natural que causó entre 15.000 y 20.000 muertos (de acuerdo con cálculos de la Cruz Roja Internacional), en ese 2009 la Corporación para el Rescate y Desarrollo Social de Vargas (Corpovargas) adelantó trabajos de remoción de escombros y despeje de sedimentos.

El organismo gubernamental también continuó la construcción de muros de gaviones, que eran presas de retención de sólidos (compuestas por piedras y mallas metálicas) en áreas elevadas de los cauces.

Pero eso no se ha hecho más. Todo ha sido puro maquillaje y la gente sigue sufriendo horrores cada vez que hay lluvias de más de tres horas”, afirmó Eladio Briceño, habitante del sector El Cojo en Macuto.
Las maquinarias han empezado a trabajar en un total de 10 ríos y quebradas, tras las últimas lluvias en la región. Foto: Cortesía Gobernación de La Guaira.

De acuerdo con el maestro jubilado de 72 años de edad, los vecinos de la zona vivieron “horas de angustia infernal” con las precipitaciones vespertinas del viernes 28 de octubre.

Mientras las lluvias propiciaron el incremento de los cauces en una decena de ríos entre Macuto y Los Caracas, el de El Cojo se desbordó, aunque no con la magnitud de 1999. Esta vez, la inundación llegó hasta el estacionamiento del balneario del Paseo de Macuto.

La cantidad de sedimentos arrasados estuvo a muy poco de superar el puente de su desembocadura, en el sector Las 15 Letras. Previamente, la crecida había derribado una parte del muro perimetral de las residencias Agua Marina.

Dejà vu

En redes sociales, los videos que mostraron la fuerza de las aguas alarmaron a propios y extraños, en especial a unas 70 familias del mencionado edificio y otros dos (María Luisa y Bongaiville), que abandonaron sus hogares para refugiarse en casas de parientes y amigos.

Fue demasiado otra vez y no hacen nada, solo limpian un poquito cuando todo pasa. Esto es un dejà vu del horror”, relató Isabella Rodríguez, habitante de Agua Marina.
El gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, recorrió el sitio y no negó las consecuencias del hecho natural. Pero insistió en que se trata de la afectación de nueve vehículos y una motocicleta, los cuales quedaron sepultados por el lodo en el estacionamiento del conjunto residencial.

En su inspección del despeje de sedimentos en el río El Cojo, el mandatario regional informó que las máquinas también están en las cuencas de San Julián en Caraballeda; Guanape en La Guaira, Curucutí, La Chivera, Juana de Arco y Los Flores en Maiquetía; Tacagua, Marapa Piache y Los Cascabeles en Catia La Mar.

En las zonas altas de esos ríos y quebradas, hubo un repoblamiento, luego de los primeros dos años del deslave de 1999. Entre otras razones, los damnificados se devolvieron por la falta de un empleo estable y una vivienda en los estados del occidente del país a los que habían sido trasladados.

Para Terán, las labores de principios de la semana anterior en la cuenca de El Cojo evitaron peores consecuencias. Sin embargo, los vecinos no podían olvidar lo sucedido con las lluvias de la noche del miércoles 26.

Ese día, Rosmelys Medina (33) y sus dos hijos de siete y tres años edad murieron tapiados, al desplomarse su casa por un alud de tierra en el barrio La Ceiba del sector Zamora, en la parroquia Catia La Mar.

Ignoran recomendaciones técnicas

Los litoralenses sortearon, igualmente, los efectos de otras vaguadas tropicales en los años 2005 y 2011, las cuales se concentraron en el este de la región.

Las precipitaciones de 2005 afectaron la sede de la Universidad Simón Bolívar y el Club Camurí Grande. También se reportaron daños en el Club Puerto Azul de Naiguatá.

La crecida del río San Julián, en Caraballeda, obligó a las autoridades a actuar con prontitud. Foto: Cortesía Gobernación de La Guaira.

En menor proporción, el 28 de agosto de 2021, esas infraestructuras sufrieron nuevas inundaciones, con el desbordamiento del río Camurí Grande.

Hasta ese poblado (conocido por la preferencia de los caraqueños por el balneario de Playa Pantaleta), arribó un grupo de expertos en mitigación de riesgo del Instituto de Mecánica Fluidos de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

La evaluación preliminar, aunada a las recomendaciones técnicas posteriores a la tragedia de 1999, abonó el terreno de las preocupaciones entre los moradores de Camurí Grande.

El informe avalado por la Facultad de Ingeniería de la UCV detalla que “la canalización del río Camurí Grande se encuentra en estado crítico. Se observan traviesas colapsadas y taludes de la canalización en peligro de colapsar por erosión al pie de las mismas”.

El documento agrega que “el flujo está escurriendo por debajo de las traviesas y por debajo del pie de los muros laterales, contribuyendo a erosionar y lavar el material de relleno que sirve de soporte a estas estructuras”.

Por tanto, la obra necesita una intervención urgente, y así se les comunicó a los representantes de los consejos comunales y otros habitantes que colaboraron en el trabajo profesional.

Los problemas detectados en la cuenca de Camurí Grande se repiten en otras similares, lo que permite deducir que el plan mínimo de mantenimiento para el control de torrentes y minimización de riesgo humano, recomendado desde 1999, no termina de allanar la voluntad política para su materialización.