La agrupación llega a Venezuela para promocionar su más reciente disco, en el que plasman su reencuentro con la esencia.

Es una banda española que quizá a algunos no les suene, pero Dvicio ha sumado un grupo de seguidores que en la lealtad responden a su música.

Integrada por Andrés Ceballos, Martín Ceballos, Alberto González “Missis”, Luis Gonzalvo y Nacho Gotor, han editado desde 2014 cuatro discos de estudio. Pero es Laberinto, el más reciente, el que representa un momento de encuentro íntimo con lo que son y quieren ser.

Ese álbum es el que los tiene de gira, después de tanta pausa por la pandemia. Y ese tour toca Venezuela, por lo que Dvicio se presentará este 9 de junio en el Centro Cultural BOD.

Vía Zoom, Alberto González “Missis” y Nacho Gotor hablan sobre lo que significa la nueva obra que promocionan.

Han llegado a lugares insospechados para cantantes en español. Veo que en Tailandia tienen un público importante.

—Missis: Esos nos han sorprendido mucho. No solo ir a países hermanos como los latinoamericanos, con los que compartimos mucha cultura, sino también a aquellos con culturas distintas como es el caso de Tailandia. También, antes de que pasara lo que desgraciadamente ocurrió, estuvimos en Rusia, donde dimos un concierto ante gente que no comparte el idioma, pero igualmente el público fue, llenó y cantó las canciones en español. Les encantó. Son esas sorpresas que te da la música.

Laberinto es el nombre del disco, un título que hace alusión a la búsqueda, a la intención de encontrar una salida en medio de la incertidumbre. ¿Qué encontraron ustedes en ese proceso?

—Nacho: En los dos discos anteriores, sin quererlo, estuvimos influenciados por todo el panorama musical del momento: lo que más se escucha, lo que suena en la radio, los ritmos que deben tener las canciones. Entonces, por querer estar ahí, íbamos incorporando esas cosas, pero de una forma un poco antinatural a lo que somos. Todo esto anterior fue un pequeño laberinto en el que estábamos encajonados y no hallábamos la salida. Íbamos para un sitio y otro. Al final, encontramos la salida. Fue hablar entre nosotros, ver lo que somos y hacerlo. Eso simboliza la salida de ese laberinto.

Y me imagino que hubo miedo una vez que se encontró la salida. Temor a cómo reaccionaría el público.

—Nacho: Sabemos que es música menos comercial, que a lo mejor no se va a poner en una discoteca. Pero estamos felices. Preferimos ser lo que sentimos y no venderle el alma al diablo para sonar en ciertas listas de reproducciones. Con todo disco hay un vértigo porque se piensa mucho en si será aceptado, pero estamos en nuestra esencia. Tal vez habrá gente que deje de escucharnos, pero la mayoría estará ahí.

En sus álbumes anteriores tuvieron artistas invitados como Chocquibtown y Kany García. Ahora, en Laberinto están solo ustedes. Imagino que también forma parte de este proceso.

—Missis: Sí. Precisamente viene de ahí. De hecho, hemos hecho muchas colaboraciones. Hay un montón de canciones con otros artistas. Pero en este disco deseábamos encontrar ese sonido norte, hallar el origen de lo que lo que nos gusta y sentimos, lo que deseamos reflejar. No cabía una colaboración. Pensamos que debía ser 100 % Dvicio. De hecho, teníamos algunas colaboraciones cerradas y paramos todo eso para buscar esto que somos actualmente. Salimos solos.

¿Con quién tenían cerradas colaboraciones?

—Missis: Pues no sé si deba decirlo. No sabemos si más adelante salen (ríe).

¿Cuáles son los retos actuales de hacer música pop en español?

—Nacho: El pop tiene muchos años de historia. Creo que sería un error caer en lo típico y tradicional de toda la vida. Hay canciones muy buenas, pero nosotros, que somos la nueva generación, debemos salirnos un poco de ese pop clásico. Una de las influencias que tenemos, y cuyo camino nos gustaría seguir, es Coldplay. Son pop, pero tienen ese toque moderno. También está Imagine Dragons. Ha sido referencia para este disco. Tienen temas que son comerciales, mainstream, pero son muy diferentes al resto de los artistas. Usan arreglos y sonidos extraños que conviven dentro del pop. Eso es lo que hemos intentado y es la línea que queremos seguir.

¿Cuáles son los planes después de la gira? Imagino que además durante la pandemia surgieron muchas canciones que quedaron por fuera de Laberinto.

—Missis: Para este disco se habrán presentado como unas cincuenta canciones. No recuerdo exactamente. Esas que quedaron por fuera se mantendrán ahí. Cuando empezamos a componer para otro álbum, lo nuevo nos termina gustando más que todo lo que estaba. Ahorita nos concentramos en la gira porque tenemos mucho tiempo sin tocar por la pandemia. Es lo que más necesitamos nosotros y el público. Conectar.

Hay un venezolano en el equipo de ustedes…

—Missis: Sí, sí, sí. Germán Gutiérrez, nuestro ingeniero de sonido es de allá.

Hace unos minutos comentaron que son la nueva generación. ¿Siente que existe una responsabilidad por eso?

—Nacho: Yo te diría que no. Hacemos música y producimos de acuerdo a lo que nos gusta a nosotros. Tanto nuestra disquera como nuestro manager nos han dejado la libertad para hacer lo que queremos. Ojalá que lo que hacemos sume a la música, al pop y a las nuevas generaciones. Pero creo que no sentimos ninguna presión. Hacemos lo que nos gusta, de la mejor manera que podemos y sabemos. Si suma, bienvenido, si no, tampoco nos vamos a echar eso a la espalda.

Noto canciones hechas para la dinámica en multitud, en estadio. Una de ellas es “Mil veces”. ¿Fue concebida así o solo simple casualidad?

—Missis: La verdad es que en Laberinto trabajamos el sonido para el directo, con esa intención, cómo tú dices, que sonara a estadio, con fuerza. Hemos estado enfocados en hallar eso. No es casualidad que ese tema, por ejemplo, tenga lo que describes.

¿Qué artistas en Latinoamérica que suenen en España ven que tienen esas mismas inquietudes que ustedes?

—Nacho: Hay muchísimos. No sé si nos parecemos, pero Maná es una banda que ha sido una influencia desde que somos pequeños. Fue el primer concierto que vimos juntos los cinco. Era la banda que me ponían mis padres. En realidad llegan muchos artistas. Ricardo Arjona nos encanta. También por el lado más urbano, pones la radio o vas a alguna discoteca, y suenan muchos artistas latinos.

¿Cómo se sienten ahora que han empezado a vivir eso que tanto visualizaron?

—Missis: Aunque suene un poco tópico, es verdad que es un sueño hecho realidad. Es muy difícil llegar hasta acá. Hemos trabajado mucho, pero también hemos tenido mucha suerte. Poder mantenerte depende de muchos factores, no solo de tu trabajo, sino de que a la gente le guste. Somos afortunados de llevar la música que soñamos cuando éramos niños a diferentes partes del mundo.

¿Qué falta por lograr?

—Missis: Creo que muchas cosas. Tampoco tenemos una meta fija. Con el tiempo siempre vas aspirando, quieres más, llegar a países nuevos, sitios cada vez más grandes. Como he dicho, somos afortunados y es importante lo que hemos logrado. Poder seguir conectando con la gente.

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