Con el lanzamiento del disco 20 20 celebraron veinte años de carrera. A pesar de la distancia entre sus integrantes, la agrupación de música tradicional venezolana continúa sus planes, entre ellos la publicación de un libro.

La música venezolana tiene un Olimpo de compositores en el que hay figuras como Aldemaro Romero, Pablo Camacaro o Hugo Blanco. Son solo algunos de tantos responsables de obras que sostienen el cancionero cultural del país.

Sin embargo, hay recientes generaciones que configuran un nuevo catálogo. Están en agrupaciones como Los Sinvergüenzas, que el año pasado celebró dos décadas de trayectoria, y en diciembre estrenó el disco 20 20 para conmemorar ese aniversario.

El álbum además no solo es registro, sino también un paso que cambia las dinámicas de la agrupación, pues es el primero que incluye voz; cantantes que aceptaron la invitación a formar parte de este jolgorio hecho disco. 

Distanciados por decisión personal, también ahora más por la pandemia, pero sin impedimentos para concretar esta empresa, una muestra del empeño por seguir.

Los Sinvergüenzas es un proyecto que surgió en los pasillos y salones de la Universidad de Los Andes, donde además recibieron el remoquete que ahora los identifica como conjunto; una cortesía de Gilberto Rebolledo, profesor de la Escuela de Música de esa casa de estudios, además de conocido director y arreglista. 

Los Sinvergüenzas
La agrupación se formó en la ciudad de Mérida

Durante esos años la agrupación estuvo integrada por el cuatrista Héctor Molina, el guitarrista y mandolinista Edwin Arellano, el flautista Sergio Torres y el bajista Raúl Picón. Fueron a un concierto casi sin ensayar, un aprieto que entonces molestó al querido profesor, pero que dio pie a un nombre que ahora forma parte de la tradición, y que continúa con ese ímpetu jovial de hacer un aporte a la música instrumental y tradicional venezolana. 

La primera actuación formal de Los Sinvergüenzas fue el 26 de febrero del año 2000 en el aula magna de la ULA. Un año después editaron su ópera prima: Bichoneando, el único de los cinco discos que por los momentos no se consigue en plataformas. 

Ha sido un recorrido para remontar la circunstancias, llevar adelante proyectos, y aumentar la obra. Los Sinvergüenzas formaron parte de la Movida Acústica Urbana, ese colectivo de músicos que surgió en 2007 para reunir a los ensambles de la música tradicional venezolana, pero con una perspectiva citadina, y que tuvo al desaparecido local Discovery Bar como epicentro. 

Desde hace más de 10 años la alineación es otra a la inicial. Héctor Molina y Edwin Arellano se mantienen, ahora con el flautista Raimundo Pineda y el bajista Heriberto Rojas. Casi todos en diáspora. Héctor en Miami, Raimundo en Chicago, Heriberto en Portugal y Edwin en Venezuela. 

Son ellos los que firman la creación desde el segundo disco, titulado Desde otro lugar y publicado en 2007. Es la obra que contiene “Amalgamados”, una de las piezas fundamentales de Los Sinvergüenzas, compuesta por Héctor Molina, a quien consideran el compositor de mayor jerarquía en la agrupación, de acuerdo con Edwin Arellano, quien afirma que esa canción es el “Moliendo café” de su amigo y colega merideño. 

Una búsqueda en Youtube arroja que ha sido interpretada por figuras como el violinista Eddy Marcano, cuatristas poco conocidos con entusiastas canales en la plataforma, hasta ha sido motivo para la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.

“Te pasaste Edwin. Envíame tu Zelle”, contesta en medio de una sonrisa apenada Héctor Molina, quien también es integrante de C4 Trío, además de tener una carrera como solista. Pero no solo es él quien compone. Los cuatro son los creadores del cancionero de Los Sinvergüenzas, que ahora, en el disco 20 20 invitan a tantos para dejar mayor constancia en merengue, gaita oriental, onda nueva, danza, pasaje, bambuco y joropo. 

Uno de los atrevimientos fue usar la voz. Aunque también es difícil tener cuatro discos instrumentales. No todo el mundo los posee, cuenta Edwin Arellano.

Fue grabado en Caracas 2017, antes de que la emigración definiera aún más su historia, pero ya entonces Heriberto Rojas estaba en Portugal, y el contrabajo lo tocó Carlos “Patón” Rodríguez para esta ocasión. El maraquero Manuel Rangel fue otro de los invitados. 

“Quedas tú” tiene la voz de Luisana Pérez, “Malas lenguas” es cantada por Francisco Pacheco, “Carretera” por Guillermo Carrasco, “Con un ramito de mejorana” por Cecilia Todd, “Cantaban todos los gallos” por Annaé Torrealba y “La fiesta joropera” por Vidal Colmenares, voces jóvenes y otras con más tarimas recorridas. Para las canciones cantadas, Los Sinvergüenzas se apoyaron en autores como José Alejandro Delgado, César Gómez o Leonel Ruiz. 

Llama la atención cómo en Spotify, por ejemplo, el nombre de cada tema es acompañado por el género. Existen razones, que las da Edwin Arellano: “Cuando surgió la Movida Acústica Urbana, eran varios grupos que hacían música instrumental, y que le daban importancia a los géneros, para así darlos a conocer. De ahí la idea de identificar tanto el título, como el género y el compositor. Hoy uno escucha un tema y solo consigue al artista. La era digital ha hecho ese cambio”. 

Los Sinvergüenzas
Si bien cada integrante vive en un país diferente, hay planes de reunirse para tocar
Libro en los planes

Cuando Los Sinvergüenzas se convirtieron en quinceañeros, celebraron con un concierto en el Centro Cultural BOD. Ahora, la pandemia y la distancia entre ellos impidió una celebración similar. Obviamente extrañan los escenarios.

Mientras, son otros los planes. El disco 20 20 es una meta cumplida, un objetivo tachado en la agenda, que ahora tiene entre los pendientes la publicación de un libro con partituras. 

“Tenemos esa idea desde hace tiempo. Estamos poniendo en orden nuestra música, pasando en limpio nuestras partituras, y diagramando. También pensamos incluir pistas para que la gente pueda tocar encima, además de leer la música, que haya un acompañamiento. Es una manera maravillosa para que nuestra música sea un poquito más viral”, detalla Raimundo Pineda. 

Esperan pronto volver a viajar, retornar al leal público que suele ir a sus conciertos; giras con experiencias bastante reconfortantes como curiosas, como aquel año 2006 en el que tuvieron que cambiar el nombre del conjunto en España. Los Sinvers fue la opción para evitar confusiones en un país donde pueden asociar la palabra vergüenza con los órganos sexuales. Como se presentaron en iglesias y pueblos pequeños, prefirieron evitar mayores problemas. 

“Todavía nos sorprendemos de que un grupo con nuestro nombre haya sobrevivido. Cuando teníamos como dos o tres años, dimos un concierto en Caracas. Había un crítico musical de El Universal llamado Javier Sansón. Nos vio y habló maravillas del grupo, pero dijo que el nombre era muy desafortunado para un grupo que no fuera rockero. Pero mira, sobrevivimos a pesar del nombre”, cuenta jocosamente Héctor Molina.

También está previsto sacar una edición en físico de 20 20, cuya portada es autoría de Alejandro Calzadilla. Tendrá un prólogo del compositor César Alejandro Carrillo.

“Quisiera decir que detrás de este disco hay mucha gente, no solo nosotros. La ingeniería del disco se la debemos a Tomás Humberto Cardona y a Vladimir Quintero, la mezcla es de  Darío Peñaloza, la masterización de Jesús Jiménez. También están nuestras esposas e hijos. Los Sinvergüenzas podría ser una corporación si estuviéramos en otro país. Agradecemos a los exintegrantes, las personas que nos han visto. Son muchos”, concluye Edwin Arellano.

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