El hospital de El Algodonal llegó a ser una referencia nacional por especializarse en enfermedades respiratorias. Pese a esto, los años y la falta de mantenimiento muestran su crítico estado desde la puerta principal hasta sus esquinas más recónditas.

Caracas. Un derrame pleural y, luego, el diagnóstico de cáncer, ha mantenido al papá de Julia* hospitalizado desde el 8 de julio en el hospital Dr. José Ignacio Baldó, en El Algodonal. En su historia clínica está remarcado que es diabético e hipertenso. Pero para él ofrecen el mismo menú que para el resto de los pacientes: arepa sin relleno para el desayuno y una pasta con frijoles chinos sin sal o aliños para el almuerzo.

A casi un mes desde que ingresó al hospital, no hay una fecha segura para saber cuándo le darán de alta al papá de Julia. Lo que se sabe es que cada día que pasa cuesta dinero, y no precisamente por la hospitalización, sino por los 500 dólares que acumulan en exámenes de laboratorio fuera del centro de salud y por los cinco dólares que ella paga todos los días para que una moto la lleve desde La Bandera hasta El Algodonal.

En el cuarto donde está el papá de Julia hay otros adultos mayores y otros familiares que los acompañan. Las camas están tendidas con sábanas de sus casas, los bolsos están al lado de botellones de agua, la única brisa que pega es de un ventilador azul que llevaron, la luz es por un bombillo que compraron y la habitación está medianamente limpia porque se pusieron de acuerdo para ver a quién le tocaba llevar el cloro y quién pasaba una escoba.

Foto: Tairy Gamboa

Sin embargo, hay cosas que no pueden resolver: cuando se va la luz, como la noche del 28 de julio después de que lloviera fuerte en el sector; las moscas o las ratas que ven pasar en la habitación cuando se hace de noche. Tampoco pueden combatir contra la inseguridad en el complejo hospitalario, más que trancando la puerta con una silla y rogando que no les pase nada.

El hospital de El Algodonal llegó a ser una referencia nacional que beneficiaba directamente a las parroquias Antímano, Caricuao, La Vega y El Junquito por especializarse en enfermedades respiratorias, como la tuberculosis, pero que también llegó a aceptar a pacientes de otros estados y personas que venían desde el extranjero. Pese a esto, los años y la falta de mantenimiento muestran su crítico estado desde la puerta principal hasta sus esquinas más recónditas.

Para llegar al complejo hospitalario —que incluye la Maternidad Andrés Herrera Vega, el Pediátrico y el sanatorio Simón Bolívar— hay que atravesar toda la avenida principal de El Algodonal que está llena de huecos, basura y un bote de aguas blancas y negras, que apenas está reparando Hidrocapital luego de una protesta de los trabajadores de la salud y la comunidad el pasado 26 de julio que duró más de cuatro horas.

Foto: Tairy Gamboa

En el hospital la fachada está desgastada, la maleza está por todos lados y en los pasillos se ven filtraciones. Además, hay zonas como Medicina I, donde un montón de escombros impiden que se pueda pasar a un área que se iba a remodelar en 2007 y nunca se terminaron los trabajos.

De acuerdo con datos de Oscarelis Silva, del Sindicato de Empleados Públicos del Ministerio de Salud (Sunep-Sas Distrito Capital), para este 29 de julio, de un total de 450 camas presupuestadas para albergar pacientes en todo el complejo hospitalario de El Algodonal, había 17 ocupadas en sala de tórax, 40 en cirugía y 24 en medicina general. Sin embargo, a pacientes con enfermedades respiratorias les piden flujómetros y manómetros porque solo hay 10 y dos unidades, respectivamente.

Además, como en el testimonio de Julia, la mayoría de los exámenes, medicinas e insumos médicos deben llevarlos porque no hay en el hospital. El personal médico de verdad que hace lo que puede. Ellos aman su trabajo y uno se da cuenta de eso. Es imposible trabajar en estas condiciones, reconoció Julia.

Foto: Tairy Gamboa
La cocina

Cada vez que en quirófano prenden el autoclave —una máquina para esterilizar material sanitario con vapor de agua a alta presión— entonces en la cocina comienza a gotear agua que pasa por una tubería que está en el techo.

Carmen Herrera, personal de Nutrición de El Algodonal, tiene nueve años trabajando en este centro de salud y la misma cantidad de tiempo denunciando que el agua que cae en la cocina está contaminada y, por lo tanto, también se debe contaminar la comida que preparan diariamente para los pacientes, pese a que en la Dirección le han dicho que es “agua limpia”.

El chorro de agua cae a poco metros de donde prenden las únicas cinco hornillas que funcionan para hacer las arepas, que servirán sin relleno, y los granos o pasta que harán sin sal y aliño, porque no tienen. Desde hace años Mercal se olvidó de traer otra cosa que no sea harina, pasta y arroz. A veces llega leche, pero no siempre, contó Carmen y lamentó que no tengan ni una licuadora para al menos hacer una chicha para los pacientes.

Foto: Tairy Gamboa

Cuando Carmen comenzó a trabajar en el hospital llegaba un mercado semanal y se preparaba un menú para cada paciente dependiendo de su patología. Ya no puede cumplir con eso. Este miércoles hicieron arepas y pasta para 44 pacientes y 13 milicianos, sin importar su condición de salud.

¿Cómo le voy a dar arroz y pasta a un diabético? Pero eso es lo que tengo. Hay pacientes que están en grado de desnutrición por tuberculosis y necesitan una dieta hipercalórica y no puedo hacerla. Eso me deprime, manifestó Carmen.

Carmen vive en el barrio Kennedy, ubicado en Las Adjuntas. Sale de su casa a las 5:00 a. m. y lo hace solo porque ama su trabajo, pese a que la cocina tiene pocas funciones porque no pueden usar los hornos que están llenos de cucarachas y son casa de las ratas, el agua la tienen que almacenar en las marmitas porque no llega todos los días y les dan jabón ligado con agua para lavar todo lo que ensucian.

En el complejo hospitalario deberían funcionar tres servicios de nutrición y solo están trabajando dos. Tienen siete obreros y dos supervisoras por dos turnos. Algunos se han enfermado de los pulmones por la humedad que hay en el servicio.

La morgue

Si un paciente muere dentro del hospital, hay que trasladar el cuerpo por las escaleras porque no sirven los ascensores. Cuando llegan a la morgue, que está justo detrás de la cocina, solo hay una cava operativa.

Toda el área de la morgue tiene pegoste en el piso y montones de basura a los lados. Las paredes de la única cava que funciona están abombadas y predomina el olor a humedad. Sirve uno que otro bombillo, y el cuarto donde antes se hacían las biopsias está inundado y con el techo a punto de ceder por una falla que tienen años sin resolver.

Nosotros solo le damos el cuerpo a los familiares, no hacemos más nada, comentó un trabajador y resaltó que a duras penas les dan un tapabocas porque no cuentan con productos de limpieza, guantes y bolsas.

En el caso de este trabajador, se ha enfermado de la piel y presume que se debe a las condiciones en las que trabaja en la morgue.

Foto: Tairy Gamboa
Crisis hospitalaria

En 2018 se intensificaron las protestas por parte del sector salud para denunciar la crisis dentro de los hospitales del país. Pero el Estado venezolano no escuchó. La Encuesta Nacional de Hospitales publicada en enero de 2020 mostraba datos como que los servicios de Rayos X estaban inoperativos en 58 %; en los laboratorios era de 55 %; mientras que 85,6 % de los tomógrafos y resonadores magnéticos en la red pública estaban sin servicio.

En el hospital de El Algodonal, por ejemplo, solo está funcionando el servicio de Rayos X en el Pediátrico y deben movilizar a los pacientes hasta allá en sillas de ruedas por una vía que está a punto de hundirse. De una nómina de empleados que alguna vez fue de 3000 personas, solo deben estar trabajando entre 500 y 800 personas, de acuerdo con datos del sindicato, y el gremio que más ha renunciado han sido enfermeras y camilleros.

El otro día fui al pabellón de cirugía y como era tarde tenía que alumbrar con mi celular porque no funcionaba ningún bombillo. Además, tampoco había enfermera y me tuve que poner a buscar en todo el hospital una para que pudiera operar. Ese no es mi trabajo, se supone que yo debo estar descansada porque voy a tratar con una vida humana, manifestó la doctora Marieta Rea, médico de cirugía II de El Algodonal.

Foto: Tairy Gamboa

En cuanto a los servicios básicos en todo el país, la encuesta reveló que entre los entrevistados 86,6 % aseguró que el suministro eléctrico presentaba fallas o interrupciones constantes. Solo 11,3 % indicó que tenía luz de forma regular. El servicio de agua se mantenía irregular en 66,8 %, mientras que 21,3 % destacaba la ausencia del suministro por más de una semana.

El hospital de El Algodonal llegó a ser un centro centinela a principio de la pandemia de la COVID-19, en marzo de 2020. Esto se aprobó pese a que los trabajadores de este centro de salud se opusieron en una asamblea porque destacaban que no tenían las condiciones mínimas para atender a pacientes contagiados. Por varios meses se atendieron casos en el área de la maternidad, pero en la actualidad se están remitiendo a otros centros de salud, informó Félix Romero, del Sunep-Sas Distrito Capital.

Julia* es un nombre ficticio a petición del testimonio. 

Foto: Tairy Gamboa

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