El pediátrico y la maternidad de El Algodonal no son ajenos a las carencias que se repiten en el complejo

El Algodonal

Las filtraciones del pediátrico y la maternidad de El Algodonal afectan los dos edificios en su totalidad, incluso las habitaciones. Los techos de los pasillos en algunas partes están a punto de caerse y hay cuartos que han pasado a ser depósitos de chatarra, con camas y sillas que están en mal estado.

Caracas. Una gran pancarta en la fachada del Pediátrico Luisa Cáceres de Arismendi, ubicado en el complejo hospitalario Dr. José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal, hace referencia a la Misión Niño Jesús. El logo del programa también se ve por los pasillos y en algunas puertas de los servicios, que en algún momento remodelaron y, ahora, contrasta con áreas abandonadas por falta de personal y malas condiciones de la infraestructura.

La Misión Niño Jesús fue un plan ideado en 2009 por el expresidente Hugo Chávez para orientar recursos económicos a la creación y mejoramiento de salas de parto, quirófanos y áreas de hospitalización. En el año 2012, el Ministerio para la Comunicación e Información publicó una nota de prensa en la que se refería a la reinauguración de este pediátrico bajo esa misión, con 125 camas y la dotación de tres quirófanos equipados con tecnología china-venezolana.

El nosocomio está dotado con máquinas de anestesia moderna, laparoscopio, fibroscopio, televisores en el área de recuperación de los niños, y habitaciones múltiples e individuales con baño privado, escribieron en la nota de prensa publicada el 23 de diciembre de 2012.

Foto: Tairy Gamboa

Nueve años después, el diagnóstico del pediátrico de El Algodonal es otro. La doctora Verónica Martínez, de Pediatría II, resaltó que en Emergencias solo ingresan a los pacientes referidos para neumopediatría, y es un área que tiene más de tres años parcialmente cerrada. Las camas están dañadas, hay poca luz, los baños están fuera de servicio y hace falta personal.

Martínez especificó que solo están trabajando cuatro residentes, cuando lo normal sería que fueran al menos doce. Además, tienen las mismas dificultades que en el sanatorio Simón Bolívar, ubicado en el mismo complejo hospitalario de El Algodonal en la parroquia Antímano del municipio Libertador, como la carencia de material médico-quirúrgico, falta de espacios adecuados para el descanso del personal sanitario y deben pedirles a los pacientes algunos antibióticos y exámenes de laboratorios fuera del centro de salud.

Foto: Tairy Gamboa

En un ala de Pediatría II están operativas menos de diez camas y dos cunas. Yennifer, madre de un niño diagnosticado con parálisis cerebral infantil y con 24 días de hospitalización, contó que su hijo comenzó a tener mucho dolor abdominal un domingo en la tarde. En ese momento fue al hospital Dr. José Gregorio Hernández, en Los Magallanes de Catia, pero no había médico que lo atendiera. Después fue al Pediátrico Elías Toro y de ahí los refirieron a El Algodonal, porque necesitaba una operación de emergencia.

Cuando llegó a El Algodonal, le dijeron que fuera al día siguiente, pese a que su hijo tenía mucho dolor. Yennifer logró la hospitalización el lunes, pero tenía pendiente conseguir 20 dólares para una biopsia que necesitaba antes de la operación. Mientras tanto, prefirió pedirle ayuda a un familiar para que les llevara comida porque a los pacientes pediátricos únicamente les sirven arepa sola o pasta con granos sin sal o aliños. 

A veces no tengo dinero ni para desayunar. Más que todo cuando alguien no me puede traer la comida. En la panadería que está abajo venden una sopa en dos dólares, lamentó Yennifer.

Las filtraciones del pediátrico están por todo el edificio, incluso en las habitaciones. El techo de los pasillos en algunas partes está a punto de caerse y hay cuartos que han pasado a ser depósitos de chatarra, con camas y sillas que están en mal estado.

La enfermera Arelis detalló otros problemas del pediátrico de El Algodonal: solo les dan un tapaboca azul a la semana y la microempresa que se encarga de la limpieza tenía —para el 4 de agosto— un poco más de un mes sin ir. ¡El otro día consiguieron una rata dentro de una habitación!, exclamó impresionada. En su turno, que es en la mañana, comparte trabajo con otra enfermera y en la tarde no atienden pacientes porque no hay médicos.

Los niños con tuberculosis casi que salen en un cajón por esa comida que les dan, comentó otra enfermera refiriéndose al menú que se sirve, por la falta de proteínas y de dietas basadas en la patología de cada paciente.

Representantes del Sindicato de Empleados Públicos del Ministerio de Salud (Sunep-SAS Distrito Capital) comentaron que, luego de la remodelación del pediátrico bajo la Misión Niño Jesús, poco a poco comenzaron a verse los problemas, especialmente por las filtraciones, camas que quedaron inoperativas y déficit de personal por el salario que reciben, pese a las cláusulas que se han firmado para brindarles beneficios adicionales como bonos de transporte y alimentación, que no superan los 21 millones de bolívares, o unos cinco dólares.

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Foto: Tairy Gamboa
La maternidad

El pasillo que da hacia el área de consulta de Ginecología y Neonatal en la Maternidad Herrera Vega de El Algodonal olía a orine. Tenían tres semanas sin agua y el baño público que está al fondo no aguantaba un día más.

Esta situación no es nueva. La maternidad está ubicada en la parte más alta del complejo hospitalario, dejando atrás el pediátrico y el Sanatorio Simón Bolívar. Según la última Encuesta Nacional de Hospitales (ENH) publicada en enero de 2020, un 70 % de los centros de salud reportó escasez de agua potable y solo un 9 % manifestó que tienen el servicio de forma permanente.

Aquí las enfermeras tenemos el ‘baño-monte’. Es decir, salimos y hacemos nuestras necesidades en el monte, resaltó una enfermera de la maternidad.

Foto: Tairy Gamboa

Otros servicios de la maternidad también están afectados por la falta de agua. Yanet Gil tiene que llevar todos los días el agua que va a tomar y apenas llega el agua se pone a llenar los botellones que tiene guardados.

En el servicio de Trabajo Social todo es reciclado, desde los lápices hasta las hojas, resaltó Gil y comentó que no ha dejado de ir porque valora los más de 17 años de trayectoria que tiene orientando a mujeres para las esterilizaciones quirúrgicas o casos de violencia de género, drogas o alcoholismo.

A pocos metros de las oficinas de Trabajo Social está el Banco de Sangre. Para este 4 de agosto no estaba atendiendo donantes porque no había serología, que lo hace el Banco Municipal de Sangre, y había déficit de reactivos. Mónica Montilla, coordinadora del servicio, precisó que la semana del 26 de julio tomaron las muestras y seguían sin recibir los resultados.

Por lo general no tienen agua para lavar los tubos y están usando pitillos cortados por la mitad como si fueran pipetas para manipular la sangre. Cuando reciben donantes, no tienen refrigerios. Antes se les daba café, jugo, galleta o cualquier cosa para que no se fueran desmayados. Ya no hay nada, agregó Montilla.

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Foto: Tairy Gamboa

En el Banco de Sangre no sirve ninguna nevera para guardar las muestras. Acordaron almacenarlas en el área de laboratorio para que no se dañen. Otros equipos que están fuera de servicio son la centrífuga de mesa y el baño de maría. Aquí el plasma se guarda en un freezer doméstico, lamentó Montilla.

El pediátrico y la maternidad no son ajenos a lo que ocurre en el Sanatorio Simón Bolívar. En general, todo el complejo hospitalario Dr. José Ignacio Baldó de El Algodonal está pasando por la misma situación que ha provocado que la nómina total de trabajadores pase de unos 3000 empleados a un aproximado de entre 500 y 800 personas, según datos del sindicato.

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Foto: Tairy Gamboa

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