Baz Luhrmann logra una emocionante y dolorosa película a partir de una historia muy conocida. Aún así, sorprende todo el majestuoso mundo que lleva a la pantalla, con la tragedia esperada

Caracas. Elvis es una de las películas del año. Baz Luhrmann presenta un largometraje lleno de espectacularidad, brillo exacerbado, con una apuesta musical inquieta y simbólica, que narra el ascenso y la caída de un ídolo, que acepta su desgracia después de la tentación.

El mundo de películas biográficas de estrellas de la música está lleno de aciertos que cada vez ponen la vara más alta. La más reciente maravilla fue Rocketman (2019), que llenó la gran pantalla de la apoteosis de Elton John.

La música es otro tipo de sugerencia, una pasión que permite elucubrar mundos y sentimientos en cada individuo, por lo que darle líneas y colores en la realidad no es cualquier tarea. Además, la figura de Elvis Presley es casi religiosa, un culto para quienes han encontrado en su obra una manera de sobreponerse y celebrar; sin obviar toda la lectura de su lugar primordial en la cultura pop.

Elvis
La película muestra cómo el público de la época conoce otras maneras en el escenario

Baz Luhrmann cuenta a Elvis desde su infancia, cuando era un niño en una zona pobre durante los años de la segregación. Su familia, venida a menos, tiene que mudarse a un vecindario habitado por marginados.

Pero ahí, en ese lugar, encuentra su esencia en la música que escucha de los negros, esas voces que resonaron en sus vacíos, que lo llenaron de ímpetu y determinación.

Elvis se propone abarcar cada momento determinante de su protagonista, desde su niñez hasta su muerte a los 42 años de edad. Ambicioso, sí, pero con la astucia de tomar lo esencial y mostrarlo de manera exuberante y dramática.

Como buena parte de las biopics, los personajes van de menos a más. De un ambiente de carencias a un mundo en el que todo está a sus pies, pero a la vez, cada paso conlleva un sacrificio que paulatinamente se convierte en consecuencia desgarradora.

Elvis
Tom Hanks es un personaje que en toda la historia es mentor y a la vez “dementor”

La actuación de Austin Butler es dolorosa. Si bien el espectador podrá celebrar la gloria inicial, todo está muy determinado desde su propuesta a palidecer. El autor sabe muy bien que la historia es conocida, por lo que no pretende engañar a quien ve la película. La gloria anuncia la caída, a pesar del brillo con el que se exalta cada momento. Sin dudas, el actor estará nominado en la próxima temporada de premios.

Por su parte, Tom Hanks encarna al coronel Tom Parker, artífice del estrellato de Elvis, pero sobre quien también recae la autoría -o la coautoría- de sus pesadillas. Al final, también todo se trata de decisiones. En ellos dos está el peso actoral de esta película, recientemente estrenada, y que si bien tiene un breve bajón en su mitad, son segundos insuficientes para afectarla profundamente, y menos aún cuando explota desde su antesala al clímax.

Y lejos de purismo, el director se vale de la agudeza musical para entremezclar géneros, y así, exaltar su discurso y hacer paralelismo. Por ejemplo, el repertorio musical incluye “Vegas”, de la rapera Doja Cat, una pieza en la que se samplea “Hound Dog”, con la voz de Big Mama Thornton, quien la cantó originalmente, aunque se conozca más la versión de Elvis Presley.

Elvis
La inclusión de una breve escena con el personaje de Little Richard es clave para contextualizar

De esta forma, no solo hay repaso y reconocimiento al contexto de la época además del protagonista, objetivo que se refuerza también con la aparición de personajes como B.B. King (Kelvin Harrison Jr.) y Little Richard (Alton Mason), sino que también se equipara el escándalo de la época ante los insinuantes bailes de Elvis con la gresca por el furor del trap en estos tiempos. Elvis como un Bad Bunny engominado en una sociedad que apenas una década atrás dejaba la Segunda Guerra Mundial.

Este recurso de usar géneros extemporáneos ya ha sido parte de su propuesta en el pasado. En 2013 fue noticia como Jay Z sonaba mientras recreaba la alta sociedad de los años veinte del siglo XX en El gran Gatsby. En Elvis también vemos un trabajo de maquillaje que seguramente algunos verán como una tendencia más reciente, pero tan solo es una travesura para evocar los ciclos en las maneras, como también se nota en la estética que busca afeminar a sus protagonistas.

Elvis
La relación entre Elvis y Priscilla es uno de las partes débiles de la historia

Baz Luhrmann logra también precisar el lugar en el que Elvis tomó las decisiones más importantes de su vida: un laberinto de espejos, la noria y el desierto, este último con una especial lectura. Ahí, en Las Vegas, se ve tentado fuertemente con su principal pasión como atractivo, y sucumbe. Clave en una trama con un contexto religioso importante, en la que el góspel es determinante, y con una presencia fundamental: Gladys (Helen Thomson), la madre de Elvis, poseedora del augurio. Eso sí, la relación con Priscilla Presley (Olivia DeJonge) es poco potente en su exposición, y se remite a lo común en su desarrollo, sin mayor fuerza en su expresión. 

El director coescribe el guion con un viejo conocido: Craig Pearce, quien lo acompañó también en Strictly Ballroom (1992), Romeo + Juliet (1996), Moulin Rouge! (2001) y El gran Gatsby (2013).

Elvis no solo es un homenaje, es también un repaso histórico por parte de la cultura popular del siglo XX, por un momento fundamental, con su proceso políticos y sociales. Todo eso en su visión más general, pero en lo más íntimo, es una obra que presenta a un individuo en su travesía por el sueño logrado, pero también en la prisión de los desaciertos. El director genera un ambiente de encierro y declive en el que cada espectador acompañará al protagonista al ritmo de su música hacia el fin.

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