En casa de atención infantil Redimi de Puerto La Cruz piden una tregua al clima para reanudar atención a menores vulnerables

Redimi

En poco más de un mes tres aguaceros han puesto en jaque la labor que realizan en la casa de atención infantil Divina Misericordia de Sotillo. La última lluvia que se extendió hasta la madrugada del jueves 3 de septiembre provocó que se suspendiera, hasta nuevo aviso, la entrega de alimentos a 85 niños en situación de vulnerabilidad que asisten a la institución

Barcelona. Lo que en tiempos de escasez de agua se ha convertido en “una bendición” para muchos, para quienes regentan la casa de atención infantil Refugio Divina Misericordia (Redimi) de Puerto La Cruz, se traduce en un serio problema.

En poco más de un mes, tres aguaceros han comprometido la ayuda que la casa de atención brinda a 85 niños, cinco madres lactantes y cinco menores en condiciones especiales, habitantes de diversos sectores populares del municipio Sotillo. La última lluvia, que se prolongó hasta la madrugada del jueves 3 de septiembre, provocó la suspensión hasta nuevo aviso de la entrega de comida a los menores en situación de vulnerabilidad.

La casa de atención está ubicada en uno de los sectores más propensos a sufrir afectaciones cada vez que una lluvia cae en la zona norte de Anzoátegui. El mal estado de los drenajes del sector El Paraíso del municipio Sotillo hace que la vivienda en la que funciona la institución reciba todas las aguas residuales y de lluvia que circulan por la zona.

Aunado a la falla en los drenajes, quienes dirigen el Redimi afirman que la estación de bombeo de aguas residuales de la comunidad tampoco hace su función por lo que es otro problema con el que tienen que lidiar ya que estas van a parar en toda la entrada del refugio.

Además de todos los problemas externos, la construcción está un metro por debajo del nivel de la vía, lo que también contribuye a que la situación sea peor cuando llueve. Pese a todos los llamados que hemos realizado, el mismo personal que colabora con nosotros y hasta las madres de los niños han tenido que sacar el agua”, sostuvo Trina Viñoles.

Viñoles afirmó que la contaminación es evidente porque el agua de las cloacas ingresó al lugar y, por ende, como dice, el último grito de auxilio se lo hicieron a Hidrocaribe (empresa que presta el servicio de agua) pero la respuesta obtenida fue que no contaban con equipos para ayudarlos.

Hasta nuevo aviso

Si bien sus encargados aseguran que es una obra de Dios, lo cierto es que la instalación es más que un lugar a donde los pequeños de sectores como: La Vecindad del Chavo, Saigón, Oropeza Castillo, Bella Vista, Maguey y Rincón del Paraíso acuden a retirar su almuerzo diario.

María Fernández es una de las encargadas de la obra y dice que el lugar se ha convertido en un apoyo importante para los menores en situación de vulnerabilidad.

Casa refugio Puerto La Cruz
La última lluvia provocó que se suspendiera la entrega de comida a los menores en situación vulnerable / Foto Cortesía

Fernández refiere que 30 % de los niños que acuden al sitio proceden de familias disfuncionales en las que la figura materna o paterna es inexistente y los infantes quedaron al cuidado de familiares como abuelos o tíos.

La gran mayoría de estos niños están en riesgo social, vienen de familias disfuncionales. Las condiciones que tienen sus familias son muy vulnerables, en muchos casos sus padres emigraron y no han podido estabilizarse en los países donde llegaron. Aquí además de la comida que ellos buscan les brindamos un chequeo médico constante y les ayudamos en sus labores académicas”, dijo Fernández.

Pero las lluvias de agosto hicieron mella en el mobiliario del consultorio instalado en la casa de atención infantil, así que se tomó la decisión de suspender las consultas a los pequeños.

Tuvimos que hacerlo, pero esperamos que esto sea momentáneo porque sabemos que esta es una obra de Dios que para esos niños es muy importante, esto es una alternativa de vida para ellos. Aquí nosotros les ayudamos a desarrollar sus competencias cognitivas y destrezas manuales. Además de eso les enseñamos valores y por eso somos una alternativa de vida”, relató.

Las lluvias no han sido el único problema para quienes trabajan en la casa de atención, la pandemia de COVID-19 también limitó la prestación de actividades extras como las clases de música que les brindaban a los 85 niños que hacen vida en la institución. La falta de transporte y personal contribuyeron a la cancelación de las mismas.

“Nosotros teníamos convenios con escuelas de música en Lechería pero todo eso se canceló porque no podíamos costear el transporte y no había cómo llevar a los niños. Les dábamos clases de deportes pero el profesor se fue. Nosotros hacíamos jornadas médicas profundas con personal del Rotary pero eso también se suspendió”, dice Fernández.

Mientras el rosario de problemas crece, quienes laboran en el Redimi de Puerto La Cruz esperan que las lluvias les den un respiro para poder hacerle los paliativos a la casa y reanudar la atención a los menores en situación de vulnerabilidad.   

La estructura se encuentra un metro por debajo del nivel de la vialidad lo que también contribuye a que la institución sea propensa a las afectaciones.

Fotos Cortesía

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