En Hospital de Cumaná obligan a enterrar de inmediato a difuntos bajo la presunción de muerte por coronavirus

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En las últimas semanas, a todo paciente que fallece en el Hospital Universitario Antonio Patricio Alcalá lo certifican como muerte por causas asociadas al COVID-19 y, en consecuencia, debe ser enterrado inmediatamente sin posibilidad de un funeral digno.

Cumaná. Entre las disposiciones establecidas por las autoridades sanitarias para el control de la propagación de la COVID-19 está el entierro o cremación de inmediato de los cuerpos de pacientes que fallezcan por causas del virus o asociadas a este. En Cumaná ninguna funeraria ofrece servicio de cremación y la municipalidad tampoco cuenta con esta modalidad. Por lo tanto, en la capital sucrense solo resta enterrar  de inmediato a quien fallezca por COVID-19.

Familiares de algunos difuntos revelaron a Crónica.Uno que en el Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá, de Cumaná, están certificando que la mayoría de las personas que llegan en estado crítico y fallecen a las puertas del centro son muertos por COVID-19.

“Increíble, pero en los últimos días todo el que muere en el hospital o, por el contrario, si llega un cadáver desde cualquier parte de la ciudad, lo registran como defunción por síntomas asociados al COVID-19”, comentó Pedro Salmerón, un deudo que esperaba sentado en los jardines cerca de la morgue del Huapa por la entrega del cuerpo de su pariente fallecido recientemente.

Mientras, a Cristina García, un ama de casa que tenía toda la vida cotizando en una cooperativa de servicios funerarios, no le fue posible velar a su esposo “como Dios manda”.

Agregó: “Es muy triste ver cómo se nos va un ser querido en medio de la nada. Sí, de la nada, porque nada se puede hacer en medio de esta crisis en la que el Estado no te garantiza la mínima atención”.

A García no le sirvió tener la previsión de un seguro funerario para cuando llegara este duro momento.

Relató que cuando llegó al hospital con su esposo en medio de una crisis respiratoria nadie salió a auxiliarlos. Ni camilleros ni enfermeros, y menos algún médico. La emergencia estaba full.

Yo gritaba desesperada, y en medio de mi angustia mi esposo murió allí, en la camilla, sin auxilio de ningún tipo”, contó.

Cuando llegó a la emergencia del Huapa con su esposo en grave estado de salud, la enviaron a un área del hospital que queda en el otro extremo de la emergencia y, al llegar allí, el portero la devolvió al ingreso por urgencias.

En el ínterin murió su esposo sin ser atendido, pero cuando ya no había nada qué hacer, inmediatamente un personal del hospital retiró el cuerpo de su esposo del pasillo y unos minutos después le informaron que había fallecido de COVID-19.

Sin sospecharlo, García viviría uno de los momentos más amargos de su vida: “Ya estaba muerto, solo quería que tuviera un entierro digno”.

En el hospital enseguida dispusieron que de allí iba directo al cementerio. No pudo hacer uso de su seguro funerario porque no había tiempo para trámites. Todo tenía que ser rápido. Tuvo que aceptar el ataúd entregado por las autoridades sanitarias para enseguida dirigirse al Cementerio General de Cumaná.

Cristina García dijo: “Es una pena. A quien le ha tocado pasar este trance en tiempo de pandemia, le ha tocado meter a su familiar fallecido en una caja de fósforo como urna. Pero eso es lo que hay”.

Para enterrar a su esposo tuvo que pagar en la oficina del cementerio un millón de bolívares y cinco millones de bolívares a los sepultureros.

Al cementerio sin funeral

En Cumaná, familiares de algunos de los fallecidos durante la cuarentena social exigen el derecho de rendir a sus seres queridos un funeral digno.

De acuerdo con el registro de fallecidos por COVID-19 que presenta el reporte nacional a la fecha, el estado Sucre aparece con 19; pero según familiares de algunos difuntos la cifra debería ser mayor, por cuanto en las últimas semanas casi todas las actas de defunción recibidas refieren muertes por causas asociadas al coronavirus.

Esa condición no les ha permitido a sus familiares realizar un funeral digno. Apenas permiten que solo asistan al cementerio familiares directos, cónyuges e hijos.

Este drama es más triste. García narró que, desde el Hospital Universitario de Cumaná, el cuerpo de su esposo fue trasladado en una furgoneta hasta el Cementerio General de la ciudad junto con otros tres cadáveres para darle cristiana sepultura.

En el caso de Mariángel Ruiz, todavía, después de casi 15 días de la muerte de su padre, el diagnóstico por coronavirus resuena en su cabeza.

Mi papá se fue quedando dormido hablando conmigo. Estaba un poco contrariado porque aún no superaba la muerte de mi abuela. Quizás le ganó la tristeza. Pero para las autoridades fue el virus chino”, dijo.

Mariángel Ruiz llevó a su progenitor hasta el ambulatorio más cercano a su casa que funciona como centro centinela, pero allí la respuesta fue: “Llévelo al hospital porque aquí no hay nada”.

Mientras encontraba un carro con gasolina, su papá se fue angustiando. Se le dificultaba respirar y en trayecto al hospital murió en sus brazos.

Al igual que el esposo de Cristina García, Guillermo Ruiz era un hombre sano; a ambos la muerte repentina de otro los sumió en un estado depresivo que no pudieron superar.

A sus deudos nada les hace pensar lo contrario, les sobrevino un infarto y si los hubiesen atendido en el hospital “estarían vivos y, si no, por lo menos hubiesen tenido un funeral digno”.


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