En lo que va de julio han muerto tres personas trasplantadas por la falta de inmunosupresores

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En 2017 había entre 13.000 y 15.000 personas en diálisis. Son cifras que el Estado no ofrece. Según Carlos Rotondaro, han “desaparecido” 5000 personas. Para esa misma fecha había 3.500 personas trasplantadas. Hoy en día quedan cerca de mil 600 trasplantados en el país, y en diálisis unas seis mil.

Caracas. Desde que comenzó la cuarentena, hace cuatro meses, ha sido constante el suplicio de los pacientes renales: por el cerco policial, falta de gasolina y cierre vial entre estados no pueden acceder a los tratamientos de diálisis y las personas trasplantas no cuentan con los inmunosupresores. Esta escasez provocó la muerte de tres venezolanos en los últimos 10 días.

El 5 de julio falleció César Chacón (Sucre), el 11 Yulimar Escalona (Barinas) y el 12 Lérida Naranjo (Sucre). Además, ocurrió el deceso por COVID-19 del paciente renal Alfredo Quintero (era del Zulia, donde hay otras 31 personas con la patología renal y el virus).

Amigos Trasplantados de Venezuela lleva la cuenta: en lo que va de 2020 son 16 los decesos ocurridos producto de la falta de tratamiento.

El 10 de junio por las redes sociales pedían donantes de sangre para Yulimar Escalona, de 43 años. Era de Barinas y estaba internada en el piso 9 del hospital Militar. Cayó en rechazo del riñón y presentó complicaciones derivadas del mismo. El día siguiente se conoció de su muerte. Pasó tres meses sin tomar el inmunosupresor.

El tacrolimus, que deben usar de por vida quienes tienen injertos de órganos, está desaparecido desde hace un año y, de acuerdo con las denuncias hechas por Francisco Valencia, director de Codevida, lo están ofreciendo en el mercado negro con el sello del IVSS, órgano que debe distribuirlo a las farmacias de alto costo. 

La ausencia de este fármaco está causando los rechazos y las posteriores muertes.  

El año pasado, motivado a una protesta, fue que los representantes del IVSS se dignaron a atender a esta población de pacientes. Les prometieron muchas cosas, entre esas la dotación a corto plazo de los tratamientos, han transcurrido 11 meses y nada que llegan los medicamentos.

Por las redes sociales son recurrentes los videos de venezolanos como José Vivas, trasplantado desde el 2003, que no tienen el tacrolimus desde hace un año. Sin embargo, sus peticiones de auxilio no han tenido eco en el Gobierno.

Meses insistiendo 

En un comunicado hecho a principios de marzo, Trasplantados de Venezuela denunció que el país vive desde hace años una emergencia humanitaria compleja y ahora la situación se complica más por la COVID-19. La organización muestra su alarma por el estado del sistema de salud en el país, sobre todo para los pacientes que se realizan tratamiento sustitutivo renal, pues deben acudir a los centros hospitalarios o extrahospitalarios tres veces por semana y recibir sesiones de cuatro horas para poder vivir.

“Asimismo, las personas trasplantadas deben acudir a farmacias de Alto Costo dependientes del Instituto Venezolano de Seguros Sociales para retirar sus inmunosupresores periódicamente cada mes para mantener el órgano trasplantado con buen desempeño y, por ende, mantener su calidad de vida”, reza el comunicado.

Paneo de las unidades de diálisis en crisis: en el Zulia, los pacientes del Universitario de Maracaibo no reciben diálisis por falta del personal de salud. En Lara, cerca de 900 enfermos se ven imposibilitados para llegar a sus centros de tratamiento por la escasez de gasolina. La Unidad de diálisis de Valencia está sin agua para aplicar los procedimientos.

En 2017 había de 13.000 a 15.000 personas en diálisis. Son cifras que el Estado no ofrece. “El mismo Carlos Rotondaro, quien fue presidente del IVSS durante 10 años, lo dijo: han desaparecido 5000 personas. Para esa misma fecha había 3500 personas trasplantadas. Hoy en día quedan cerca de 1600 trasplantados en el país, y en diálisis unos 6000. ¿Dónde está toda esa gente? Están fuera del país y algunos han fallecido, así de triste”, dijo Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados.

A la fecha, pese a la alerta hecha por la organización civil, los efectos colaterales de la cuarentena han sido muy fuertes, principalmente por la poca o casi nula posibilidad para que muchos puedan desplazarse. Sin combustible las personas no pueden llegar a buscar los tratamientos cuando están fuera de sus regiones. Pero tampoco las organizaciones pueden enviarlos por el tipo de encomienda. 

“Hemos hecho contactos incluso con algunos militares para poder enviar los tratamientos a otros estados como valija, pues hay gente muy enferma. Por eso yo pienso que, si el COVI-19 tuvo muchos resultados negativos en algunos países que medianamente tenían sistemas de salud más robustos; imaginarse lo deteriorado que está el sistema en el país, es muy preocupante y alarmante, sabiendo que esto es a nivel mundial, es muy duro. Esto se pone muy difícil, porque había algunos países que estaban colaborando con nosotros y en estos momentos se les hace muy cuesta arriba. Prácticamente estamos en manos de Dios”, dijo Villamizar.


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