En la ciudad andina el comercio —formal e informal— se adapta a los cambios en el consumo, que condiciona el crecimiento de un sector u otro. Los problemas del transporte y el bajo nivel turístico limitan rubros como el gastronómico, aunque este ha logrado abrirse paso en la crisis.

Mérida | Enviado especial. A simple vista, la rutina laboral diaria de Xiomara Almarza y León Araque no se diferencian mucho: ambos son comerciantes, trabajan en el centro de la ciudad de Mérida y se dedican a rubros similares, pues en distintas formas venden ropa y calzados.

La principal diferencia se nota en el cómo. Xiomara maneja un local que a finales del siglo XX se dedicaba exclusivamente a venta de zapatos, pero que con el pasar de los años y la crisis económica del chavismo empezó a vender recuerdos turísticos, ropa y hasta alimentos.

León, por su parte, cuenta a Crónica.Uno que comenzó a vender mercancía por su cuenta en 2018 y la mandaba a traer desde Colombia, aunque ahora él mismo —junto con dos familiares— viaja cada dos semanas a la ciudad de Cúcuta (a más de 230 km de Mérida), trae productos para venderlos y también por encargo para otros comerciantes.

Foto: Alberto Torres

Ambos, sin embargo, siguen padeciendo las consecuencias de la crisis, la falta de poder adquisitivo de la población y el aún bajo flujo de turistas a la región andina, su principal clientela.

Seguimos yendo (a Cúcuta a buscar productos) por no dejar y porque, como tenemos mejores precios, al final se vende la mercancía. Pero siendo sincero, casi siempre le ganamos más a lo que cobramos por los zapatos que le traemos a otros comerciantes (entre $2 y $3 por par), explica León, quien también se rebusca haciendo carreras de mototaxi.

Adaptándose al consumo

En Mérida el sector comercio, al igual que en el resto del país, muestra signos de recuperación en ciertos rubros al mismo tiempo que los baches de una economía que perdió al menos 70 % de su tamaño en siete años. Negocios como el de Xiomara, de a poco, van dejando a un lado la venta de alimentos para volver a su actividad de origen, buscando retomar su público.

La competencia por la clientela —que los comerciantes formales acusan de desleal pues ellos cumplen con otros compromisos como impuestos o pago de servicios— se pronunció con la pandemia. La gente empezó a buscar ingresos propios y vender por las redes. Nosotros también lo hicimos, pero nuestro fuerte es el local y no podíamos dejar el negocio a un lado, dice Xiomara.

Foto: Alberto Torres

Comerciantes merideños consultados por Crónica.Uno aseguran que el boom de venta de alimentos que comenzó en 2019 y se mantuvo en el primer año de la pandemia llegó a su punto máximo este año. Usted camina desde la (avenida) 2 hasta la 7 u 8 y lo que ve es puro negocio y abasto de comida y ya hay muchos para lo que se compra, que se lo digo yo, dice Ana, encargada de una bodega.

Firmas privadas como Ecoanalítica consideran que en el primer semestre de 2022 aumentó el consumo privado de bienes y servicios y, al igual que FocusEconomics, estima que este año ese indicador crecerá 12 % respecto al año anterior, aunque se espera que siga siendo un crecimiento desigual y no lineal en todas las regiones y estratos poblacionales.

El estado del comercio merideño

El panorama comercial es similar en otros sectores y vías de la ciudad de Mérida, afectados también por el estado del transporte público que —dicho por comerciantes y habitantes— genera un “toque de queda” de facto a partir de las 6:00 p. m. Los problemas del transporte, incluso, limitan la llegada de trabajadores y encargados de negocios a sus puestos de trabajo.

Foto: Alberto Torres

En el mercado principal de Mérida, por ejemplo, la comerciante Aura Rodríguez comenta que la falta de turistas ha llevado a quiebre a muchos negocios del lugar y que las limitaciones del transporte hacen que parte de los que quedan solo trabajen tres o cuatro días a la semana a ver qué consiguen, porque a veces no se vende nada y lo que hacen es perder dinero.

José Gregorio Monagas, presidente de la Cámara de Comercio e Industria del estado Mérida, afirma que el sector “poco a poco está recobrando su horario habitual, sobre todo en la gastronomía”, pero la falta de transporte detiene su crecimiento. En efecto, la noche merideña muestra signos de activación y algunos locales de comida, principalmente de zonas comerciales, trabajan hasta las 9 o 10 de la noche.

El servicio de electricidad sigue fallando, pero han disminuido los apagones, y el aseo urbano al menos en el casco central está funcionando. Eso ha hecho que tanto uno el comerciante como los clientes se animen a pensar y ver nuevas opciones que van surgiendo, dice Alexandra, encargada de un restaurante-bar en la calle 24.

Cafeterías, bares, heladerías nuevas y tradicionales (como la de los mil sabores) y restaurantes se mantienen tímidamente activos en espera de que el turismo receptivo termine de agarrar impulso y de que temas como el poder adquisitivo, las dificultades del IGTF e impuestos municipales y la recuperación de los salarios lleguen a buen término.

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