De acuerdo con cálculos del sociólogo Roberto Briceño León, los ingresos del decil 10 de la población (el más rico) son 30 veces superiores a los del decil 1, el más pobre. Las microdesigualdades en la población han generado un efecto “sálvese quien pueda”, pero han impulsado la solidaridad.

Caracas. “Hay desigualdad entre quienes tienen activos que liquidar y convertir en moneda, o tienen familiares con ingresos en el exterior, y quienes no lo tienen”. De esa forma, el sociólogo y director del Laboratorio de Ciencias Sociales (Lasco), Roberto Briceño León, explicó cómo la crisis económica que apremia al país desde 2014 ha desdibujado por completo a la clase media.

Briceño León destacó que las microdesigualdades, denominadas de esa forma pues se producen dentro de los grupos sociales, “pasan desapercibidas” en la clase media, pues las personas “no alcanzan la pobreza estructural”, ya que siguen estando en la misma vivienda, “pero pueden morir de hambre o suicidarse” por la falta de ingresos.

En el foro Prospectiva Venezuela 2021, organizado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el sociólogo explicó que las microdesigualdades que siguen aumentando, especialmente entre los sectores más vulnerables, tienen su origen en las diferencias relacionadas con:

  • Si se es empleado público (remuneraciones cayeron 82,7 % entre 2020 y 2021) o privado (remuneraciones aumentaron 41,5 % en ese período).
  • Si se es empleado asalariado (62 % del total de ocupados en 2014 a 46 % en 2020) o trabajador independiente (de 31 % a 45 % en ese período).
  • Si tiene capacidad de indexar y/o dolarizar su ingreso en salario o jornada, algo más propenso entre los trabajadores independientes.
  • Si recibe o no remesas del exterior, así como el monto de las mismas.
  • Si en el grupo familiar hay un adulto joven, económicamente activo, que pueda trabajar.
  • Si tiene acceso continuo a servicios básicos, como gas, electricidad y agua.
  • Si recibe o no ayudas gubernamentales, como bolsas Clap o bonos.

En el barrio, la diferencia es que quien recibe dólares puede comprar carne o pollo, y quien no, solo puede comer lo que viene en la caja Clap. En la clase media, hay diferencias entre quienes reciben remesas en dinero o en productos, sea a través de envío directo de cajas desde afuera o por delivery, y quienes no tienen esa posibilidad”, indicó Briceño León.

Aunque, en ocasiones, ni siquiera el envío de remesas es suficiente para satisfacer los requerimientos alimenticios de las familias. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) determinó que en los hogares menos pobres que reciben remesas pueden adquirir 11 de 15 rubros básicos, mientras que en los más pobres, con remesas, solo tienen acceso a nueve de ellos.

Y, según sus cálculos, 11,2 % de los hogares son receptores de remesas, con un consumo promedio de 2152 calorías diarias, cifra que baja a entre 1466 y 1875 calorías diarias en los hogares más pobres. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que, entre 2018 y 2020, 7,8 millones de personas presentaron desnutrición en el país.

A juicio de Briceño León, hay procesos sociales que afectan la sensación de mejoría económica en la población y, a su vez, el incremento de las microdesigualdades: la dolarización de remuneraciones y como medio de pago, las diferencias entre remuneraciones de los trabajadores y los cambios demográficos, marcados por una mayor migración de personas de entre 18 y 45 años.

Y las microdesigualdades se ven, incluso, en los sectores de más altos ingresos. Briceño señaló que, de acuerdo con datos del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB, los ingresos de los deciles 10 y 9 de la población fueron los únicos que aumentaron entre 2014 y 2019, pero el decil 10 duplica en ingresos al decil 9.

Eso genera, incluso, una microdesigualdad en la seguridad, donde vemos que el decil 10 puede pagarse una camioneta blindada y servicio de guardaespaldas, pero la clase media (deciles 9 y 8) no pueden costearlo”, señaló.

La desigualdad es tal que, de acuerdo con sus cálculos, los ingresos del decil 10 son 30 veces superiores a los del decil 1, el más pobre. La diferencia es el doble de lo que llegó a ser en 2014. El sociólogo señala que, hasta ahora, las microdesigualdades en la población han generado un efecto “sálvese quien pueda” mediante la adaptación a la circunstancia, pero también ha impulsado la solidaridad y el cambio en la expectativa del papel del Estado como proveedor.

“La coyuntura sigue moviéndose”

El economista Luis Arturo Bárcenas, miembro de la firma Ecoanalítica, hizo mención en el foro de la UCAB de lo que denominó como “tragedia griega venezolana”, al referirse al ciclo de contracción económica del país, que va rumbo a ocho años en picada con 80 % de caída, que ha ido acompañado de cuatro años en hiperinflación, 80 % de caída en la producción petrolera y 85 % de reducción de importaciones.

“El colapso económico sigue en pie”, dijo Bárcenas, aunque mencionó que, producto de la crisis, el sector privado “ha recibido un poco más de atención por parte del Gobierno”, al otorgarle ciertas concesiones en ámbitos como los precios, tipo de cambio e importaciones.

El economista dijo que en el nuevo modelo económico que perfila el Gobierno se vislumbra un Estado pequeño y colapsado financieramente, con debilidad institucional y que busca hacer frente a las sanciones internacionales. A su juicio, el aislamiento y la falta de reglas claras dan y darán cabida a la expansión de una “economía negra” y “una versión caribeña del capitalismo de amigos”.

Todo ello en un contexto en el que los ingresos petroleros siguen sin alcanzar niveles de prepandemia y el Gobierno seguirá conteniendo la inflación mediante reducción del gasto público y créditos bancarios. Según cálculos de Ecoanalítica, mostrados por Bárcenas, la inflación semanal en el primer semestre de 2021 fue, en promedio, de 5 %, menor que el 6,6 % registrado en 2020.

De manera que, para lo que resta de año, se espera que la economía venezolana sufra una contracción menor, con algunos sectores recuperándose, se profundice la dolarización, aumente levemente el ingreso de remesas y haya recuperación de poder adquisitivo en algunos segmentos de la población, en perjuicio de más desigualdad múltiple.


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