Tres años después de la muerte de Alexma Guacarán, su hijo Erick cuenta la historia de lo que vivió junto a su madre por lo que empezó solo como cáncer de mama. “Mi mamá será siempre una de las mujeres más guerreras que yo he conocido”, afirmó luego de revivir los recuerdos de esa época de su vida.

Caracas. En una camilla de la clínica Metropolitana, en el este de Caracas, estaba Alexma acompañada por sus hijos y su esposo. Ella decía que no sentía los órganos. No sabía cómo explicar el dolor que tenía. No podía caminar. Juntos esperaban los resultados de una serie de exámenes y el veredicto del médico de turno.

—Mire, señora, usted lo que tiene es cáncer —dijo el doctor de frente, sin rodeos.

Alexma tenía un seno hundido, que algunos médicos le dijeron que era solo por estrés, y después creyeron que la enfermedad empezó por ahí. Luego el cáncer se regó a la columna, por eso no podía caminar y, por último, al cerebro. De inmediato la hospitalizaron, le hicieron más estudios y los médicos analizaron su caso para ver qué tratamiento le iban a recomendar. Los familiares estaban muy tristes, no sabían qué seguía. El año pasado Alexma se había hecho su control anual en los senos y no había salido nada anormal.

El cáncer es una enfermedad silenciosa, pensaron los familiares de Alexma.

Alexma Guacarán creció en El Amparo, un barrio en Catia, en la parroquia Sucre del municipio Libertador de Caracas. Trabajaba en el Banco Industrial de Venezuela y ahí conoció a Francisco, su jefe. Se enamoraron. Alexma estaba embarazada, y Francisco quiso hacerse cargo del bebé. Crió a Manuel como si fuera su hijo biológico. Después llegó Erick y, por último, Adrián. Vivieron casi 30 años de casados en un hogar que formaron en Caricuao.

La noticia de que Alexma tenía cáncer se la dieron un viernes de 2014, y el lunes comenzó la terapia. Ella estaba optimista porque en su trabajo, como analista de seguros, había visto muchas solicitudes de pólizas para casos de cáncer y sentía que no podía deprimirse, que era algo que pasaba y entristecerse solo la iba a tumbar.

A veces nosotros estábamos destruidos y ella más bien nos apoyaba, recordó Erick.

Fue diagnosticada a los 56 años de edad. La Sociedad Anticancerosa de Venezuela afirmó en un informe publicado a finales de 2019 que el cáncer de mama sigue siendo el primer tipo de cáncer en las mujeres en Venezuela y establecieron que se presenta con más frecuencia entre los 45 y 54 años, pero ocasiona más muertes entre los 55 y 64 años de edad.

Los días se hicieron más difíciles. Francisco, Manuel y Adrián salían a trabajar o estudiar. Erick abandonó la universidad para quedarse en casa cuidando a su mamá. Le hacía la comida, con la sazón que ella le había enseñado y que tanto le gustaba. Le preparaba jugos, todo lo que ella necesitara. Pero, había días que él no la quería ni ver porque se sentía muy triste.

En este proceso pasaron dos años. Una rutina que tuvieron que adoptar. Uno de los recuerdos más lindos que tiene Erick fue la cara de su mamá cuando pudo caminar de nuevo. Era una felicidad inexplicable. Ya está lista. No tiene nada. Está curada, le decían a Erick, pero él sabía que muchas veces le ocultaban información porque era el hermano al que le pegaban más las noticias duras. De todas maneras, sentía que no todo estaba tan bien.

Llegó diciembre y la familia pasó por otro imprevisto. A Francisco y a la esposa de Manuel los robaron. Uno de los hombres disparó e impactó a la muchacha. En ese mes pasaron por la tristeza del cáncer de Alexma y que la cuñada de Erick tenía pocas posibilidades de vivir. Gracias a Dios los milagros existen, afirmó y es que los doctores pudieron salvarle la vida.

En febrero de 2017 los médicos le recomendaron a Alexma que había que hacerle una mastectomía, una cirugía para extirpar todo el tejido mamario para tratar o prevenir el cáncer de mama. Luego de la operación, Erick vio que su madre se descompuso mucho. Bajó de peso, volvió a dejar de caminar, comenzó a tener alucinaciones.

Ella se acordaba de todos en la casa menos de mí y eso me destruyó muchísimo, contó. Cuando iba a llevarle la comida al cuarto, ella lo veía como si fuera un desconocido. La única manera de que preguntara por Erick era cuando él no estaba en la casa o le daban comida preparada por otra persona.

Los días se resumieron en una carrera por conseguir los medicamentos. Buscar donaciones del Estado, ir a la Farmacia de Alto Costo en Los Ruices. Asistir a Alexma porque ya no podía hacer sus necesidades por sí sola.

La crisis humanitaria compleja ha impactado directamente a la mujer venezolana desde 2016. La atención primaria del sistema público se ha debilitado o desaparecido hasta el punto de obligarlas a acudir al sector privado, en medio de una crisis económica que también se arrastra desde años atrás. Se calcula que, para el año 2020, si una mujer necesita saber si tiene una anomalía en sus senos requiere como mínimo 3000 dólares, frente a un salario mínimo que no llega a 1 dólar mensual.

Las cifras son duras. La Sociedad Anticancerosa de Venezuela proyectó para 2019 que se esperaba un incremento de 11 % en la mortalidad (13.291 decesos) respecto al año base 2014 (12.010 decesos), es decir, se calcularon siete fallecidas más por cada 100.000 habitantes.

Erick soñó dos veces que estaba en el funeral de su mamá. Él se considera una persona intuitiva. Sabía que a su mamá no le quedaba mucho tiempo de vida y alguien le aconsejó aprovechar que Alexma estaba viva para decirle cualquier cosa que sintiera. Que así ella no le respondiera, lo iba a escuchar.

A Alexma la llevaron al Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara. Ahí estaba en la unidad de cuidados intensivos. Erick no quería ir a cuidarla porque le daba muchísimo miedo que justo el día que él se quedara a dormir, ella muriera. No quería verla así.

—Mira, tienes que ir a cuidar a tu mamá. Aquí estamos todos reventados y tú no has ido —le dijo Francisco a Erick el 21 de mayo de 2017.

Erick no quería, pero entendía que era su responsabilidad. Esa madrugada se quedó con Alexma. Habló con ella. Se desahogó, se despidió. Al día siguiente, 22 de mayo,  Alexma murió.

No hay estadísticas oficiales del Estado venezolano. La Sociedad Anticancerosa de Venezuela reveló que, debido al cáncer de mama, en 2019 se esperaba perder 53.518 años de expectativa de vida de las mujeres. Según un estudio de la organización elaborado en alianza con el Centro de Estadística y Matemática Aplicada de la Universidad Simón Bolívar (USB), en promedio una mujer venezolana pierde por esta enfermedad 19 años de vida.

Para ese mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que la esperanza de vida en Venezuela era de 79 años de edad para las mujeres, pero la SAV destacó que las mujeres pierden tres veces más años potenciales de vida en comparación con los hombres. Por ello, desde 2015 han advertido que casi la totalidad de los equipos de radioterapia del sector público estaban dañados o inactivos, aunado al sistema de salud colapsado.

Mi mamá será siempre una de las mujeres más guerreras que yo he conocido. Nunca dejó de luchar. Se fue sin haber desistido, sostuvo Erick a tres años de la muerte de su madre, que recordó durante este mes rosa de 2020.


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