Escuela de Patineta del Oeste de Maracaibo trabaja con las uñas, pero con mucho amor por los niños y el deporte

escuela de patineta

Al menos 20 personas entre niños y jóvenes practican patineta tres veces a la semana en el Complejo Deportivo Cuatricentenario. La Escuela de Patineta del Oeste de Maracaibo busca rescatar la práctica de este deporte, con pocos recursos pero cargados de buena energía y corazón, ponen todo su esfuerzo para rescatar a los niños del ocio, reforzando valores y motivándolos a hacer deporte en medio de la crisis venezolana.

Maracaibo. Según el dicho venezolano, hay niños que nacen con una arepa bajo el brazo, pero en el caso de los hermanos Adriano y Alejandro Coronado, su bendición fue una patineta. Y así lo creen hasta el sol de hoy, cuando con mucho entusiasmo, esfuerzo y pocos recursos han logrado armar una escuela de patinaje en tabla en el oeste de Maracaibo.

Adriano, de 39 años, recuerda cuando apenas tenía 10 y vio a unos jóvenes patinando en el Centro Comercial Costa Verde, una de las escuelas callejeras más conocidas del norte de la ciudad. Ese fue su clic. La curiosidad fue saciada tiempo después cuando su primo le prestó una patineta profesional doble cola y desde entonces, con solo 14 años, hasta ahora, no se ha separado de este deporte del que poco se habla y se conoce.

Los días miércoles, viernes y sábados el Complejo Deportivo Cuatricentenario se llena de alegría. Niños de entre 8 y 14 años llegan con sus patinetas para animar las descoloridas y desmejoradas áreas: practican giros, saltos y todo tipo de trucos con mucha disciplina e inteligencia.

Esa euforia la conoce muy bien Adriano, pero también sabe cómo conjugar la energía de la niñez con actividades que saquen del ocio a los niños de su comunidad. Para este patinador profesional, tatuador, barbero, fotógrafo y pintor su sueño es llegar a viejo viendo como el arte del patinaje en tabla pasa de generación en generación.

Una inyección de buena vibra

La Escuela de Patineta del Oeste reinició sus actividades a finales de diciembre del 2020, ya unos años antes los hermanos Coronado habían estado trabajando en la comunidad pero debido a otras labores dejaron de hacerlo. Sin embargo, esta nueva temporada llegó con mucho más entusiasmo.

Las ganas de aprender que tienen estos chamos es tanta que ya se vienen solos para la cancha a practicar y ver eso nos motiva día con día a no detenernos. Es impresionante cómo pasan de ver esta práctica como un juego a un estilo de vida”, explicó Coronado.

Con las patinetas que les han quedado a lo largo de su carrera y otras más que unos amigos les han donado, los hermanos mantienen activa la escuela. No obstante, explicaron que es necesario y justo que los niños del oeste tengan un espacio como el parque Hugo el Duro, ubicado en el municipio San Francisco, para recibir clases, practicar y formarse en este deporte.

“La semana pasada fuimos al parque de San Francisco para celebrar el Día Mundial de la Patineta, y los muchachos se quedaron impresionados de la calidad del parque, nosotros no podemos ir hasta allá todo el tiempo porque es lejos y con los problemas de movilización es complicado. Lo ideal sería tener nuestro propio parque en el oeste, mientras tanto, le damos con lo que tenemos, un piso y dos gradas, un caucho viejo y dos conos de seguridad”, reconoció el instructor.

Trabajan con las uñas

Adriano confesó que sus colegas de otros municipios se quedan impresionados de ver el talento de sus alumnos, aun trabajando con tan poco. No solo por el espacio físico, que no es el adecuado, sino por la falta de zapatos, ruedas, tablas, cascos, entre otras cosas. “Si me preguntan qué necesitamos, les respondería: instrumentos para montar patineta, para que las clases no se detengan por no tener con qué practicar”.

Por ahora solo seis niños tienen patineta, pero el grupo sigue creciendo y lo que hacen es turnarse. “Para nadie es un secreto la condición económica del oeste de Maracaibo, incluso los sectores más pobres están en esta zona de la ciudad y vemos cómo los niños vienen con los zapatos desgastados, descalzos, con la patineta desmejorada. Hay muchachos con mucho talento y no tienen cómo hacerlo porque no tienen los recursos. Eso mueve mis sentimientos porque es bien sabido que la patineta es un deporte caro, pero hacemos nuestro mejor esfuerzo”.

El lema de la escuela de patinaje zona oeste es: “El que menos tiene, es el que más le pone”. Según los hermanos Coronado, ese es su trabajo, formar, ayudar y construir desde el deporte el futuro de los niños aunque no tengan nada. “Estoy seguro de que siempre tendremos una salida”, dijo Adriano.

Una patineta profesional puede costar hasta 100 dólares, incluso armarla por piezas sigue siendo caro. La escuela ha reusado todos los implementos y algunos colegas han donado tablas usadas, pero sigue siendo necesario mejorar esas condiciones.

escuela de patinaje en el oeste
Adriano Coronado le explica a uno de sus alumnos los trucos en una tarde de escuela en el Complejo Deportivo Cuatricentenario. Foto: José Núñez
Dedicación personal

A las 6 de la mañana los hermanos salen en bicicleta de la segunda etapa de los bloques de Raúl Leoni, donde viven, hasta el centro de Maracaibo para trabajar en un abasto. Su faena es de lunes a lunes sin descanso, una hora diaria de pedaleo para ir y venir, aunque entre risas Adriano dice: “Los días de escuela venimos más rápido para atender a los chamos”.

Reconocen que a veces el cansancio los quiere vencer, pero justo al pasar por la cancha los chicos gritan: “¿Ey, van a venir?, los estamos esperando” y eso para ellos es una inyección de energía que dura hasta las 7 de la noche.

Tenemos la responsabilidad de enseñarles que sí se puede, que nada puede detener un sueño, nadie puede quitarles la libertad de ser felices”.

Los padres tienen un papel fundamental

Para los hermanos patineteros, el apoyo de los padres es vital. Uno de ellos es José Rodríguez, padre de José Andrés, quien tiene ocho años. “Hoy mi hijo no vino porque está compartiendo el día libre de su mamá en el trabajo, pero yo igual vengo a mirar a sus compañeritos para apoyarlos y estar con ellos aquí un rato”, soltó el técnico de televisión, actualmente desempleado.

Contó que comenzó a ir al complejo deportivo para que su niño practicara béisbol y fútbol, pero ninguno de los deportes lo motivaban. Una tarde vio las prácticas de la escuela de patineta y le pidió a su padre que lo trajera con una patineta de juguete que tenía en casa.

“Voy a apoyar a mi hijo en todo lo que emprenda, entendí que la patineta es un deporte extremo, no es para el que tenga miedo y mi hijo lo está venciendo poco a poco, por eso lo apoyo. Además, la disciplina lo ayuda en la escuela y eso es bueno”.

escuela de patineta en el oeste
José Andrés practica, generalmente, con la patineta de la escuela porque no tiene una propia. Sin embargo, su talento ha crecido en poco tiempo y su papá siempre lo acompaña. Foto: José Núñez

El representante explicó que los tíos del niño que están en el exterior piensan hacer una colecta para ayudarlo con un casco y los implementos que necesita. El talento que ha desarrollado José Andrés en los dos meses que tienen de práctica lo hizo merecedor de su primera tabla original en la actividad del Día de la Patineta en el municipio San Francisco.

“Se la estoy armando poco a poco, para que pueda tener una patineta adecuada para sus prácticas, voy a ayudar a mi hijo en todo lo que pueda, si esto es lo que le gusta, yo estaré con el siempre”, dijo el padre orgulloso.

Los cambios de actitud gracias al deporte comienzan en casa. Adriano cuenta que en conversaciones con las madres de los otros niños estas le han dicho que sus hijos ayudan más en los quehaceres del hogar, avanzan en la escuela y se comportan adecuadamente.

Todos los deportes deben ir acompañados de los padres, de la educación desde casa y eso lo reforzamos en la Escuela de Patineta Zona Oeste con mucho ahínco. Las madres notan la diferencia de la motivación que tienen los chamos, muchas veces en comparación con otros deportes donde no los veían tan motivados, y gracias a Dios aquí se sienten como en casa”, dijo Coronado.

Un camino de dos

Alejandro Coronado, de 34 años, dice que la patineta es una aventura de dos. Recuerda que su hermano lo llevaba a practicar cuando aún era un niño por los años noventa, es por eso que comparten el sueño de seguir en su país, rodando libres y formando generaciones de relevo para que la patineta no se pierda en el tiempo ni sucumba ante la crisis.

“Nuestro trabajo es cuidar a los niños, explicarles el proceso, composición y funcionamiento de la patineta para que lo hagan bien. Por ellos vale la pena tanto esfuerzo, estos niños están luchando contra la corriente, luchan por sobrevivir y quedarse en el buen camino, su instrumento es el deporte y eso vale mucho entre tanto caos”, dijo.

Esta semana una comisión de la Gobernación del Zulia visitó la escuela para evaluar las condiciones y las posibilidades de construir un parque especial para ellos dentro del complejo deportivo, sin embargo, esperan que los zulianos puedan echarles la mano para mejorar los instrumentos que los niños necesitan.

patinaje en tabla
Diego Serna es uno de los jóvenes que también practica en la escuela. Es uno de los más talentosos crecidos en el oeste. Foto: José Núñez

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