Expacientes que viven en la Chet de Valencia pasarán Navidad durmiendo en banquitos del hospital

expacientes de la Chet

Uno de los exhospitalizados, José Sequera, pasará su quinta Navidad acostado en un banquito en la entrada del área de hospitalización, pues no cuenta con recursos para ir a su vivienda y cuerpos de seguridad no lo han apoyado para trasladarlo. Estas personas viven de la caridad de los vendedores ambulantes que los proveen de café y pan, y, de vez en cuando, el comedor del hospital les ofrece frijoles chinos con arroz.

Valencia. La falta de recursos económicos, y hasta el abandono familiar, lleva a que pacientes que han sido dados de alta de la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (Chet) –mejor conocido como Hospital Central de Valencia– ubicado en el estado Carabobo, tengan que optar por improvisar sus nuevas viviendas en las áreas externas del centro salud.

José Antonio Sequera, expaciente, es un adulto mayor que para este 24 de diciembre pasará la quinta Navidad, en un banquito que proveyó de cartones y algunas fundas de sábanas donadas para hacer de ese sitio su hogar.

Lo improvisó al ser dado de alta hace cuatro años cuando supuraba líquidos en los pies. Fue hospitalizado porque sufría de retención de líquido y los pies se le hincharon al punto que se infectaron y se llenaron de gusanos.

A mí me sacaron como un perro, me dieron de alta cuando todavía tenía los pies hinchados y no tenía para dónde irme, aseguró el hombre, que se le dificulta caminar y vive en medio de la insalubridad en la entrada del área de hospitalización del Hospital Central.

En su juventud José Antonio trabajó en la Policía de Carabobo. No ha recibido el apoyo de los cuerpos de seguridad. Ha solicitado al cuerpo de bomberos, Cicpc, Policía de Carabobo, Protección Civil que lo trasladen a su vivienda ubicada en el sector La Honda, en el municipio Libertador, o a la casa de su hermana Carmen Sequera, que vive en un caserío en el municipio Bejuma al occidente de Carabobo.

El día a día de José Antonio es precario, apenas puede hacer una o dos comidas, vive de de la caridad de familiares que tienen pacientes recluidos en la ciudad hospitalaria. También lo ayudan los llamados “cafeceros”, que venden café y cigarrillos. Ellos les ofrecen café por la mañana, le regalan pan y algunas veces les llevan un plato de comida. Desde el comedor de la Chet solo una cocinera, cuando puede, le ofrece comida.

Cuando ella puede me saca arroz con frijolitos chinos, pero eso no es todos los días.

Sequera lamentó que tenga que vivir en medio de tantas precariedades, dormir en cartones y aguantar el frío de la noche. “Yo paso pena aquí para comer, para dormir, para bañarme. Yo lo único que quiero es apoyo y que no me rechacen. Quiero irme a mi casa o que me lleven a Bejuma, donde mi hermana”, dijo.

Solidaridad de los “cafeceros”

Ender Salcedo es uno de los 15 “cafeceros” que labora en la Chet, tiene apenas nueve meses allí. Cuando empezó la pandemia perdió su empleo, trabajaba en un restaurante y por la cuarentena cerró. Sobre sus hombros pesa la manutención de su madre, hermano y esposa. Sus hijas están fuera del país, por la crisis económica y engrosan la lista de la migración forzosa.

Salcedo relató que en el tiempo que lleva trabajando como “cafecero” ha visto varios casos de expacientes como el de Sequera. Uno que lo conmueve es el de una mujer que fue sacada del hospital por sufrir de esquizofrenia, fue trasladada por cuerpos de seguridad, ella tomó como hogar el área de Emergencia. Por su enfermedad mental se hace encima de la ropa sus necesidades fisiológicas.

Nosotros la ayudamos a limpiarse, a bañarse y también le damos algo de comida.

A todos los que han sido dados de alta y que viven en la Chet, los “cafeceros” son quienes los ayudan a buscar el agua fuera de las instalaciones del hospital, además los apoyan con los pocos alimentos que pueden proveerles. “Uno los ayuda porque es gente, y les damos lo que podemos”.

El 14 de marzo de 2019, representantes de la Oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estuvieron la Chet, como parte de la visita técnica que realizaron a Venezuela por solicitud de la alta comisionada, Michelle Bachelet. Durante su llegada al centro asistencial, fueron abordados por una multitud de pacientes y de personal de salud que les pidieron ayuda humanitaria urgente, y les describieron la difícil situación del país en materia hospitalaria por la falta de insumos y medicamentos.

El grupo de personas que se había concentrado frente al hospital gritaba en aquella oportunidad: “¡Queremos medicinas!”. Al escuchar los reclamos, los miembros de la misión técnica de la ONU entregaron tarjetas para que quienes los abordaban les hicieran llegar sus denuncias. Una madre les dijo llorando que su hijo estaba muriendo por falta de medicamentos.

A 21 meses de esa visita, el panorama no ha cambiado. Los familiares de los pacientes deben correr con todos los gastos de insumos médicos y tratamientos para sus familiares. El personal de salud en su mayoría ha renunciado por el bajo salario.

Es importante señalar que dentro de las instalaciones del Hospital Central hay puestos de la Policía de Carabobo y funcionarios castrenses que podrían prestar el apoyo técnico de traslado para esos expacientes que no cuentan con los recursos económicos para irse a sus viviendas.


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